“Creo que llueve porque lo leo en el diario”

El periodista y profesor Santiago Farrell sostiene que los seres humanos no son “entes amorfos” que solo creen todo lo que dicen los medios.

Las noticias tienen una extensión, un tiempo y una importancia que las empresas mediáticas construyen y los ciudadanos tienen que adecuarse a ello. Existe una Agenda Setting que establece la prioridad de la información y controla la conciencia que el receptor posee sobre dicha información, “hace ya, entre 20 y 30 años, hay una concepción negativa sobre los medios, diciendo que (…) nosotros somos estantes vacíos que los medios llenan”. Aún así, creer esa afirmación implicaría entender que los receptores son incapaces de analizar la información: “si yo creo que me llueve porque lo leo en el diario, soy un idiota”. Esta afirmación categórica corresponde al licenciado en Letras, periodista y profesor universitario Santiago Farrell, quien ilustra esta concepción sobre los medios a partir de un grafiti que alguna vez vio en un paredón de Buenos Aires: “Nos mean y los diarios dicen que llueve”.

Creer en esa frase, “es presuponer que quien está leyendo el diario y mirando/escuchando la televisión es un ente amorfo que lo que recibe no lo va a modificar, no le va a aplicar sus valores, no lo va a leer desde su realidad…”

En una entrevista para el Semanario Orbe 21, el programa de periodismo eclesial que Vida Nueva coproduce para el canal de televisión del arzobispado de Buenos Aires, este prestigioso comunicador ofrece su punto de vista sobre los medios que se utilizan hoy en día para la trasmisión de información, contemplando las dos caras de la moneda.

Gabriela Laschera y Jorge Oesterheld entrevistan a Santiago Farrell

“Los medios tienen intereses cruzados” y el rating condiciona aquello que se va a difundir, porque ya no existe un “pacto de lectura”. En el caso de los medios no masivos se establece una relación entre el emisor y su target porque está dirigido a ellos y el público puede sentirse identificado. Sin embargo, esto desaparece con la trasmisión a grandes muchedumbres.

“Jesús usaba parábolas, pero las usaba porque se estaba adaptando a formas comprensibles de quienes lo rodeaban”, sostiene. Los periodistas “están escribiendo o hablando no solo para los del palo”,

Los medios de comunicación pueden llegar a manipular los datos, a ocultar a algunos y modificar los hechos al dar una verdad parcial, pero eso no justifica que una persona que tiene los elementos necesarios para interpretar esta realidad, no realice una lectura analítica de aquella información y simplemente la adopte como una verdad absoluta.

Sin embargo, describe que en el periodismo “hay una lógica periodística” que es “lo que rompe la cadena”. Ejemplificando, dice: “Si vienen todos los patitos en fila, en cadena, no es noticia. Pero si un patito sale de la cadena o uno de los patitos es más oscuro, eso es noticia, porque la novedad es lo que varía”.

“Un día –recuerda–, mi tío Gerardo Farrell, que fue obispo coadjutor de la diócesis de Quilmes, me dijo que uno de los problemas que tenían los sacerdotes y los obispos cuando iban a los medios era que ya el púlpito no existía. Él me decía: ‘a vos te invitan a un programa de televisión y a lo mejor ponen a una dirigente travesti o a un político…’ La reflexión de él era que se los ponía a todos en una situación de igualdad con la que hay que saber manejarse”.

Y cuenta una anécdota que marca la imagen de lo que se tenía de la Iglesia católica: “Hace muchos años, un amigo que era productor de televisión me llamaba y me pedía que le consiga un cura ‘que diga que no’, no importa a qué, lo que importaba era que dijera que no. Esa era la imagen que se tenía de un cura, porque cada vez que un cura aparecía en la televisión era para decir que no… Pero ahora eso está cambiando… ¿por qué decir que no? Vamos al sí, vamos a la propuesta, vamos a escuchar. El papa Francisco tiene mucho de esto”.

Para Farrell, en los obispados y en las congregaciones religiosas, “hay que tener gente formada, que conozca de medios, que no lo detesten y que no tenga miedo de hablar con ellos”.

Al final de todo, este periodista y analista de medios da una lección para la Iglesia en particular y para la sociedad en general: la gente que consume los medios de comunicación son los únicos responsables de la influencia que los medios tienen sobre la comprensión del entorno. Es decisión de cada oyente, de cada lector o de cada televidente permitirles manipular la conciencia que cada uno tenemos sobre el mundo que nos rodea.

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