Gonzalo Tejerina: “Los religiosos no somos los salvadores del laico”

  • Celebrado en Madrid un coloquio sobre la vida consagrada promovido por el ITVR, en la presentación del libro ‘Signum Comunionis’
  • El teólogo y decano de la UPSA apuesta por ir más allá de la misión compartida
  • El obispo de Tarazona reclamó una mejor relación entre consagrados y clero diocesano como un “deber primario”

 

El teólogo Gonzalo Tejerina, el obispo de Tarazona, Eusebio Martínez Sola, y el director de Publicaciones Claretianas, Fernando Prado, en el Instituto Teológico de Vida Consagrada, el 18 de mayo de 2017

La vida monástica nace de la Iglesia. Esta sentencia agustiniana fue ayer jueves 18 de mayo el punto de partida para el coloquio sobre la vida consagrada, promovido por el Instituto Teológico de Vida Religiosa (ITVR) con motivo de la publicación del libro ‘Signum Comunionis’ (Publicaciones Claretianas), del sacerdote agustino Gonzalo Tejerina Arias.

“El libro nace de la necesidad y deseo vivo de tratar este tema desde un punto estrictamente teológico”, aseguró Tejerina, decano de Teología de la Universidad Pontificia de Salamanca (UPSA), que estuvo acompañado de Eusebio Hernández Sola, obispo de Tarazona y miembro de la Comisión Episcopal de Vida Consagrada, así como de Domingo Amigo González, presidente de la Federación Agustiniana de España.

“Durante años no se habló nada de la relación entre laicos y religiosos, es una realidad relativamente reciente. Estamos empezando un tiempo nuevo en esta relación, una dimensión que hace fecunda y signo creativo la vida de los consagrados”, apuntó Tejerina, que abordó la necesidad de dar pasos hacia una “comunidad religiosa y laical”. Desde una mirada crítica dijo que esto tiene que ir más allá de la llamada “misión compartida”.

“La misión compartida no es suficiente, hoy se presenta como una definición ambigua. La misión compartida requiere una comunidad de fe previa entre laicos y religiosos”. “No se trata de que los religiosos colonicemos espiritualmente al laicado. Los religiosos no somos los salvadores del laicado”, advirtió, a la vez que afirmó: “El laicado se mueve por sí mismo. Ahí están los movimientos”.

Nuevos caminos de consagración

Consciente del descenso numérico de la vida religiosa “fruto del fuerte secularismo”, el obispo de Tarazona apuntó, por su parte, que “la vida religiosa no faltará en la Iglesia y en el mundo como signo radical de la presencia de Jesucristo en el mundo”.

Así, explicó que esta consagración “puede y debe tener expresividad y profundidad y debe seguir adelante en la Iglesia en nuevos escenarios y en formas nuevas, que debemos buscar con creatividad”.

“Es necesaria una teología concreta que ofrezca propuestas concretas bien fundada”, insistió Hernández Sola, que apreció algunas ideas desarrolladas por Tejerina, como la dimensión comunitaria, la misión compartida y una mayor inserción en la Iglesia diocesana. “Esta inserción es, por desgracia, es ambigua”, comentó, a la vez que reconoció que “se tienen que mejorar tanto por los obispos como los religiosos”.

“Hay sacerdotes que tienen a consagrados y consagradas trabajando en sus parroquias y ni siquiera conocen el nombre de su fundador”, lamentó Hernández Solá. Por eso, señaló que fomentar esta comunión es “un deber primario”.

Cambio de ciclo

“El tema de la comunión es el alma y el objetivo más importante de mi vida. Sigue siendo el proyecto más ilusionante en la Iglesia local que el Papa me ha confiado”, apostilló Eusebio Hernández Sola.

“Estamos ante el final de un ciclo en la vida consagrada”, apreció Domingo Amigo González, presidente de la Federación Agustiniana de España, haciendo suyas las palabras de Tejerina, para lo cual comentó que “no es preciso poner parches. Es preciso romper viejos moldes y acabar con algunas estructuras”.

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