Tribuna

La semana del gran silencio

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ANTONIO PELAYO, corresponsal de Vida Nueva en ROMA | Es la que están pasando estos días Benedicto XVI y sus colaboradores de la Curia Romana. No sé lo que pensarán estos mientras escuchan al cardenal Gianfranco Ravasi desgranar sus meditaciones en la capilla “Redemptoris Mater” del Palacio Apostólico, pero estoy seguro de que Joseph Ratzinger se siente arrastrado como Jesús a la soledad para rezar y encontrarse con el Padre, lejos de las audiencias, de los protocolos de la corte, de las adulaciones que ocultan maniobras en busca de más poder, de la insinceridad de muchos aplausos.

No este; todos los papas han sido, en cierta manera, grandes solitarios. Una soledad de la que otros han intentado huir abrazándose al ejercicio del poder, a la caza o a los enredos más banales. Ratzinger ha encontrado refugio en sus estudios teológicos, en la redacción de sus libros y discursos, en la reflexión compartida con algunos, pocos, confidentes.

El Papa se prepara en el silencio y la oración para su última semana de pontificado. ¡Que Dios le proteja y nosotros le acompañemos!