Luigi, el otro médico de las víctimas en los atentados de Barcelona

  • El capellán de la comunidad italiana en la ciudad acompaña a las familias de los dos fallecidos y a los heridos
  • “Nunca hay palabras suficientes para consolar. Consuela la presencia, el gesto, el abrazo, dar la mano, compartir un silencio que nunca es vacío”, asegura el sacerdote Luigi

Desde que tuvo lugar el atentado de las Ramblas de Barcelona el pasado jueves, Luigi Usubelli no ha parado de ver la manera para echar una mano. El enclave turístico elegido por los yihadistas le hizo pensar desde un primer momento que era más que probable que hubiese víctimas italianas. Y así se confirmó después: dos muertos y varios heridos. Como capellán de la comunidad italiana en Barcelona, no ha cejado en la búsqueda en los hospitales para mostrar consuelo y apoyo a los familiares. También en la Ciudadela de la Justicia, donde todavía se realizan las autopsias y se espera que el forense confirme la identidad de los fallecidos.

 “De momento no he hablado con muchos heridos porque se está restringiendo el acceso a los hospitales por motivos de privacidad”, explica este sacerdote de 50 años de la diócesis de Bérgamo que fue enviado por la Conferencia Episcopal Española hace tres años para acompañar pastoralmente a los emigrantes italianos el la Ciudad Condal. “He dejado mi número de teléfono en todos los centros médicos para que puedan llamarme en cuanto pase este primer momento de shock”.

Luigi Usubelli, capellán de la comunidad italiana en Barcelona

Luigi Usubelli, capellán de la comunidad italiana en Barcelona

“Ayer pude conversar cara a cara con los familiares de los posibles fallecidos a las puertas de la Ciudadela, pero todavía se aferran a la idea de que puedan estar con vida. Están viviendo las horas más difíciles, las de la incertidumbre”, comenta Luigi que convencido de que “el limbo en el que se encuentran hasta que se confirme la identidad le añade una dimensión más trágica”.

El dolor ante una catástrofe

Ahí estará este capellán para acompañarles en el duelo. Como médico de las almas. Como ese hospital de campaña en sentido literal que reclama el Papa Francisco para ser Iglesia. Lamentablemente, haber tenido que acompañar a los familiares de la víctimas del accidente del autocar que tuvo lugar hace un año en Tarragona , le ha permitido vivir de cerca el dolor de una catástrofe.  “Nunca hay palabras suficientes para consolar ante una situación así. Consuela la presencia, es el gesto, el abrazo, dar la mano, compartir un silencio que nunca es vacío”.

El capellán mantiene además que  “es normal que en un primer momento se enfaden con Dios. Es parte de la reacción. En estos momentos  de dificultad tienen que desahogarse, expresarse. Nuestra tarea es estar ahí, escuchando. El desahogo es parte de la tragedia. La Biblia está llena de personajes que se lamentan y tienen motivos para ello, que incluso desafían a Dios… Basta con echar un vistazo al libro de Job para poderlo comproba”.

Pero Luigi no está solo en su tarea.  “La comunidad italiana es una piña. Aunque la mayoría están este mes de agosto de vacaciones, los que se han quedado aquí se han volcado ofreciendo sus casas, acompañamiento…”, explica el capellán de los 80.000 italianos que viven en Barcelona, la comunidad migrante más numerosa de la ciudad junto con paquistaníes y marroquíes.

Diálogo con los musulmanes

Precisamente su relación con las comunidades de musulmanes es estrecha. “Hoy mismo he hablado con el presidente de los jóvenes musulmanes de Barcelona para mostrarle mi cercanía y me comentaba el miedo que ha surgido en ellos tras las pintadas en su mezquita”, explica el sacerdote que a lo largo del pasado curso ha trabajado con su comunidad la relación con el mundo musulmán. “Solo conociendo esta realidad puede desaparecer el miedo y se puede afrontar de forma madura situaciones como esta”.

Pasados los primeros días del atentado, el sacerdote italiano se muestra preocupado por el devenir de los acontecimientos: “El miedo que tengo es que ahora toda esta emoción se caiga en el olvido hasta el próximo atentado. Nos falta capacidad de análisis, afrontarlo con más madurez”.

 

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