Sydney, capital mundial de la juventud

A un mes de la JMJ, las diócesis españolas preparan el encuentro

(Juan M. Castelblanque) En este momento, en el cual la presencia viva de Cristo resucitado nos alimenta la fe y la esperanza, nos sentimos dichosos de anunciar que el próximo Encuentro Mundial de la Juventud tendrá lugar en Sydney, en 2008. Confiamos a la guía materna y primorosa de María Santísima el camino futuro de los jóvenes del mundo entero”. Con estas palabras, pronunciadas en la gran explanada de Marienfeld de Colonia, durante el acto de clausura de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) de 2005, Benedicto XVI pasaba el testigo de las JMJ a la ciudad australiana y daba el pistoletazo de salida a tres años de intenso trabajo preparatorio.

Las JMJ, iniciativa de Juan Pablo II, son el mayor evento juvenil organizado, en donde se dan cita jóvenes provenientes de todos los rincones del planeta con el objetivo de construir puentes de amistad y esperanza entre los continentes, las gentes y las culturas. Para lograrlo, se confecciona un completo programa de actos. El martes 15 de julio, el cardenal George Pell oficiará la misa de apertura de Sydney 2008, que hace la edición 23ª de este acontecimiento. Benedicto XVI se reunirá con los jóvenes en la mañana del jueves 17, en el que será su primer viaje a Australia como Pontífice, durante el cual mantendrá encuentros con las autoridades civiles. Ya por la tarde, el Santo Padre subirá a bordo de una embarcación que estará acompañada por otras doce naves. Esto permitirá que miles de personas le puedan saludar tanto desde los barcos como desde el puerto. Tras cinco días de catequesis, peregrinaciones y vigilias, uno de los actos más importantes será la misa de clausura, el domingo 20 por la mañana en el hipódromo de Randwick. El Papa presidirá esta celebración, que promete ser el evento más multitudinario en la historia de Australia. Tras la eucaristía y el rezo del Angelus, tendrá lugar uno de los momentos más esperados por los fieles españoles, ya que Benedicto XVI podría anunciar a Madrid como la sede de la próxima JMJ.

La Jornada Mundial de la Juventud siempre se ha caracterizado por un gran poder de convocatoria: a la de París, en 1997, acudieron 1.200.000 personas, y a Roma, tres años después, dos millones; unas cifras, que a pesar de su elocuencia, languidecen si se comparan con el encuentro que se celebró en Manila en 1995, donde se congregaron cinco millones de jóvenes. En la cita de Sydney se esperan 225.000 asistentes inscritos, incluyendo 125.000 visitantes extranjeros. Para garantizar el éxito y poder dar cauce a semejante marea humana, es imprescindible el trabajo de los voluntarios. Se estima que unas 8.000 personas trabajan de forma desinteresada en las áreas de liturgia, alimentación, acogida de peregrinos, traducción y asesoramiento a periodistas. Según Hiam Katrib, gerente de personal de la JMJ, este número ­deberá ser suficiente para las necesidades estimadas. Estos voluntarios, además de Australia, proceden en su mayoría de Italia, Filipinas, los Estados Unidos y Latinoamérica.

Jornadas paralelas

De España se espera que viajen hasta Sydney para participar en el encuentro unos 2.000 jóvenes, “pero dado lo costoso del desplazamiento, la Conferencia Episcopal ha ­promovido la organización de cuatro encuentros paralelos: en la aldea de El Rocío, en Huelva; en el castillo de Javier (Navarra); en Madrid y en ­Santiago de Compostela, para aquéllos que no puedan acudir”, señala Silvia Alfonso, miembro de la delegación de Juventud de Pamplona-Tudela.

De los cuatro, el más multitudinario será el de El Rocío, donde se espera a 10.000 jóvenes, seguido por el de Javier, con una capacidad máxima para 1.200 personas. La elección del lugar al que cada diócesis asistirá no tiene que depender de la proximidad geográfica; así, por ejemplo, numerosos grupos aprovecharán el encuentro en Compostela para realizar el Camino de Santiago. Por su parte, la diócesis de Albacete ya ha confirmado que participará en el de Javier, adonde también irán las de Soria y Burgos, pero los grupos que salgan desde aquí lo harán andando.

