Francisco apela a la paz en plena crisis entre Corea del Norte y Estados Unidos

  • Pyongyang anuncia que ha probado con éxito una bomba de hidrógeno y Washington responde que está preparada para una guerra nuclear
  • El Papa recibe en el Vaticano al Consejo Coreano de Líderes Religiosos y clama por un encuentro “siempre abierto y respetuoso”

Kim Jong-un prueba con éxito una bomba de hidrógeno en Corea del Norte

Cada día que pasa se agrava la crisis abierta entre Corea del Norte y Estados Unidos, con Japón y Corea del Sur como convidados de piedra que a su vez pueden convertirse en los principales afectados de una catástrofe humanitaria de efectos incalculables.

Así, las pruebas armamentísticas por las que el régimen comunista Kim Jong-un ha hecho incluso atravesar un artefacto por el territorio nipón, han tenido su punto álgido este pasado fin de semana cuando Pyongyang ha anunciado que ha probado con éxito una bomba de hidrógeno. El Ejecutivo estadounidense, con Donald Trump a la cabeza (siempre desafiante a través de su cuenta de Twitter), ha dejado bien claro que, llegado el caso, defenderá su territorio y el de sus aliados con toda “nuestra capacidad nuclear disponible”.

En este contexto, la audiencia de este pasado sábado 2 de septiembre en el Vaticano, en la que el papa Francisco ha recibido al Consejo Coreano de Líderes Religiosos, resulta muy significativa. Incluso más que la anterior, el 18 de agosto de 2014 en Seúl, en el transcurso del viaje papal a Corea del Sur, pues ahora la máxima tensión acerca más que en ningún otro momento en las últimas décadas la amenaza de una guerra nuclear.

En un discurso tejido con un fino estilo diplomático, Bergoglio centró su mensaje en la necesidad del diálogo interreligioso y ecuménico, pero poniendo el acento (sin citar en ningún momento el conflicto político) en que este ha de ser un motor de paz. Y para ello puso como modelo “el camino a menudo desafiante” del diálogo emprendido por la Iglesia desde el Concilio Vaticano II. A través de compartir ideas, sueños u oraciones, pero sobre todo en el plano de las relaciones humanas, porque “el diálogo interreligioso consiste en contactos, encuentros y cooperación; un esfuerzo que es precioso y agradable a Dios, un desafío dirigido hacia el bien común y la paz”.

“Este diálogo –prosiguió Francisco– debe ser siempre abierto y respetuoso para que sea fructífero. Abierto, es decir, cálido y sincero, llevado adelante por personas dispuestas a caminar juntas con estima y honestidad. Respetuoso, porque el respeto mutuo es a la vez la condición y el objetivo del diálogo interreligioso. De hecho, es en el respeto al derecho a la vida, a la integridad física y a las libertades fundamentales, como las de conciencia, religión, pensamiento y expresión, para construir la paz, para lo cual cada uno de nosotros está llamado a orar y trabajar”.

“El mundo nos mira”

“El mundo nos mira –aseguró de un modo directo el Pontífice–. Nos pide que trabajemos juntos y con todos los hombres y mujeres de buena voluntad”. De ese caminar conjunto ha de salir, entre otras cosas, “el rechazo de la violencia; en particular, esa violencia que profana el nombre de Dios” y conduce al abismo de una “crisis de la esperanza”.

La receta de Francisco para ese diálogo incluye varios ingredientes: “Debe ser llevado a cabo con humildad y perseverancia, no solo levantando nuestras voces, sino arremangándonos, sembrando la esperanza de un futuro en el que la humanidad se vuelva más humana y en el que se escuche el grito de tantos que rechazan la guerra e imploran mayor armonía entre individuos y comunidades, entre pueblos y estados”.

En definitiva, se trata de promover “un estilo de paz, con palabras claramente distintas de la narrativa de miedo y con gestos opuestos a la retórica del odio”. “Rezo constantemente –concluyó Bergoglio ante los líderes religiosos– para que Dios les conceda los dones de paz y la reconciliación fraterna”.

Noticias relacionadas
Compartir