Pese al silencio, el horror en Siria continúa

  • Así lo denuncia, en conversación con Vida Nueva, el religioso Rodrigo Miranda, responsable de la catedral latina de Alepo durante cuatro años
  • Considera que con la liberación de Alepo no ha concluido la guerra y que aún queda mucha labor de reconstrucción: “Hay lugares en los que aún no hay ni agua ni electricidad, ¡y así desde hace años!”

¿La guerra de Siria ya ha acabado? Algo así es lo que, en conversación con Vida Nueva, se cuestiona irónicamente Rodrigo Miranda, misionero chileno del Instituto del Verbo Encarnado y responsable de la catedral latina de Alepo durante cuatro años, hasta que el conflicto obligó a que sus superiores le enviaran a recorrer el mundo para contar lo que allí ocurría. Ahora, advierte con un cierto estupor, los medios han apartado el foco y Siria ha desparecido. Como si con la liberación de Alepo hubiera concluido una de las guerras más terribles en lo que va de siglo o como si no fuera esta la hora de acometer una restauración de las ruinas materiales y personales que se antoja titánica por el grado de devastación alcanzado.

“Como ocurre con otros temas –lamenta–, parece que Siria pasa de moda. Los cambios en los frentes informativos responden a los intereses de los que crean o reingenierizan nuestras sociedades y sus conflictos”. Sin embargo, más allá de que aún siguen presentes “las guerras de guerrillas y los auspicios de Occidente”, lo más grave es “la situación de los suministros básicos, que siguen escaseando en grandes zonas. Hay lugares en los que aún no hay ni agua ni electricidad, ¡y así desde hace años!”.

A pesar de que valora “los esfuerzos del ejército sirio y de Rusia”, Miranda considera que “la ayuda es muy precaria”. A lo que se añade “el embargo, que afecta directamente a la población”. Por no olvidar que “siguen los terroristas, de muchos grupos diversos, atacando a los ciudadanos. Ahora hay más atentados cerca de Damasco. Nos contaban unas religiosas que estos días, cuando se dirigían de camino a Líbano, los tanques del ejército sirio disparaban para alejar a los grupos terroristas de las rutas principales”.

Un motivo para congratularse es que, poco a poco, “hay familias que van regresando a Alepo después de años de haberse visto obligadas a salir a diversos países con la ayuda de las Iglesias locales”. Ahora, advierte el misionero chileno del Instituto del Verbo Encarnado, afrontan un reto no menor: “Se encuentran tratando de reconstruir su vida, literalmente”.

Occidente se ha equivocado

Muy crítico en todas sus conferencias sobre el papel de Occidente en la crisis que vive Siria, este religioso, que conoce muy bien la situación de los cristianos en Oriente Próximo (antes de Alepo, sus destinos fueron la Franja de Gaza, Egipto y Jordania), denuncia que no ha funcionado la táctica de tratar de derribar el régimen de Al-Assad a través del apoyo a grupos opositores que, a su juicio, están marcados por el fundamentalismo: “Como la mentira tiene las patas muy cortas, el paso del tiempo nos ha dado la razón en lo que muchos venimos denunciando desde el año 2011. Así que no le quedó otra cosa al presidente Trump, que parece un poco más honesto (aunque igual de surrealista y loco), que suprimir la colaboración de la CIA con los terroristas, cosa que conocíamos directamente desde el año 2010… Veremos si se hace efectivo”.

Por otro lado, además de esta “operación”, “similar a la realizada en Irak”, Miranda percibe que “ya está todo dispuesto para crear una movida con Irán”.

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