Para Roberto Rubio, delegado diocesano de Juventud de Coria-Cáceres, quien se desplazará a Javier con más de 100 chavales, este tipo de eventos pretenden “provocar un encuentro con Cristo y su Iglesia, que nos invita a ser testigos y transformar el mundo según el espíritu del Evangelio, además de responder a la llamada del Papa y animar a los jóvenes en clave vocacional y misionera”.

Los tres encuentros presentan un programa similar, articulado “en torno a las dos conexiones vía satélite con Sydney que tendrán lugar el sábado 19”, señala José Antonio Omist, coordinador del encuentro de El Rocío. Aún así, cada cita tendrá su propia impronta. Francisco Javier Porro, responsable de la Pastoral Juvenil de Santiago de Compostela, destaca que la oferta de su encuentro “es muy abierta. Quien venga podrá participar en lo que quiera, sin necesidad de tomar parte en todo, como sí ocurre en El Rocío”.

“En Javier hemos trazado dos caminos paralelos: el primero, similar al que llevarán el encuentro de Sydney y el resto de encuentros españoles, con talleres, exposiciones, charlas y conciertos. El segundo consistirá en 50 horas de oración ininterrumpida en la capilla donde fue bautizado san Francisco, donde cada hora se rezará por una intención, como son los niños, los profesores de religión, los políticos…”, señala Silvia Alfonso.

Todas las actividades llevadas a cabo en los tres encuentros estarán organizadas atendiendo al lema de esta JMJ, Recibiréis la fuerza del Espíritu Santo, que vendrá sobre vosotros, y seréis mis testigos (Hch 1, 8).

A este respecto, el obispo de Málaga, Antonio Dorado, en una carta dirigida a los sacerdotes, religiosos, jóvenes y animadores de la Pastoral Juvenil, afirma que Benedicto XVI, con esta convocatoria, ha recordado a todos los jóvenes que “es fundamental que cada uno de ellos en la propia comunidad y con los educadores, reflexione sobre este Protagonista de la historia de la salvación que es el Espíritu Santo o Espíritu de Jesús, para alcanzar estas altas metas: reconocer la verdadera identidad del Espíritu (…), tomar una lúcida conciencia de su presencia viva y constante en la vida de la Iglesia, redescubrir en particular que el Espíritu Santo es como el ‘alma’ (…); hacerse capaces así de ir madurando una comprensión de Jesús cada vez más profunda y gozosa y, al mismo tiempo, hacer una aplicación eficaz del Evangelio en el alba del tercer milenio”.

La semilla que dio fruto

La Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) tiene su origen en 1984, durante la celebración del Año Santo de la Redención. Entre las distintas celebraciones, la más importante fue la vigilia del Domingo de Ramos en Roma, el llamado Jubileo de la Juventud, al que acudieron más de 300.000 jóvenes.

Un año después, en 1985, proclamado por la ONU el Año Internacional de la Juventud, la Iglesia católica organizó un nuevo encuentro internacional, también el Domingo de Ramos, y otros 350.000 jóvenes se reunieron en la Plaza de San Pedro. Tras este evento, Juan Pablo II decidió instituir la JMJ, con periodicidad anual. El Domingo de Ramos de 1986 tuvo lugar, en Roma, la primera JMJ como tal, la primera de una larga serie que contribuyó a apodar a Karol Wojtyla como ‘el Papa de los jóvenes’.

Demostrativas de la importancia que para él tenían los jóvenes fueron las palabras pronunciadas por el Pontífice el 20 de diciembre de 1985, durante el encuentro anual con la Curia romana: “Todos los jóvenes deben sentirse seguidos por la Iglesia, ésa es la razón por la cual la Iglesia, en unión con el sucesor de Pedro, se siente más y más comprometida, a escala mundial, por los jóvenes, sus preocupaciones, sus preguntas, su apertura y sus esperanzas, para responder a sus expectativas y comunicar la certeza de quien es Cristo, la Verdad que es Cristo, el amor que es Cristo…”.

Actualmente, la JMJ se celebra cada Domingo de Ramos a nivel diocesano, y cada dos o tres años asume el formato de una reunión internacional: jóvenes de todo el mundo se reúnen en la ciudad elegida junto al Papa para compartir su fe con la de los demás y meditar sobre el mensaje que el Santo Padre elige para cada ocasión.

Más información en www.wyd2008.org/index.php/es

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