Lorenzo Silva: “Creo mucho en la palabra ‘moral’”

El autor publica ‘La estrategia del agua’, novela poderosa, actual y comprometida

Lorenzo-Silva(Juan Carlos Rodríguez) Vuelven Bevilacqua y Chamorro. Cinco años después, los guardias civiles de Lorenzo Silva (Madrid, 1966) viven su quinta novela convertidos ya en brigada y sargento, pero, sobre todo, en referentes incuestionables de la novela negra española. En La estrategia del agua (Destino),  Silva ha creado una trama poderosa, actual y comprometida como pocas. A través de un mezquino asesinato, llevará al lector ante otra cara de la violencia de género y de la vida judicial española. Óscar Santacruz, padre divorciado, batalla por la tutela de su hijo. Le costará la vida. Una obra que Silva dedica a Miguel Ángel Salgado, “asesinado a traición en Ciempozuelos (Madrid), el 14 de marzo de 2007” y “a todos los padres que luchan, en condiciones adversas, para seguir cuidando de sus hijos”. Este libro no es la historia de Salgado, pero, como afirma el novelista, “su sacrificio me lo sugirió”.

Por fin regresan Chamorro y Bevilacqua…

Yo siempre he estado decidido a continuar con la saga. Desde que nacieron no dudé de que, salvo fuerza mayor, debía seguir escribiendo historias con ellos. Pero siempre he sido muy precavido. He tenido claro que no los podía ordeñar como si fueran vacas, que había que dosificarlos. Me gusta llevar mi propio ritmo, y el ritmo de Bevilacqua está en tres años, aunque pueden ser dos o cuatro. Lo que no va a ser nunca es anual. Yo tengo que reinventar cada vez los personajes, y dejar que pase el tiempo sobre ellos y sobre lo que les rodea. En este caso, me ha venido muy bien porque no sólo tengo una historia en la que ellos están diferentes: mayores, ascendidos, con más responsabilidades…, sino que es diferente también el escenario en donde están investigando. Su última novela ocurría en la España feliz, ese país del G-7; ésta sucede en la España de las rebajas, en donde ni llegamos al G-20, si es que nos invitan.

‘La estrategia del agua’ es también una novela del gran Madrid. Ya era hora…

Tengo una ventaja y una desventaja respecto a otros autores del género. Casi todos tienen su ciudad. Esto está bien, y da mucho rendimiento, porque pones a la ciudad a trabajar para ti. Y te conviertes en un escritor municipal, te promociona el Ayuntamiento… Mis protagonistas no. Ellos se pasan la vida viajando. Es una desventaja porque no te apropias de algo, pero es una ventaja porque a mí me parece que la novela que poco a poco van construyendo Chamorro y Bevilacqua no es la novela policial de la ciudad X, sino que es la novela negra de España, de este conjunto de cosas que cada vez sabemos menos lo que es. Lo que me interesa es el crimen entre las personas corrientes, que podría vivir cualquiera que vive en la ciudad, como gran paraíso contemporáneo que es.

Aquí la cotidianidad se expresa en una trama sobre la violencia de género ejercida por una mujer y el abuso de una falsa denuncia…

Tendemos a pensar que la violencia, la injusticia, el abuso de poder, la corrupción, están en las esferas supraindividuales, colectivas, y eso nos tranquiliza porque no somos alcaldes, ni tenemos ningún puesto de responsabilidad, ni vamos a ser malos nunca. Eso no es verdad: la violencia, la corrupción, la inmoralidad, están en la esfera privada de las personas, están en cómo te relacionas con quienes te rodean, comenzando con tu propia casa, tu vecindario, tu trabajo… Uno puede ser corrupto sin tener ningún cargo público. Cuando uno falsifica su declaración de la renta para que su hijo entre a un colegio en el que no tiene derecho, es un corrupto. Además, con recursos públicos. Cuando uno desata sobre alguien, como sucede en la novela, el poder de coacción del Estado denunciándolo injustamente y haciendo que el Estado lo prive de libertad o lo someta a persecución, está ejerciendo un abuso de poder, aunque no lo tenga. Está ejerciendo la violencia. Todo esto es corrupción. Y la puede cometer un ciudadano. Y es igual de deleznable que cuando la comete un cargo electo.

