Baltasar Delgado: “Todo el que se acerca y te necesita, es el Señor”

Jesuita

(Luis Alberto Gonzalo-Díez, cmf) Baltasar Delgado es un jesuita original. Siempre lo ha sido. Hace más de 20 años, en la Facultad de Teología en Salamanca, ofrecía normalidad y sentido común cuando “la teología” podía alejarnos del barrio… enamorado de la sencillez y de cómo Dios hace camino con el pobre… Hay tres materias en las que se ha graduado: fidelidad, fraternidad y enfermedad. Y de las tres sigue aprendiendo.

¿Quién es Baltasar Delgado?

Un hombre sencillo, que no olvida sus orígenes y agradecido por la formación recibida. Llevo en la Compañía casi 30 años. Ahora, en Badajoz, donde doy clases para ganarme la vida. Soy vicario en una parroquia en la barriada de San Roque y colaboro en la ONG Entreculturas. Y aún estoy disponible para dar ejercicios, retiros, confesiones y lo que pidan a la comunidad.

¿Por dónde le ha llevado la misión?

Unos once años en esa etapa callada de preparación-estudios; dos años de maestrillo en León, dónde recuerdo con agrado la pastoral con jóvenes y las pascuas rurales en la zona de O Courel (Lugo), donde como respuesta de lo vivido, íbamos los veranos a ayudar a aquellas gentes en la recolección y a dar clases a los niños. He estado en el Barrio del Pilar (Madrid) trabajando con jóvenes que querían dejar el infierno de la droga. En Gijón, trabajé en una escuela de FP y en parroquia, interesante también. Y antes de venir a Extremadura, experiencia de tercera probación en México, donde tuve la oportunidad de acercarme a realidades duras como Cuba, Honduras… Luego, Salamanca, como vicario parroquial, después de mi paso por la enfermería…. Y de ahí, a Badajoz, y disponible para donde Dios me quiera poner.

¿Dónde percibe la necesidad?

Desde mi entrada en la Compañía de Jesús estuve vinculado al colectivo Misión Obrera, ya que en el germen de mi vocación ha estado muy presente el darme a los más desestructurados; y allá dónde soy enviado, busco impregnarme de los que van quedando abandonados a su suerte… No entiendo la fe si no va unida a la justicia.

¿Dónde está la Vida Consagrada y dónde debería estar?

Goza de buena salud, y en estos años donde faltan vocaciones en el Primer Mundo, está haciendo un esfuerzo silencioso por estar atenta a los nuevos retos y fronteras, aunque en ello lo “intercongregacional” se hace necesario. Y no digamos la labor de entrega en las diócesis, donde está en los sitios más necesitados de forma abnegada y sin importar la edad.

¿Mañana la Vida Religiosa será…?

Dios proveerá; es verdad que las vocaciones han disminuido, pero creo que es un don y que tiene que abandonarse en los misterios del Señor, sin dejar de ser profética…

¿Qué le dicen las siguientes palabras o expresiones?

Comunidad: Riqueza, amistad, compañerismo y, a veces, “roce”: cada persona es un mundo y, como los Doce, diferentes.

Reorganización: Me suena a riqueza porque, por encima de los diferentes carismas, nos une el mismo Señor.

Marginación: Me suena a pecado, a estructuras injustas, a lo que alimenta mi vocación de ser para los demás y, sobre todo, para los dejados en las cunetas de la vida…

Proyectos de misión: Poco papel, poca articulación y nuevas respuestas desde la acogida… y compartir suerte con el débil y deseos de cambio.

Reunión de equipo: Importante no ir por libre; el grupo es una riqueza. Pero hay que llegar a aterrizar y no estar mareando la perdiz. Menos impulsos y más discernimiento comunitario.

Consagración sin amor: Imposible, el amor ha de ser la roca sobre la que cimentemos nuestro vivir, y más hoy, donde esta palabra tan profunda está desprestigiada. Y el amor, unido a gestos, a vaciamiento al estilo del Maestro que nos ha convocado para ser signos proféticos en medio del mundo.

Estado de ánimo: Es de esperanza, confianza, de estar inserto donde el Señor me va poniendo. Animado y despierto, con ganas de darme en todo lo que soy al que se acerca y me necesita. ¡Ellos son el Señor!

MIRADA CON LUPA

Pocas vueltas. La cuestión es de amor. Una vida consagrada que se gaste amando es referente y luz. “Sin que hable, sin que resuene…”, en cualquier rincón hay alguien que se fió en serio de la llamada, sin cálculos, sin política, sin estrategia…, sólo con el gozo y dolor de amar, porque se sabe amado. ¿No será ésa la Vida Consagrada de mañana… y de siempre?

lagonzalez@vidanueva.es

En el nº 2.706 de Vida Nueva.

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