Elvira Ramos: “La Vida Religiosa del siglo XXI debe anteponer la fraternidad a todo”

Sierva de San José

(L. A. Gonzalo-Díez, cmf) Las Siervas de San José están de enhorabuena. Su fundadora, Bonifacia Rodríguez de Castro, será canonizada pronto. Pero hoy no vamos a hablar de la canonización, sino de los frutos de aquella intuición carismática del siglo XIX para nuestros días. El mejor texto de una familia religiosa es acercarse a uno de sus miembros. Elvira Ramos es Sierva de San José, y, como su fundadora, está dejándose hacer y aprendiendo a descubrir la verdad de Dios en lo pequeño. Casi en lo escondido. A sus 52 años está dispuesta a la sorpresa. Desde hace dos años es un vecino más en la población de Ourense donde reside, Allariz… Tiene tiempo para todo y para todos: hermana de comunidad, médico de familia, presidenta de CONFER…

A su fundadora no todo le salió bien. Seguro que a usted tampoco. ¿Cuál es el estado de ánimo de Elvira?

Es muy de nuestro tiempo esperar que todo marche bien. Mi fundadora tuvo que aceptar, en vida, conocer su familia desunida. Sólo después de su muerte se unió la primera fundación en Salamanca a la casa de Zamora. Y ella siempre confió y supo que lo importante era el plan de Dios, no conocer el éxito. Por eso mi estado de ánimo es bueno, confiado, porque mi vida está en buenas manos

Su trabajo es como médico de familia en…

Cenlle, una pequeña aldea muy cerca de Allariz, donde está la comunidad. Además forma parte de mi trabajo el ser comunidad con dos hermanas y la convivencia dando y recibiendo fe con todos los vecinos.

¿Qué hace una religiosa en ese campo?

Tratar de poner en práctica aquello de: “He venido para que tengan vida, y abundante”. Intentar hacer presente la vida. Dignificar a las personas. Aprender y dejarme evangelizar por tanta gente que acude a la consulta y ser muy feliz desde ese trabajo, que es, en primer lugar, encuentro con seres humanos muchas veces dolientes.

¿Doctora Ramos o Hermana Elvira?

Elvira sólo, pero con todo. Me siento mujer, religiosa y médico. Las tres dimensiones me son necesarias, así me entiendo a mí misma. Cuando me pienso o me pongo ante Dios y los hermanos, no hay parcelas. Crecer te lleva a simplificar. Estamos en un momento en el que hay que trabajar, sobre todo, lo que te acerca a los demás.

¿Cómo intuye que será el futuro de la Vida Consagrada?

Pienso que será diferente: que será algo mucho más discreto, creo que estará hecha de pequeños grupos comunitarios que reaviven a diario, y con otras formas, la pertenencia al Señor, grupos que antepongan la fraternidad a todo, con tareas quizá menos significativas, pero con más vida compartida hacia dentro y hacia fuera. La imagino pequeña, pero latiendo con más frescura y hondura.

¿Qué significa para usted ‘misión compartida’?

Formar parte de un tronco común en el que la variedad es riqueza. En concreto, en mi caso: vivir como Jesús, María y José en Nazaret, en el presente, aquí y ahora, con otras hermanas desde la diversidad de tareas y situaciones. Sentirme enviada por una comunidad que es fiel a lo que nuestra Congregación quiso ser desde el inicio y fiel a este mundo.

¿Cómo lleva que no vengan muchos jóvenes detrás?

Nunca viví una vida religiosa en la que hubiera mucha gente joven. La realidad tiene menos color sin jóvenes. Pero estoy convencida de que lo indispensable es seguir preguntándonos por lo que tenemos que rehacer y recuperar y vivir con plenitud, sin complejos y con mucha calidad. Sinceramente, creo que estamos abusando de unos análisis que no nos dejan cuidar el presente. Tenemos más fuerza y posibilidad de la que somos conscientes.

MIRADA CON LUPA

Reflexión y vida no se contradicen. Así como nuestra historia nos recuerda que hubo épocas en las que “sesudas reflexiones” dieron vida, hoy nos está diciendo que algunos signos de vida deben guiar la reflexión. Persona y comunidad no luchan para ser; una buena comunidad es la que facilita que la persona sea, así como una persona consagrada sabe que, ante todo, es comunidad. Nuestro futuro exige fraternidad a los consagrados. Y una realidad tan plural necesita encontrarse con la diversidad de cada consagrado. Tiempo de personas, no de obras. Recrear a los fundadores no pasa por hacer historia, aunque hay que conocerla, sino por llenar de vida y de riesgo nuestras respuestas. Una gran declaración, sin vida que la sustente, es un gran papel… mojado u olvidado en un estante.

lagonzalez@vidanueva.es

En el nº 2.704 de Vida Nueva.

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