La fuerza del Resucitado

(Nicolás Castellanos Franco– Obispo emérito de Palencia)

“Resulta más pedagógico no imponer, sino más bien proponer cambios de estructuras, como pide reiteradamente el Documento de Aparecida, desarrollar otras formas para devolver el protagonismo a los laicos, a la mujer, a los jóvenes, a los movimientos sociales”

Celebramos en la Pascua que Cristo vive, que resucitó y nos regala un mensaje de vida y esperanza. Creer hoy en la Resurrección es buscar vida, y vida digna y plena, para todos. Resucitar es barrer el hambre del mundo, resistir a la actual cultura consumista del mercado, diseñar una ética de la vida contra la ética individualista, una ética del amor contra una ética de la ley, una ética del ser contra una ética del tener.

Pero esto no se corresponde con esta afirmación: “La juventud española cree más en las multinacionales que en la Iglesia”. Creo que no es cuestión de imagen, sino un tema de credibilidad, que se gana en la entrega a fondo perdido, con la alegría del Resucitado. Y ésta se consigue implicándose en la lucha por la justicia en el mundo, por ser una dimensión constitutiva de la Evangelización y del ser creyente discípulo de Jesús. Es lo que decía Max Weber: “La maldita manía de la Biblia de ponerse del lado de las víctimas”.

Igual hoy día la Iglesia tendría que tomar previsiones, no aparecer excesivamente jerarquizada, clericalizada y centralizadora. Resulta más pedagógico no imponer, sino más bien proponer cambios de estructuras, como pide reiteradamente el Documento de Aparecida, desarrollar otras formas para devolver el protagonismo a los laicos, a la mujer, a los jóvenes, a los movimientos sociales. Sigue, pues, vigente el símbolo del beato Juan XXIII de abrir ventanas, porque la Iglesia huele a viejo.

Eso pide diseñar nuevos símbolos, signos, gestos, actitudes, hasta provocaciones, que ayuden a descubrir la oferta gratuita de Jesús y su Reino, la fiesta de las bienaventuranzas. No nos está permitido tener miedo, el Resucitado vive y el Espíritu Santo está presente en el Norte secularizado y en el Sur empobrecido.

Los símbolos ayudan a penetrar la opacidad de las nieblas neoliberales y a levantar el vuelo de la utopía del Resucitado.

En el nº 2.705 de Vida Nueva.

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