La ayuda discreta pero efectiva de la Iglesia tras el terremoto

  • Felipe Arizmendi: “La discreción es una de las grandes virtudes de la Iglesia, que es la primera en acudir, pues estamos en medio del pueblo, donde no llega ni el gobierno ni la televisión”

El obispo de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, monseñor Felipe Arizmendi, aseguró que los estados afectados por el terremoto de 8.2 grados Richter del pasado 7 de septiembre han percibido la solidaridad tanto nacional como internacional, la cual “agradecemos de corazón”.

Destacó en particular la labor de miles de voluntarios que trabajan en las zonas afectadas, los servicios de las diferentes instancias de gobierno, federal, estatal y municipal, así como el trabajo del Ejército Mexicano.

Sin embargo, lamentó que aún haya “políticos que aprovechen esta desgracia para conseguir votos”, así como “personas que sólo se limitan a ver desde lejos el sufrimiento ajeno, critican todo y a todos, pero ni un peso aportan para ayudar a los que se quedaron sin nada”.

Que no sepa tu mano izquierda…

Sobre la ayuda que está brindando la Iglesia católica a los damnificados, el Obispo de Chiapas explicó que debido a que los noticieros televisivos dan a conocer sólo lo que hacen las instancias gubernamentales, algunos se han preguntado ¿dónde está la Iglesia?

En este sentido, señaló que la discreción es una de las grandes virtudes de la Iglesia, y añadió: “Me ha tocado vivir inundaciones y otros fenómenos, y es nuestra gente de Iglesia la primera en acudir y ayudar, pues estamos en medio del pueblo y llegamos a donde no llega el gobierno ni la televisión”.

Dijo ser testigo de la ayuda mutua, fraterna e inmediata, de los vecinos, de las familias, de los catequistas, de las parroquias, de Cáritas y de los agentes de pastoral, “aunque no salgan en los medios informativos”, señaló.

Dios habla a su pueblo

Al referirse al salmo responsorial del domingo pasado, que decía: “Señor, que no seamos sordos a tu voz”, recordó que Dios habla a su pueblo en los acontecimientos. “El terremoto no es castigo de Dios ­–dijo, en referencia a un pastor protestante que ha difundido esta idea en Chiapas–, pero es una advertencia: no somos dioses, somos frágiles y en cualquier momento podemos terminar”.

Recordó que las cosas por las que tanto se afana el hombre, “como una buena casa, un vehículo nuevo, una gran televisión, etc., pasan, y en un momento quedan reducidas a nada. Por ello, hay que apreciar lo que más vale: Dios, la familia, las buenas relaciones, el servicio a la comunidad. Eso no pasa, no se destruye; eso dura para siempre”.

Finalmente, llamó a los fieles a llevar a su parroquia algo que pueda servir para remediar las necesidades de los afectados por el terremoto, pero “no lo que ya no te sirve, para deshacerte de ello, sino lo que quizá tú también necesitas, para otros que pasan más carencias que tú. Pregunta el número de cuenta de Cáritas y deposita lo que puedas, para que lo hagan llegar en forma confiable a su destino. Y oremos por los que sufren, porque la oración es una fuerza increíble”.

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