La palabra “moral” aparece mucho…

Lorenzo-Silva-2Yo creo mucho en esa palabra. Me han hablado de ella desde pequeñito. No como mucha gente cree; la moral no es sólo lo que uno hace con determinados apéndices de su cuerpo. Sino que es lo que uno hace, lo que uno debe hacer y no lo que le conviene hacer. Una sociedad sólo tiene esperanza cuando hay un número de gente, aunque nunca será mayoritario, que antepone el deber a la conveniencia.

Paternidad masculina

Quizás por ello Bevilacqua está más identificado que nunca con la víctima…

En esta historia, un transfondo importante es la paternidad, en concreto, la paternidad masculina. Porque parece que la crianza y el cuidado de los niños es cuestión sólo femenina. Lo era en la sociedad tradicional y en esta sociedad posfeminista vuelve a serlo, porque parece que los niños deben seguir a la madre ya que los hombres están incapacitados. Que es una cosa paradójica. Yo quiero reivindicar el papel de la paternidad como algo mutuo. Para mí, mi padre es muy importante; espero yo mismo serlo para mis hijos, como mínimo, tanto como su madre. Es decir, el papel del hombre ante los hijos es muy importante. Y hay que reivindicarlo con claridad, sin dejarse arrugar por determinados discursos. Y en este caso, es lo que le sucede a la víctima. Y esa actitud es cualquier cosa menos trivial para Bevilacqua, que primero es padre y, segundo, es hijo de alguien que no ejerció como padre.

Hablamos de la tutela judicial de los hijos, que no suele favorecer a los padres…

Es algo que me interesa personalmente, porque tengo hijos que son niño y niña, que el día de mañana se enfrentarán a este problema desde la posición masculina y la femenina. Y, por tanto, tengo un interés personal en que ni prevalezcan los hombres ni las mujeres. Pero también tengo un interés social, porque creo que hemos aprobado una serie de leyes que no hemos acabado de perfeccionar. En el siglo XXI no tiene sentido convertir la ruptura de una pareja en un juego de a ver quién ha sido más malo. La ruptura, que es un fracaso de dos, debe ser soportada solidariamente por los dos. No siempre a costa de uno para que otro de los adultos se quede indemne. Los que se tienen que quedar indemnes son los niños. En el 90% de los casos, el que sufre las consecuencias es el varón. Desde luego, hay gente que no paga las pensiones y demás… ésos son delincuentes. Pero hay gente normal que padece la separación quedándose prácticamente en la indigencia, sin un techo o volviendo a casa de sus padres. Todos somos responsables en la crianza de los hijos y esto se tiene que acabar.

En la novela también abre un debate acerca del sistema judicial…

Hay un déficit de debate en este país sobre el sistema judicial. Yo he visto jueces que deberían estar, no en prisión ni inhabilitados, sino que deberían estar incapacitados por desequilibrados. El sistema no es ágil en identificar estos elementos y eliminarlos. Y eso hace mucho daño. Si falla la justicia, ya no hay nada más. Por eso, es muy importante que se depure a estos jueces que no hacen su trabajo. Pero, a veces, también somos los ciudadanos y los abogados los que abusamos del sistema judicial. Por supuesto, hay jueces que dan el callo y hacen notablemente bien su trabajo, que dan los autos para las partes y no para la prensa. Para mí son unos héroes; por eso quería hablar de uno de ellos en mi novela. El gran potencial de la novela negra es que puede hablar de todo esto. Hay quien cree que se lee porque es morbosa, entretenida o no te hace pensar mucho. No. Creo que es necesaria la mirada que da sobre el mal y, a partir de ahí, logra hablar de muchas cosas que están vivas, que la gente huele, toca y respira a diario.

jcrodriguez@vidanueva.es

En el nº 2.699 de Vida Nueva.

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