Tribuna

Ventiladores en acción

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niebla y oscuridad amenazan cúpula de basílica de San Pedro del Vaticano

ANTONIO PELAYO, corresponsal de Vida Nueva en ROMA | En las últimas horas, dos periódicos españoles de amplia difusión han publicado informaciones sobre escándalos se sexo, dinero y luchas de poder que habrían llevado a Benedicto XVI a dimitir. Entre ambos artículos hay coincidencias verbales y de frases enteras, puesto que ambos han chupado la información de un rotativo italiano considerado fuente de todo respeto.

No hay nada nuevo ni en los hispánicos ni siquiera en el itálico. Se trata de simples refritos de cosas ya publicadas hace meses, conocidas por cualquier seguidor de estos asuntos, pero que ahora conviene reciclar, puesto que es el “momento justo”.

Sí, antes de cada cónclave se ponen en marcha ventiladores cuya única función es desparramar porquerías sobre todo lo que se mueve, especialmente si llevan sotana blanca o rojo-púrpura.

Me resulta incluso muy curioso que, para reforzar el tono escandaloso, se utilicen expresiones tan rancias como “reverenda capilla musical” o “sacrosanta basílica papal”, que ya solo se encuentran en crónicas de siglos pasados.

El cónclave es una institución secular que ha dado en el pasado óptimos, no tan buenos e incluso pésimos resultados. Y sobre él se han ejercido presiones y vetos hoy prohibidos y severamente castigados por la ley que lo regula.

Pero el rigor legislativo no contempla la intoxicación a la que se entregan algunos medios de comunicación, absolutamente penosa en casos como los que aludimos y que nos deberían avergonzar como profesionales de la información.