Jesús Sánchez Adalid: “El hombre de hoy tiene sed espiritual”

El sacerdote  y escritor publica ‘Los milagros del vino’, novela sore la expansión del cristianismo en Grecia

(Juan Carlos Rodríguez– Fotografías: Josefina Blanco) Un párroco best-seller. Es Jesús Sánchez Adalid (Don Benito, Badajoz, 1962), que ya ha vendido más de un millón de ejemplares de sus ocho novelas históricas publicadas, como El mozárabe, La luz de Oriente o El alma de la ciudad, premio Fernando Lara de novela 2007. Este cura con parroquia en Alange (Badajoz), acaba de publicar Los milagros del vino (Planeta), una hermosa novela que narra la conversión de un griego de Corinto, Podalirio, que viaja a Palestina siguiendo el rastro de Jesús pocos años después de su resurrección.

Aunque todas sus novelas están llenas de espiritualidad y de sentido de la vida, en ninguna se ha materializado tanto la fe como en ésta. “Tal vez ha sido por una necesidad propia –explica–. Se dice con demasiada frecuencia que hoy lo religioso está obsoleto, que no interesa, que no “vende”… ¿De verdad se piensa eso honestamente? Yo creo que no. Por el contrario, nuestro hombre de hoy, como siempre fue, lleva dentro un anhelo, una gran sed espiritual. Entre otros temas, en Los milagros del vino destaco el miedo a la muerte, porque ninguna ideología o filosofía hoy te hablará de ella, sino del presente. Además de la evidente necesidad de creer, la novela aborda otros asuntos psicológicos actuales, como la depresión: uno de los males de nuestro tiempo que también aparecía entonces, o el existencialismo, porque aquí el protagonista se cuestiona su lugar en el mundo”.

Habría muchos modos de definir la novela. En cierto modo, es un viaje a las raíces, al “estado puro” del mensaje de Jesús.

Uno de los puntos clave de esta novela es la recuperación del estado en el que se encontraba el mundo grecolatino justo en el siglo I d.C., cuando se produce el cambio del paradigma clásico al cristiano, algo que no está en el imaginario colectivo. El pensamiento griego era una especie de “crisol” en el que estaban los grandes conceptos de la Antigüedad. Hubo una evolución y en él hay un concepto de divinidad absolutamente necesario para comprender lo que será el cristianismo después. El encuentro entre Podalirio (griego) y Susana (prosélita hebrea), nos traslada al momento inicial del mensaje en toda su pureza.

En este sentido, y no estrictamente en lo religioso, otro de los grandes temas es la herencia que en el cristianismo y en nuestras tradiciones hay de la cultura grecolatina. Como la cercanía de ese mensaje paulino del amor con ‘El arte de Amar’, de Ovidio o el ‘Fedro’, de Platón…

Desde el principio, los cristianos cultos tuvieron que afrontar el desafío intelectual que les planteaba la tradición cultural y filosófica griega. Y lo hicieron con diversas actitudes y tendencias, marcadas casi siempre por un gran respeto y aprecio de aquella tradición, y dialogando con ella. Al reflexionar sobre esa fecunda interacción histórica, consideré indiscutible aquello de que el proceso de cristianización del mundo de habla griega, dentro del Imperio romano, no fue en modo alguno unilateral, pues significó, a la vez, la helenización del cristianismo. En el aspecto religioso encontramos una avanzada tendencia al monoteísmo, paralela al esfuerzo del pensamiento filosófico por lograr un sincretismo armónico de las diferentes corrientes.

Helenización del cristianismo, dice…

Hay que tener en cuenta que la nueva religión surge en el seno del judaísmo, y que ya había muchos judíos helenizados en todas las grandes ciudades del mundo mediterráneo. Pues bien, al dirigirse a ellos como apóstoles, los cristianos se vieron obligados a usar formas propias de la literatura y el habla griegas. Esto se hizo aún más necesario cuando Pablo se acercó a los gentiles y empezó a lograr conversos entre ellos. La misma palabra conversión, en griego metánoia, está tomada de Podalirio, para quien la aceptación de una filosofía significaba no sólo un cambio de mentalidad, sino también un cambio de vida.

