Julián López: “En medio de los presos me siento pastor”

  • El obispo de León rememora el encuentro con los internos que procesionaron y con el reo indultado por el Consejo de Ministros
  • “En la ciudad queda flotando un mensaje liberador”, dice el prelado

El obispo de León, Julián López, con un interno que paricipó en la procesión de Martes Santo de 2018

“Es un acto impactante desde el punto de vista religioso, verdaderamente entrañable y en el que participa toda la sociedad leonesa”. El obispo de León, Julián López, tiene aún muy frescos en la retina y en el corazón el encuentro que mantuvo el Martes Santo con 14 internos –uno de ellos indultado por el Consejo de Ministros el Viernes de Dolores– del Centro Penitenciario Provincial de Villahierro y del Centro de Inserción Social-CIS ‘Jesús Haddad’.

Doy sencillamente las gracias a Dios por tener esa oportunidad de encontrarme con ellos, me hacen sentirme pastor”, señala a Vida Nueva este obispo, que destaca la labor de la pastoral penitenciaria y de la Cáritas Diocesana, que el pasado año se concretó en 1.624 intervenciones que permitieron atender a 433 personas y gestionar el disfrute de 120 permisos, según informan desde la diócesis leonesa.

Un toque de la gracia de Dios

Los internos participan de manera activa en la Procesión del Perdón y, aunque Julián López nunca les pregunta –ni en la de ahora, pero tampoco en las 17 ocasiones anteriores en que se ha repetido esta tradición en los 18 años que lleva al frente de la diócesis–, cree que en ese momento hay “un toque de la gracia del Señor”. Y asegura que en la ciudad queda “flotando un mensaje de liberación”.

PREGUNTA.- ¿Cómo se sienten los internos en esos momentos, cuando les ofrece una recepción en el Obispado?

RESPUESTA.- Es curioso, porque nada más subir a la primera planta, a un salón en donde tenemos un cuadro de un Cristo pintado por Vela Zanetti, supone para ellos un momento de relax, después de haber compartido unos instantes con los medios de comunicación en la planta baja. En esos momentos están tensos. Cuando suben arriba, se relajan y yo no les pregunto por qué motivos están encarcelados, pero hablo con ellos y me intereso por su procedencia. Solamente les hago una pequeña catequesis sobre esa figura de Cristo Obrero, con su mano tendida. Sé, por Cáritas Diocesana, que es un momento distendido y grato para todos ellos.

Un momento clave

P.- Y usted, como obispo, ¿cómo vive ese encuentro con quiénes están privados de libertad?

R.- Es un momento clave dentro de la Semana Santa, que permite percibir de una manera viva lo que luego leemos o proclamamos en la lectura de la Pasión, todo lo que lleva consigo el proceso de Jesús. No sé qué actitud tienen estas personas desde el punto de vista religioso, pero pienso que es también un toque de la gracia de Dios. Y a mí, personalmente me hace bien, me encuentro como pastor, sencillamente como lo que quiero ser.

A lo mejor, en otros momentos no lo logro apenas, pero en ese momento, con los internos, doy sencillamente gracias a Dios por tener esa posibilidad, como cuando uno tiene la oportunidad de ayudar y consolar a una persona. Sentirme pastor, eso es lo que yo pretendo, y ahí también veo la gran labor de la pastoral penitenciaria diocesana, que llevan, fundamentalmente, un grupo de laicos, y de la Cáritas diocesana. Estos voluntarios realizan a lo largo de todo el año una tarea que humaniza mucho la situación de estas personas encarceladas.

“Los políticos se lo toman en serio”

P.- ¿Qué le parece que sigan existiendo estos indultos por parte de las autoridades? ¿Necesitamos más gestos de misericordia como estos en nuestra sociedad?

R.- Estos gestos nunca dejan a nadie indiferente. No se lo he preguntado jamás, y a ninguno le he escuchado lo contrario, pero todos los alcaldes de León que yo he conocido –y han sido de distinto signo político–, se han tomado este acto y ese momento de la procesión en la que participan los internos de una manera muy seria. Lo cual indica algo. También para los ciudadanos de León es un momento tan importante como el acto final de la Semana Santa, también allí, en la plaza de la catedral, con disparos de cohetes, repicar de campanas y suelta de palomas. La gente está allí porque tiene esa cita anual, consolidada por la costumbre, y me parece que en el ambiente queda flotando un mensaje de liberación y, también ciertamente, de Pascua, alegría y vida nueva.

 

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