Hay consternación en la Iglesia colombiana tras el asesinato del sacerdote Jhonny Ramos, cuyo cuerpo fue encontrado, atado de pies y de manos, en el interior del templo Jesús de la Misericordia donde era párroco, en el barrio Comuneros, en la ciudad de Villavicencio, en el Departamento del Meta, a unos 485 kilómetros de Bogotá.
El presbítero – según versiones de la comunidad – fue visto por última vez la noche de este martes 1° de octubre. Las autoridades están tras la pista de los responsables, la hipótesis que cobra fuerza hasta el momento es la del robo. Ramos llevaba apenas 4 meses al servicio de esta comunidad, luego de ser trasladado desde de la iglesia en el barrio el Morichal de la capital del Meta.
“Rechazamos toda forma de violencia”
La arquidiócesis de Villavicencio, en voz de su pastor Oscar Urbina, quien también es presidente del episcopado, ha expresado su repudio y ha lamentado profundamente este hecho. “Elevamos al Señor las oraciones para que sea acogido en la casa del Padre; pedimos por la conversión de sus asesinos y rechazamos toda forma de violencia que atente contra la vida y la dignidad de las personas”, ha dicho Urbina en un comunicado.
El prelado ha enviado las condolencias a los familiares y comunidad parroquial para que “el Señor les dé consuelo y fortaleza”. En Colombia desde 1984 hasta la fecha han asesinado a más de 100 sacerdotes según datos de la Conferencia Episcopal. De allí que el propio papa Francisco beatificara durante su visita al país en 2017 a monseñor Jesús Emilio Jaramillo, asesinado por el grupo guerrillero ELN, y al padre Pedro María Ramírez, quien murió el 9 de abril de 1948 durante el Bogotazo.
