Mª Cruz Miquel: “Abríos con confianza a las vocaciones de seglares”

Seglar asociada de La Salle (Valencia)

Mª-Cruz-Miquel(Luis Alberto Gonzalo-Díez, cmf) Hay muchas maneras de abordar la vida consagrada. La experiencia irreversible de misión compartida en la que está empeñada toda la Iglesia nos invita a escucharnos y a crecer desde la pluralidad. Mª Cruz Miquel es seglar. Profesora de Bachiller, madre de familia y esposa de Francisco. Con él y tres hermanos de La Salle nos ofrece su experiencia de comunidad. Es su particular forma de ser y hacer Iglesia, en una intuición que ya dura ocho años.

Háblenos entonces de su comunidad

La formamos tres hermanos, mi marido y yo. Ellos viven en un piso, nosotros nos acercamos un día a la semana. Llevamos un proyecto que centra nuestra vida en común: jóvenes en emancipación. Esta realidad ha desencadenado una espiritualidad, una forma de vivir el presente y soñar el futuro.

Un piso de emancipación consiste en…

Acoger a jóvenes menores tutelados que, a los 18 años, necesitan acompañamiento para iniciar su vida adulta. Cada uno somos tutor de uno de ellos. Somos su familia, porque en realidad lo somos. No tienen a nadie más.

Y lo vive desde su compromiso matrimonial

Tenemos tres hijos. Mi marido y yo trabajamos en el colegio de la Salle de Paterna. Mis hijos mayores no participan de la vida de la comunidad. Son chicos de 16 y 18 años y estamos viviendo lo que es el crecimiento en estas edades. La niña pequeña, de 10 años, sí participa en toda la vida de la comunidad.

¿Se ven como una familia especial?

No, somos una familia normal. Empezó con una experiencia vivencial. Mi marido y yo éramos jóvenes de las CVX de la Compañía de Jesús. Tres hermanos, que buscaban “una nueva vida consagrada”, compartieron con nosotros la situación de un joven abandonado. En lugar de desplazar el problema, nos dijimos… esto es para nosotros.

Desde hace ocho años…

Por la comunidad han pasado distintos hermanos. Estamos unidos al proyecto de la Salle, no a un hermano en particular. El proyecto está por encima de las personas.

¿Qué le diría a los consagrados? ¿Hay futuro?

Éste es tiempo de unir fuerzas y no afrontar el futuro solos. Que no os paralice el miedo a desaparecer porque haya pocas vocaciones; abríos con confianza a las vocaciones de seglares comprometidos con Dios desde vuestro carisma; no os ahoguéis en vuestra individualidad y os aisléis al ver que el camino es difícil y supone cambios; que vuestros proyectos personales nunca estén por encima de los proyectos comunitarios; confiad que irrumpe el Espíritu y nos ofrece un nuevo camino para anunciar a Jesús. Estamos necesitados de no dejarnos llevar por la rutina espiritual que siempre es mediocre. Es tiempo de ensanchar tiendas. La vida religiosa tiene hoy, más que nunca, el papel de ser alma del carisma en la misión. Y no tanto de mantener las obras.

La comunidad, riqueza de Dios…

Los hermanos de la Salle crecen ofreciéndonos su comunidad. Ésta es un lugar para experimentar la fraternidad, la espiritualidad y la comunión… Nosotros también crecemos y es el mayor don que recibimos de una congregación. Ahora bien, creo que el matrimonio necesita su espacio y la vida comunitaria consagrada, el suyo. Tenemos un proyecto comunitario común y también una bolsa conjunta para todo lo que son gastos de funcionamiento de nuestra vida en comunión… Compartimos la experiencia de entrega en la escuela católica. Soy en este momento la coordinadora de los asociados del distrito de La Salle. En realidad, es vivir la vida desde un sentido. Hay claridad, unión, que no confusión.

Y la Iglesia, la gran comunidad, ¿en qué se compromete y cómo la vive?

Pertenezco a La Salle y, por lo tanto, a la Iglesia. Siempre me he sentido así. Creo que tenemos que cuidar los signos y los ámbitos de acogida de la familia y, particularmente, de la mujer. La táctica es la propiamente evangélica: encontrarnos con la persona donde está y no donde queremos que esté. Son tiempos para abrazar, integrar e incluir. La Iglesia debe ser la gran mirada de misericordia sobre nuestra sociedad. Es el modo de abrazar el bien, contagiándolo.

MIRADA CON LUPA

La cuestión no es tanto constatar que por ahí hay que ir, cuanto lanzarse. La vida consagrada enriquece y se enriquece en circularidad con otras vocaciones. Como todo signo de Dios, tiene sus riesgos y sus costes. Abrir horizontes, salir de lo trillado, compartir misión, es el presente de los consagrados que tienen futuro.

lagonzalez@vidanueva.es

En el nº 2.696 de Vida Nueva.

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