Sonidos para la fraternidad

Música-Taizé(Maite López Martínez) La comunidad de Taizé, y sus cantos, tiene mucho que ver con la unidad de los cristianos. Ése era uno de los deseos más profundos del Hermano Roger, fundador de una comunidad en la que conviven personas de distintas confesiones cristianas y que ha iniciado un camino nuevo, original y certero hacia una utopía que, gracias a ellos, parece menos inalcanzable. Una extraordinaria forma de expresar ese deseo de comunión ha sido la música. Los famosos cantos de Taizé (cuya alma fue el fallecido Jacques Berthier) se centran en lo esencial, tanto a nivel de textos como  musical. Son repetitivos, sencillos, poniendo énfasis en lo que de verdad importa, facilitando la oración, el encuentro con Cristo y la comunión fraterna.

Estas razones, junto con los encuentros anuales, han facilitado la difusión de sus grabaciones. Taizé cuenta con una edición muy cuidada de sus discos desde el punto de vista artístico: Resurrexit fue el primero, grabado en el encuentro de París en 1984, con temas ya tan universales como Nada te turbe, Christus resurrexit, Dona la pace, Oh Lord, hear my prayer o Bleibet hier. Dos años después, se editó Alleluia, fruto del encuentro de Londres, con Bless the Lord, Confitemini Domino, Laudate omnes gentes o De noche iremos. Siguieron Jubilate (1991); Veni Sancte Spiritus (1993); Sing to God (1995); Ubi Caritas (1996); Chants de la Prière à Taizé (1998); Bendecid al Señor (en 1999, con 20 cantos en castellano, catalán, euskera y gallego); Joy on Earth (1999); Venite Exultemos (2001); Laudate omnes gentes (2002); y Christe Lux Mundi (2005), además de un par de instrumentales (2003 y 2005).

Escucharlos es entrar en una inmensa catedral en la que caben todos. Hay escasez de diálogo y urgencia de unidad. Por eso necesitamos comunidades y música como la de Taizé.

mtlopez@vidanueva.es

En el nº 2.692 de Vida Nueva.

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