Descreimiento

Es muy interesante, siguiendo con esta relación, todo lo que el personaje de Podalirio manifiesta y representa. La ruptura con los “falsos dioses” grecolatinos, simbolizados en el Asclepión o en el culto a Isis, entre otros, y su constante “descreimiento” y su vacío interior…

Ciertamente, los primeros encuentros entre los cristianos y la cultura griega fueron difíciles, como lo demuestra la acogida que dispensaron a san Pablo  cuando fue a predicar al Areópago (cf. Hch 17, 16-34). Una vez superada la desconfianza inicial, los escritores cristianos comenzaron a considerar el mundo griego como aliado, más que como enemigo, y surgieron grandes centros del cristianismo helénico en la cuenca del Mediterráneo. Y a ello contribuyó ese descreimiento y vacío interior que ya afligía a muchos…

Es extraordinaria la búsqueda de Podalirio. En sus conversaciones con Susana, santa Susana, casi evangélicamente, ella le va conduciendo a creer en el Jesús milagroso y Resucitado… Pero también sirvieron para que le contagiara amor por la vida y la renovación interior…

La visión del mundo que subyace en el Nuevo Testamento era tan diferente a la de los griegos y los romanos que podía ser casi su opuesto. Los griegos se encontraron de repente frente a una religión “de verdad”. Se trataba de una visión del mundo que no hacía énfasis en las excentricidades y caprichos de la divinidad, sino en la aventura del viaje íntimo con la divinidad, un viaje para toda la vida en el que al ser humano se le invitaba a unirse a Dios, sin dejar de amar la vida.

“A vino nuevo, odres nuevos”.

Sí. Ésa es una conclusión natural en alguien que conoce el Evangelio.

Nada como el vino puede explicar el fenómeno religioso. Ese paralelismo le da mucho juego como descendiente de bodegueros y hombre de la Iglesia…

El vino produce un estado de exaltación y de felicidad tal, que acerca al hombre a lo que puede ser el corazón de Dios. A quien no le guste, difícilmente se le puede explicar esto. Como comprenderá, a mí… ¡Me encanta!

Esto nos da pie a hablar de los personajes. Son todos fascinantes. El mismo Podalirio, pero también Nana y Eos, Ródope, o ese Saoul (San Pablo) o Lucius (San Lucas)… pero quizás es Susana la más sorprendente, la más delicada y lúcida…

La teóloga feminista Jane Schaberg, profesora de religión en la Universidad de Detroit, arrojó para mí una nueva luz sobre las narraciones del Evangelio. Ella ilustra como nadie el enriquecimiento del que puede beneficiarse la Iglesia cuando se empieza a escuchar con cuidado lo que tiene que decir un grupo de personas como las mujeres, antiguamente rechazadas e ignoradas en algunas épocas por esa misma Iglesia. ¿Cómo escucha una mujer, una teóloga bíblica feminista, las tradiciones escritas, narradas e interpretadas históricamente sólo por los hombres? ¿Cómo podemos soslayar los prejuicios patriarcales y masculinos para escuchar, leer e interpretar esta historia de forma más objetiva?

Aquel tiempo de las primeras décadas del cristianismo también fue de crisis y de renovación. Sobre ello le leemos aquí, en ‘Vida Nueva’, pero resulta singular cómo la novela es tan actual…

Siempre pretendí que fuera actual, comprensible y, sobre todo, entretenida.

Y sus feligreses, ¿leen sus novelas? ¿Qué dicen?

Ya tengo un buen número de lectores entre ellos. Me dan su opinión y me alegra saber que disfrutan con ellas.

Con más de un millón de ejemplares vendidos de sus novelas, está claro que además le leen muchos otros…

Es la misión del creador. Se escribe para los demás…

¿Y cómo lo compatibiliza con su parroquia?

A veces cuesta, pero no me quejo. Dios ayuda…

jcrodriguez@vidanueva.es

En el nº 2.709 de Vida Nueva.

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