La Iglesia de Nicaragua, único sostén ante un régimen sostenido por francotiradores

  • Una semana después, el nuncio vuelve a salvar a decenas de jóvenes sitiados en una iglesia
  • “Hoy como nunca –clama el Episcopado–, los derechos humanos están siendo violentados”

Protestas en Masaya, Nicaragua

Desgraciadamente, la situación en Nicaragua se ha enquistado de tal modo que el patrón de violencia se repite ya sistemáticamente: el régimen de Daniel Ortega reprime a quienes se manifiestan en la calle pidiendo “democracia”. Y lo hace valiéndose en buena parte de paramilitares perfectamente adiestrados como francotiradores: como demuestra el hecho de que un 70% de los más de 300 asesinados en las calles desde abril lo han sido con certeros disparos en cabeza, cuello o corazón.

El último episodio se ha vivido en la capital, Managua. Tras tener que huir el pasado viernes de la Universidad Nacional Autónoma decenas de estudiantes que allí protestaban por la dura carga del aparato policial, los jóvenes pudieron refugiarse en la iglesia de la Divina Misericordia, cercana al campus. Pese a estar en el templo, sufrieron un fuerte hostigamiento policial, registrándose dos muertos (uno dentro de la iglesia, tras recibir un tiro en la cabeza) y una veintena de heridos.

Salvados gracias a la mediación eclesial

En plena madrugada, la policía cortó la electricidad en la zona, quedando la iglesia en penumbras, lo que hizo que muchos temieran un inminente asalto por la fuerza. En ese momento, un sacerdote que acompañaba a los estudiantes salió de la iglesia mostrando visiblemente una bandera del Vaticano y reclamando poder evacuar a los heridos más graves, así como un periodista estadounidense que también estaba con ellos.

Ante la gravedad de los hechos, se desplazó hasta allí el nuncio papal, Stanislaw Waldemar Sommertag, acompañado por representantes de otras entidades internacionales. En medio de una fuerte tensión, pudieron mediar con los sitiadores y consiguieron el permiso para llevar a los jóvenes a la catedral metropolitana.

Precisamente, el nuncio y los pastores de Managua, el cardenal Leopoldo Brenes y su auxiliar en Managua, Silvio José Báez, ya se salvaron de una emboscada similar una semana atrás en la basílica de Diriamba, cuando fueron agredidos por una turba progubernamental en su intento de mediación para salvar a otros jóvenes sitiados en el templo.

Y Ortega apela a la “paz”

Significativamente, mientras esto ocurría en Managua, Daniel Ortega celebraba un mitin en Masaya, una de las localidades más devastadas por los ataques del régimen a sus opositores. Y lo hacía apelando a la necesidad de la paz con frases como esta, que retumbaron en los oídos de las familias de Masaya que solo unas semanas atrás habían visto perder la vida de alguno de sus hijos en plena oleada de represión: “Invitamos a aquellos que tienen pensamientos políticos diferentes, a los productores y campesinos, las empresas, a la microempresa, a que tomemos el camino de la paz”.

Contundente mensaje de la Conferencia Episcopal

Ante esta última deriva de los acontecimientos, la Conferencia Episcopal ha vuelto a publicar, ayer 14 de julio, un nuevo mensaje en el que dejan claro su compromiso con el pueblo nicaragüense y por el diálogo nacional, pero siempre que este sea auténtico. Y es que, si bien continúan ofreciendo su mediación en una mesa en la que estuvieran Gobierno y oposición, son conscientes de que, “en los últimos días, se ha recrudecido la represión y la violencia por parte de los paramilitares progubernamentales hacia las personas que protestan cívicamente”. “Hoy como nunca –claman los pastores–, los derechos humanos están siendo violentados en Nicaragua”.

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