A pesar de todos sus esfuerzos en favor de la paz, los obispos colombianos están divididos alrededor de este tema.
En una edición reciente, la revista Vida Nueva Colombia publicó la entrevista con el obispo colombiano Octavio Ruiz, secretario del Consejo Pontificio para la Promoción de la Nueva Evangelización. En esa entrevista manifestó, refiriéndose al plebiscito de 2016 sobre los acuerdos de paz: “es la primera vez que el episcopado colombiano está tan dividido, se ha producido una polarización como la ocurrida en todo el país: la mitad estaba a favor y la otra mitad en contra”. La misma percepción reveló el saliente presidente de la Conferencia Episcopal, monseñor Luis Augusto Castro.
Refiriéndose a la situación del episcopado, admitió: “tenemos una realidad que es muy semejante a la del país. Está, por ejemplo, el área urbana para la que la guerra de Colombia y la de Siria son la misma cosa: algo lejano, que no nos toca. Los que hemos vivido la guerra, los que hemos pasado años en el campo alzando cadáveres y consolando viudas, sí queremos que esta guerra se acabe cuanto antes”. “Necesitamos que el Espíritu Santo nos guíe hacia la verdad completa”, concluyó el arzobispo.
Los dos testimonios, el de monseñor Ruiz, desde Roma, y del de monseñor Castro, desde Bogotá, dejan en evidencia uno de los problemas que el papa Francisco encontrará en su próximo viaje a Colombia: dos grupos en el episcopado, el de la pastoral urbana, y el de la pastoral rural, con su percepción diferente del conflicto y de la paz.
Puesto que el blindaje de la paz ocupa un lugar central en la agenda del pontífice, es previsible su esfuerzo para lograr la unidad episcopal alrededor de la paz, de modo que por sobre las consideraciones políticas predomine la mirada sobre la paz como bien de todos.
