La (no) fe de Rosalía

Rosalía

Detrás del eco internacional, del éxito excepcional y abrumador de Rosalía también hay —es innegable— una evidente espiritualidad. Pero, además, un contexto religioso que se oye, pero sobre todo se ve en los vídeoclips de la joven cantaora catalana, de solo 25 años. “Me he dado cuenta de que soy muy espiritual –afirma–. Hoy día no se habla tanto de esto por el prejuicio de vincular lo religioso con las instituciones, pero para mí no tiene nada que ver. Lo espiritual tiene que ver con algo que te trasciende. Con una emoción”. Tiene que ver con el flamenco, con una voz que ilumina y la potente imagen que subyace en su imaginario visual, desarrollado por la productora Canada. Como esa enorme cruz de piedra y nazareno skater que aparecen en el vídeo de ‘Malamente’. Cap. I Augurio, el tema con el que abre ‘El mal querer’ (Universal) y que le ha valido dos Grammy Latino.

Una escenografía que incluye –también en el libreto– coronas de espinas, la Virgen María, el Espíritu Santo en forma de paloma, ángeles, el cielo, rosarios, altares y hasta un retrato de san Juan de la Cruz. Y que reverbera en ese tema 7, ‘Bagdad’. Cap. VII Liturgia, en el que una mujer huye de su infierno rezando, dirigiéndose a Dios desesperadamente. “Sentaíta/ al cielo quiere rezarle,/ prendaíta de esos males/ que Dios tendrá que cobrarle”, dice la bulería. “Es el capítulo que tiene que ver más con la conexión espiritual, con el rezo, con un hablarle a Dios, con la desesperación muchas veces y la búsqueda de luz, que aquí creo que está Dios muy presente”, según la propia Rosalía. Un homenaje a la Paquera de Jerez, con las voces blancas del Orfeó Catalá y la melodía de Cry me a River de Justin Timberlake de fondo. Y, entre tanto, Dios.

La cantante está en todas partes. Habla, reflexiona, comparte. Y dice: “No me considero cristiana, pero sí creo en Dios. Y de hecho tengo recuerdos de mi abuela llevándome a misa. Mis padres no me bautizaron, nunca me llevaron a la Iglesia, pero mi abuela, sí”. El mal querer quizá sea, más allá de la fe, un disco plenamente espiritual. Frente al amor oscuro y tóxico. Es un disco de redención, el vía crucis de una mujer que es sometida, encerrada, por su esposo y que finalmente se impone, emerge y libera. “A ningún hombre consiento/ que dicte mi sentencia./ Solo Dios puede juzgarme/ y solo a él debo obediencia”, canta en ‘A ningún hombre’. Cap. 11 Poder, la canción con la que cierra este sensacional disco.

Rosalía parte del flamenco, pero lo funde con la música electrónica, el Rhythm and blues, el gregoriano o las danzas africanas, y toda las posibilidades de la producción musical en estudio: samplers, autotunes, teclados, reverbs, sintetizadores… que se suman a sonidos de motos, alarmas, jaleos, palmas… “Solo quiero hacer la música que me gusta –ha dicho–. Lo demás, que sea lo que Dios quiera”.

A la música –compleja, valiente y rupturista– se le suma el virtuosismo vocal de la cantaora y su vis compositora. Cada tema conforma una imaginería con “muchos colores, porque la vida es esto también. Hay navajas y cristales rotos, pero también hay liturgia”, resume. Y lo religioso y trascendental, incluso la mística, impregnando el universo millennial.

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