Los obispos del conurbano bonaerense se lanzan juntos a la misión

El auxiliar de Buenos Aires, Enrique Eguía Seguí, relata la experiencia a Vida Nueva y plantea los desafíos de esta región que, con pocos sacerdotes y agentes de pastoral, atiende una población cada vez más extensa

Como cada año, obispos de la Arquidiócesis de Buenos Aires y del conurbano bonaerense han misionado juntos. En esta oportunidad, en la diócesis de San Miguel. Participaron los obispos titulares, auxiliares y eméritos de la arquidiócesis porteña y las diócesis de Avellaneda-Lanús, Laferrere, Lomas de Zamora, Merlo-Moreno, Morón, Quilmes, San Martin, San Isidro, San Justo, San Miguel y Zárate-Campana.

Estuvieron presentes en terminales de tren y colectivos, en centros comerciales y zonas periféricas. Además de visitar comunidades parroquiales, se acercaron a centros de salud, hogares para menores y ancianos, colegios, casas de familias, entre otros lugares. Para conocer esta vivencia pastoral, Vida Nueva dialogó con Enrique Eguía Seguí, obispo auxiliar de Buenos Aires.

PREGUNTA.- ¿Cuál es el objetivo de esta misión, en la que todos los obispos de una misma región, pastorean juntos?

RESPUESTA.- La misión de los obispos es, principalmente, una misión evangelizadora. Vamos a acompañar a las comunidades de parroquias y capillas para enriquecernos con sus experiencias en la predicación del evangelio, la transmisión del ‘kerygma’, la organización de sus ámbitos fraternos, el despliegue de la catequesis y la atención solidaria de tantas realidades difíciles que experimentan todos los días entre sus vecinos.

P.- ¿Con qué panorama social y pastoral se encontraron en la Misión?

R.- Notamos que los agentes de pastoral a cargo de las comunidades, mantienen un gran entusiasmo a partir de la convicción que les da la fe en Cristo. Los gestos de cercanía y solidaridad con sus vecinos necesitados son un reflejo espontáneo del amor de Dios, hecho en ellos “bienaventuranza”. En esta situación de precariedad de recursos, es de destacar la facilidad que encuentran en “juntarse” y encontrarse para realizar tareas comunes, entre ellas la de cuidar la capilla, mantenerla limpia, y en algunos casos comenzar su construcción con el orgullo de poder “ver” una obra hecha entre todos.

En las comunidades formadas por personas con una situación socio económica mejor, se puede descubrir una gran sensibilidad por el sufrimiento de muchos hermanos y una gran disposición para ofrecer tiempo, talento y dinero en tareas pastorales y solidarias.

P.- ¿Cuáles cree que son las mayores carencias de la gente que vive en la zona?

R.- Al visitar esta vez los partidos de San Miguel, Malvinas Argentinas y José C.Paz, pudimos acercarnos a todos los barrios donde la iglesia está presente con parroquias, capillas o referentes comunitarios, en algunos casos con servicios sociales que el Estado no ofrece. Las carencias económicas son tantas, con la pobreza en aumento, que fue notable escuchar y ver cómo los agentes de pastoral se han abocado, preferentemente, a paliar la necesidad de sus vecinos.

Las urgencias de atención que nos fueron presentando son las de los ancianos solos y enfermos, las dificultades en la atención de la salud, la falta de trabajo y de vivienda digna, la buena y suficiente alimentación temprana en los niños, las consecuencias de las adicciones en los jóvenes, los problemas causados por la inseguridad y el narcotráfico, etc.

Encontramos también carencias en la evangelización, con mucha gente recién llegada a los barrios más pobres sin tener idea de los temas centrales de nuestra fe, con sus pequeños hijos sin bautizar y con dificultades para hacerse la señal de la cruz. Esto aparece como un gran desafío para la evangelización en el gran Buenos Aires con pocos sacerdotes y agentes de pastoral, y con poblaciones que cada vez crecen más.

P: ¿Cuáles son las demandas que les hace la gente?

R: La confianza en la Iglesia y sus pastores (sacerdotes, consagrados/as y obispos) es muy grande, por lo que piden mayor presencia y acompañamiento. No sólo en la solución de problemas de índole socio económica, sino también pastorales. Valoran mucho los encuentros de las diversas comunidades barriales en la parroquia y los encuentros interparroquiales en los decanatos. La necesidad de encontrarse con otros hermanos en la fe y con sus pastores entusiasma y alienta a seguir adelante.

P.- ¿Cuál es el balance que los obispos hacen después de tantos años de misión?

R.- Habiendo misionado ya en 12 diócesis desde el año 2008 es notable cómo hay rasgos y desafíos semejantes en las comunidades visitadas.

Se advierte, en general, que muchas familias llegan buscando un lugar para tener una vivienda digna, ubicándose en donde aparezca una oportunidad, y por ello la necesidad de ser acompañados en medio de tantas dificultades y carencias. La Iglesia, en lo escondido, pasa a tener un rol fundamental de contención y cuidado.

Se percibe también la falta de sacerdotes y agentes de pastoral que puedan responder a tantas demandas evangelizadoras y de construcción social. Sin embargo, esta carencia hace posible una mayor disposición a trabajar juntos para aunar esfuerzos.

También se puede destacar el gran aporte a la evangelización que hacen los hermanos paraguayos, bolivianos y peruanos, y ahora también los venezolanos, con sus fiestas religiosas, sus devociones y su compromiso en la pastoral de la capilla o de la parroquia.

El valor del bautismo, junto con la Eucaristía, permite un acompañamiento de la fe de la gente en la recepción de las familias y las catequesis preparatorias. La devoción a Jesús, a nuestra Madre la Virgen María y a los santos son caminos de catequesis continua, en particular desplegados en Novenas y fiestas patronales. Estos deben seguir siendo cauces para una misión evangelizadora permanente.

 

Fotos: Equipo de Misión de la diócesis de San Miguel

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