Arzobispo de Cali: “Tenemos que aspirar a que el cese (entre Gobierno y ELN) se vuelva definitivo”

Darío Monsalve llama a las partes a buscar estrategias “extra-mesa” para avanzar hacia un acuerdo final

Darío de Jesús Monsalve, arzobispo de Cali, propuso al Gobierno y al ELN buscar un mecanismo ad hoc para consolidar el cese al fuego y a las hostilidades definitivo. Como coordinador del grupo de obispos católicos que acompañan los diálogos que se desarrollan en Quito, el prelado considera que un acuerdo no oficial puede favorecer un avance de las negociaciones más allá del 9 de enero, día hasta el cual fue pactado en principio el cese temporal.

Ya una vez ambos actores aceptaron la recomendación del equipo episcopal sobre la necesidad de adelantar las discusiones respecto al tema víctimas. En vísperas de la visita papal, y con acompañamiento eclesial, miembros de organizaciones étnico-territoriales de Chocó viajaron a Ecuador para exigirles un acuerdo humanitario inmediato.

Como en su momento ocurrió en la Mesa de La Habana, cuando la voluntad de las partes se movió por cuenta de escuchar los testimonios de quienes han sufrido la violencia del conflicto armado desde el ámbito de la población civil,  los miembros de las organizaciones chocoanas influyeron en el logro del primer acuerdo de relevancia en Quito.

Cuenta atrás

Es la reflexión del arzobispo de Cali, quien en conversación con Vida Nueva (durante la más reciente asamblea extraordinaria de obispos) afirmó que el ELN es consciente de la prisa que tiene la sociedad colombiana de recogerse en torno a los propósitos de paz”. Y esto mientras al Gobierno de Santos le quedan pocos meses. A su parecer, con el cese la guerrilla pone a prueba su unidad interna, así como la capacidad que tiene de conglomerarse en torno a unos objetivos y a un mando.

Lamentó el prelado el asesinato de Aulio Isarama, líder indígena del Alto Baudó, ocurrido a manos del ELN durante el tiempo convenido para la aplicación de lo acordado; el hecho sigue en investigación, como otros en los que posiblemente se habrían presentado violaciones a lo pactado. Según informó el obispo, una delegación de indígenas de la región en que se presentó el crimen viajará a la capital ecuatoriana a mediados de mes para un encuentro con delegados de la guerrilla y el Gobierno.

Si bien Darío de Jesús Monsalve afirma que el proceso de paz tiene dificultades, insiste en que los colombianos deben aspirar a que el cese del fuego se vuelva definitivo. A su juicio, a diferencia de lo que ocurrió en La Habana, donde poca participación ciudadana tuvo cabida durante los diálogos, la Mesa de Quito puede ser una ocasión para que este proceso sea el gran proceso de la paz de la sociedad colombiana”.

Es una condición para avanzar en otros temas: auto-definirnos como país  sobre el fin de la guerra, de la violencia con todos los otros actores armados distintos a la subversión, así como el deslinde de la sociedad respecto de la economía narcotraficante. Y añade el prelado: “El país necesita que una base social grande, sobre todo conformada por los jóvenes, integrada a una democracia más abierta, se comprometa a construir un país sin guerra y con participación real y democrática de la población”.

Respirar con el resucitado

En esa línea, lo esencial del mensaje del Papa a los obispos, y al conjunto de los colombianos, Monsalve lo ubica en el llamado a abrirse al futuro que señaló aquel que venció a la muerte, al odio, a la cruz y al sepulcro.

“Hay una experiencia bíblica muy bonita -dice el arzobispo de Cali-. Juan, el evangelista, al narrar la resurrección de Jesús pone en la tarde de ese domingo el recuentro con sus discípulos, que estaban encerrados por miedo, con un complejo de culpa espantoso, llenos de odio, de resentimiento, con unos sentimiento de soledad; y tenían  las puertas trancadas, por miedo a los judíos. Y allí la experiencia de Jesús es ponerlos a respirar una vida nueva. Una vida distinta”.

El prelado continúa recordando cómo “Jesús les dice: les traigo la paz, reciban mi espíritu; y exhala su aliento sobre ellos, como quien dice: únanse a esta nueva vida, respiren conmigo…”. A partir de ahí, extrapola la experiencia evangélica a la realidad actual: “Eso es lo primero que necesita Colombia, después de más de cinco décadas de esta violencia, después de todas estas atrocidades: la violencia, la mentira, la droga, el desborde del dinero y del sexo; el país necesita que esta historia se haga respirable; pero ella solo se hace respirable en la medida en que se respira con el resucitado”.

¿Cuál es su conclusión? “Así se puede tomar una memoria distinta, no una memoria herida, sufriente, vengativa, sino esperanzadora, capaz de perdonar y mirar el futuro. Yo creo que ese fue uno de los secretos que nos trajo el Papa”, concreta el arzobispo.

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