Uruguay – Del conflicto a la comunión

Gestos significativos entre representantes de las distintas Iglesias en la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos.

Si bien todavía existen personas que continúan encuadrando la situación en términos tan inadecuados como el de competencia, hace años ya que las distintas iglesias cristianas entienden que deben acercarse, dialogar y trabajar juntas. Algo de esto se pudo vivir en Uruguay el jueves 1 de junio, durante la celebración ecuménica realizada en el marco de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, que comenzó el 28 de mayo y concluyó el día antes de la fiesta de Pentecostés. La reflexión central fue realizada por Arturo Fajardo y la cita fue en la Iglesia Luterana de la Congregación Evangélica Alemana de Montevideo.

Además de ser obispo de San José, Fajardo está avocado a la tarea del diálogo desde diversos roles: es el actual presidente del Consejo de Iglesias Cristianas del Uruguay, de la Comisión de Ecumenismo y Diálogo Interreligioso de la Conferencia Episcopal del Uruguay y recientemente, en las elecciones llevadas a cabo el pasado 6 de junio, fue electo como co-presidente de la Confraternidad Judeocristiana del Uruguay por la parte Católica.

A su vez, el Consejo de Iglesias Cristianas del Uruguay existe desde 1998 y está conformado por la Iglesia Metodista del Uruguay, la Diócesis Anglicana del Uruguay, la Iglesia Evangélica Valdense del Río de la Plata, la Iglesia Católica Apostólica Romana, la Primera Iglesia Evangélica Armenia, la Congregación Evangélica Alemana en Montevideo, Iglesia Pentecostal Naciente, la Iglesia Evangélica Luterana Unida, el Ejército de Salvación y la Asociación Cristiana de Jóvenes.

Recordando que este año se cumple el quinte centenario de la reforma de Martín Lutero, el Fajardo afirmó que este “acontecimiento crucial” nos invita a recordad que “la Iglesia siempre deberá reformarse y convertirse”. “Todos nosotros, debemos pasar del conflicto a la comunión, sufrimos la división y queremos dar pasos hacia la comunión. Siempre debemos volver al Señor al encuentro con su Palabra”, enfatizó.

El obispo remarcó también cuánto une a las Iglesias cristianas el trabajo por la solidaridad y la justicia así como los cristianos perseguidos y que sufren el martirio. “Siempre será la tarea cristiana tender puentes, pasar de las tinieblas a la luz. Las tinieblas se vencen con la luz y más vale encender una luz en esta sociedad que nos toca vivir que maldecir la oscuridad”, afirmó.

Pero más allá de las palabras, hubo un gesto que fue la gran particularidad de esta celebración: a medida que se leían las oraciones de perdón, los lectores presentaban unas grandes cajas, que simulaban piedras, con las que iban construyendo un muro. Estas “piedras” representaban la falta de amor, el odio y el desprecio, la falsa acusación, la discriminación, la persecución, la comunión rota, la intolerancia, las guerras de religión, la división, el abuso de poder, el aislamiento y el orgullo. Y, al final de la liturgia, ese muro fue desarmado y con las mismas piedras se formó una cruz. La explicación de este gesto, sobra.

La celebración más preparada

Sin embargo –y sin pretender quitar mérito a Fajardo– hay que señalar que la liturgia para esta fiesta, con su particular gesto, no fue fruto de la creatividad de este obispo, ni de ninguno de los asistentes, sino que fue planificada en Alemania con dos años de anticipación. Porque la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos se celebra en todo el mundo y tiene sus orígenes hace más de 100 años, y sus antecedentes se remontan a 1740. En el hemisferio norte suele celebrarse entre el 18 y el 25 de enero, cubriendo el período entre la fiesta de lo santos Pedro y Pablo, desde que esta fecha fue sugerida en 1908. En el hemisferio sur, en cambio, como estas fiestas suelen caer en las vacaciones de verano, se suele celebrar esta semana en torno a la festividad de Pentecostés.

Este año es especialmente particular desde la perspectiva ecuménica, porque 1517 fue el año en que Lutero hizo públicas sus 95 tesis donde expresaba su preocupación por los abusos que percibía en la Iglesia de su tiempo, clavando su famosa carta en la puerta de la iglesia. Desde 2008 la Iglesia Evangélica Alemana se ha estado preparando para este aniversario, centrándose en un aspecto distinto cada año, como “la Reforma y la política”, o “la Reforma y la educación”, por ejemplo.

Esta Iglesia alemana ha querido incorporar en sus festejos a sus interlocutores ecuménicos, es decir, a otras Iglesias cristianas, lo que suscitó gran variedad de debates, de distinto tenor. Finalmente, las diversas Iglesias de Alemania llegaron a la conclusión de que la forma de conmemorar ecuménicamente la reforma debía ser una Christusfest: una celebración de Cristo, poniendo el énfasis en él y en su obra reconciliadora como centro de le fe cristiana.

Desde el sitio web oficial del Vaticano, se explica: “Si se tiene en cuenta que la historia de la Reforma se ha caracterizado por una dolorosa división, este es un logro muy considerable. La Comisión Luterano-Católico Romana sobre la Unidad ha trabajado mucho para llegar a un entendimiento compartido de la conmemoración. Su importante informe Del conflicto a la comunión reconoce que las dos tradiciones se acercan a este aniversario en una época ecuménica, con los logros de 50 años de diálogo a sus espaldas y con una comprensión nueva de su propia historia y de la teología. Separando lo que es polémico de las cosas buenas de la Reforma, los católicos ahora son capaces de prestar sus oídos a los desafíos de Lutero para la Iglesia de hoy, reconociéndole como un ‘testigo del evangelio’. Y así, después de siglos de mutuas condenas y vilipendios, los católicos y los luteranos en 2017 conmemorarán por primera vez juntos el comienzo de la Reforma”.

En otoño de 2014 se reunió por primera vez el comité nacional alemán de planificación para pensar los materiales para la semana de oración de 2017, rápidamente vio con claridad que debía ponerse el énfasis en dos puntos: la “justificación de la humanidad a través de la sola gracia”, pero también se debería “reconocer el dolor por las profundas divisiones subsiguientes que afligieron a la Iglesia, hablar claramente de culpa y ofrecer una oportunidad para dar pasos hacia la reconciliación”. Los textos y materiales fueron redactados a lo largo de 2015, por un equipo conformado específicamente para la tarea. Conociendo la idiosincrasia uruguaya, no es demasiado arriesgado pensar que ninguna celebración del año fue preparada con tanta anticipación como esta.

 

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