“Sentimos el dolor de la gente”

La Diócesis de Buenaventura apoya las movilizaciones del paro cívico en la ciudad

La Diócesis de Buenaventura participa activamente de las movilizaciones que en este momento tienen lugar en la ciudad. El puerto más grande sobre el Pacífico colombiano está paralizado. Los ciudadanos reunidos en paro cívico exigen una solución estructural a los problemas de muy diverso orden que afrontan a diario. Le han pedido al Gobierno que se declare un estado de emergencia social y hacen propuestas para el mejoramiento de las condiciones de vida, en materia de seguridad, de fortalecimiento de la producción local, de acceso a la justicia, de atención en salud, educación, promoción cultural, entre otros puntos.

La Iglesia local, que ve justos los reclamos de la comunidad, se ha unido a las marchas y a las acciones culturales que tienen lugar en más de diez puntos de la ciudad. “Sentimos el dolor de la gente”. En conversación con Vida Nueva, el padre Jhon Reina, director de la pastoral social, cuestiona el direccionamiento de la inversión del Estado en beneficio de privados y a costa de la agudización de los problemas que sufren las mayorías. Según afirma, ha habido desarrollo para el área de intervención portuaria, pero no para la población civil. Buenaventura aporta al año más de 5 billones de pesos al erario; sin embargo, ello no se traduce en condiciones dignas de existencia para sus habitantes. “Esas son las inequidades que la comunidad está viendo”.

Se cumplen cien años del nacimiento de Gerardo Valencia Cano, quien como obispo de la región se comprometió con los más pobres, en la lucha por la transformación de la situación a la que eran sometidos. “No se puede decir que se ama a Dios si no se ama a la persona en su situación concreta”. Sus palabras y su testimonio siguen inspirando el trabajo eclesial de formación y acompañamiento a las comunidades, con el fin de que el pueblo asuma el rol que le corresponde: ser artífice de su propio desarrollo, como explica el padre Reina.

También el obispo actual, Héctor Epalza, está decidido a hacer valer los derechos de la población civil. Su voz ha denunciado el incremento de la violencia y ha estimulado a la ciudadanía para que se una y exija soluciones de raíz. “El gran problema de Buenaventura es vencer la indolencia y la indiferencia”, ha dicho; “su gran potencial será el sentido de pertenencia de sus habitantes, su compromiso y solidaridad para alcanzar el bien común como pueblo, no el bienestar de unos pocos”. La ciudadanía lo ha escuchado y camina masivamente, acompañada por la Iglesia.

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