Francisco en la Araucanía: “No se puede pedir reconocimiento aniquilando al otro”

  • El Papa critica durante la misa la violencia entre el Estado y las comunidades mapuches
  • “La cultura de la unidad no puede construirse en base a la violencia”, ha sentenciado ante los 200.000 peregrinos
  • Homilía del papa Francisco en la misa en Temuco

Francisco ha celebrado Misa en el Aeródromo de Maqueue, en la Araucanía a las 10:30 hora local (14:30 hora española), ante una multitud –alrededor de 200.000 personas– que le esperaba bajo el sol. Es uno de los eventos más esperados de este viaje apostólico por ser la zona originaria del pueblo mapuche, que tanto está dando que hablar en los últimos años.

Durante su homilía, recordó que sobre ese mismo escenario “tuvieron lugar graves violaciones de derechos humanos”. Por eso, ofreció la Misa a “todos los que sufrieron y murieron, y a los que cada día llevan sobre sus espaldas el peso de tantas injusticias”, además de pedir un minuto de silencio por ellos.

El Papa ha elogiado la belleza de la región tras saludar a los distintos pueblos que han acudido (mapuches, rapanui, aymara, quechua y atacameños). Sin embargo, tras alabar “sus majestuosos volcanes nevados, sus lagos y ríos llenos de vida, un paisaje que nos eleva a Dios y es fácil ver su mano en cada criatura”, ha lamentado otro aspecto de la tierra: “Si nos acercamos a su suelo, lo escucharemos cantar, y con tristeza ‘Arauco tiene una pena que no la puedo callar, son injusticias de siglos que todos ven aplicar‘”, como cantaba Violeta Parra.

Repasando el Evangelio, ha explicado cómo Jesús reza al Padre “para que todos sean uno (…) sabe que una de las peores amenazas que golpea y golpeará a los suyos y a la humanidad será la división y el enfrentamiento, el avasallamiento de unos sobre otros”. Así, ha pedido que nos unamos a esta oración, a este dolor de Cristo, para pedir con Él “que no nos gane el enfrentamiento ni la división”. Entonces ha advertido sobre las tentaciones que pueden apartarnos de la ansiada unidad.

Los falsos sinónimos

“Jesús no le pide a su Padre que todos sean iguales, idénticos; ya que la unidad no nace ni nacerá de neutralizar o silenciar las diferencias”, ha comentado. De esta forma, ha querido explicar que no debemos confundir unidad con uniformidad. “La riqueza de una tierra nace precisamente de que cada parte se anime a compartir su sabiduría con los demás”. Animado por esto, el Papa ha invitado a cada cultura de la región a aportar su riqueza, dejando de lado “la idea de que existen culturas superiores o inferiores“.

Para ilustrar esto, ha utilizado una metáfora referida al pueblo mapuche, comparando la unidad con el chamal, una prenda típica. “Un bello chamal requiere del arte de tejedores que sepan armonizar los colores y dar tiempo a cada cosa y etapa. Se puede imitar industrialmente pero sabremos que no es lo mismo”. Es por ello que la unidad requiere “auténticos artesanos que sepan armonizar a los distintos pueblos (…) es un arte de escucha y reconocimiento”. Y la herramienta que se necesita para lograr tejer esta unidad es la solidaridad, que “nos lleva a decir: nos necesitamos desde nuestras diferencias para que esta tierra siga siendo bella“.

La tentación de la violencia

Francisco se ha detenido también en el asunto de la violencia, y ha advertido acerca de dos facetas de la misma que se deben evitar, porque no impulsan la paz y la unidad, sino que la amenazan. En primer lugar ha pedido guardarse de “‘bellos’ acuerdos que nunca llegan a concretarse. Bonitas palabras, planes acabados, sí —y necesarios—, pero que no se vuelven concretos”. Ha recordado que esto es una forma de violencia porque “frustra la esperanza”.

En segundo lugar, ha subrayado que la cultura del reconocimiento “no puede construirse en base a la violencia y destrucción que termina cobrándose vidas humanas”, ya que la violencia solamente acarrea más violencia, y “volviendo mentirosa la causa más justa”. Así, ha reiterado su petición de diálogo y esfuerzo sincero para construir una sociedad igualitaria y pacífica, de cara al profundo anhelo del “Buen vivir” que “resuena como un grito, como un canto en toda la creación”.

Por todo ello, ha repetido su oración, clamando por la unidad. “hermanos, por los hijos de esta tierra, por los hijos de sus hijos digamos con Jesús al Padre: que también nosotros seamos uno. ¡Haznos artesanos de unidad!”.

Tras finalizar la Eucaristía, el obispo de Temuco,  Héctor Eduardo Vargas Bastidas, ha saludado al Pontífice. En su breve alocución, ha agradecido la cercanía del Papa con esta tierra “azotada por el desempleo, la inequidad, la desintegración de la familia y la deuda histórica del Estado con el pueblo mapuche”. Se ha acordado especialmente de sus religiosos y consagrados, llamados a evangelizar en difíciles circunstancias, pero ha dicho resueltamente que “animados por la fe creemos que un camino sin retorno hacia la paz y la justicia es posible a través del diálogo“.

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