Zamora, lugar de acogida en tiempos de crisis

La Diócesis busca la integración plena de los inmigrantes latinoamericanos

Audrie Sevilla con su hijo

Audrie Sevilla con su hijo

(Texto: América Juárez y Luis Santamaría– Fotos: Pablo R. Romo) En los últimos años, los movimientos migratorios en España se han desplazado de las principales ciudades receptoras a poblaciones del interior. Por ejemplo, Castilla y León registró el año pasado un crecimiento poblacional del 4%, proveniente de ciudadanos del Este de Europa y de América Latina, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE).

El obispo Gregorio Martínez, durante la Fiesta de los Hispanos, el pasado mes de diciembre

El obispo Gregorio Martínez, durante la Fiesta de los Hispanos, el pasado mes de diciembre

Aunque la provincia de Zamora presenta una regresión demográfica, ha ido repoblándose paulatinamente. En 2009 aumentó con 4.500 nuevos habitantes, hasta llegar a un total de 195.665, de los cuales el 4,5% vive en el medio rural y es de origen extranjero. Tan sólo en Zamora capital, según el INE, se empadronaron 1.895 personas de origen latinoamericano, mayoritariamente de la República Dominicana, seguida de Ecuador, Brasil y Cuba. Algunos conocedores de esta realidad elevan la cifra hasta 3.000 en toda la provincia.

Siendo una región poco industrializada y con una población altamente envejecida, las principales demandas de trabajo para los inmigrantes latinoamericanos se concentran en el campo, el cuidado de ancianos y niños y las labores domésticas. Su crecimiento hizo que las distintas administraciones públicas, sindicatos y ONG crearan áreas o programas específicos para su atención integral, y poder así formar parte de una sociedad que estaba poco acostumbrada a recibir gente del extranjero.

En Zamora, son contadas las instituciones asistenciales que, con limitados recursos, están apoyando a los inmigrantes latinoamericanos para poder hacer frente a una crisis económica severa. Cáritas Diocesana y Cruz Roja son, sin duda, las de mayor importancia en esta labor. El aumento de este colectivo, que desconocía el funcionamiento de muchos aspectos, provocó que, en 2003, Cáritas creara el Programa de Inmigrantes. Su objetivo principal, “buscar la integración del inmigrante a todos los niveles, tanto laboral como educativo y social”, afirma Beatriz Riesco, directora del Programa desde su creación.

Beatriz, del Programa de Inmigrantes de Cáritas

Beatriz, del Programa de Inmigrantes de Cáritas

Los principales servicios prestados por esta estructura son el asesoramiento jurídico y el apoyo en trámites de documentación. Pero en los últimos años esta situación ha cambiado, tal como constata Riesco, pues hay que cubrir aspectos de primera necesidad, como la alimentación o el pago de facturas: “La inmensa mayoría de la gente que llega aquí está en situación de desempleo, hay personas que están cobrando prestaciones o subsidios, y a otros se les está terminando. Eso es lo que más preocupa, gente que ya se había asentado, que tienen su proyecto de vida aquí, pero ahora ya no viven una situación de integración, sino una situación económica difícil”. En Cáritas, en estos momentos, se trabaja en coordinación con casi todos los programas: Atención Primaria, Acogida, Empleo y Formación… así como también con las parroquias e instituciones no eclesiales.

Reagrupación familiar

Las recientes políticas del Gobierno español para hacer frente a la crisis se vuelven contradictorias con las políticas de integración del inmigrante, según critican algunas instituciones como Cáritas. Un ejemplo es la nueva Ley de Extranjería en lo referente a la reagrupación familiar. Para Beatriz Riesco, se trata de “un retroceso, si se estaba apostando por la integración. No puede ser que pongamos trabas a algo tan importante como la familia, a la que los latinoamericanos consideran fundamental. Con esto limitamos sus derechos afectivos, y eso limita también nuestro trabajo en la integración”. Además, señala que “no se puede abrir y cerrar las fronteras solamente cuando necesitamos personas que vengan a trabajar, porque esas personas traen consigo un proyecto de vida, y eso es lo que hay que entender”. En Cáritas consideran que hace falta mucho para que los extranjeros puedan integrarse en la sociedad zamorana, y para ello hay que sensibilizar a unos y otros.

Para dicha sensibilización no son tan necesarias políticas de integración como la labor desde la bases, por ejemplo, los colegios, según manifiesta Enrique Baz, técnico titular del Centro de Información para Trabajadores del Extranjero (CITE), de Comisiones Obreras de Castilla y León. El CITE, a raíz de la crisis, ha visto elevadas de un 30% a un 80% las solicitudes de información en materia de subsidios y prestaciones. Casi todos los inmigrantes que llegan a Zamora han buscado en dependencias como Cáritas, Cruz Roja o el CITE algún tipo de apoyo para lograr integrarse en la sociedad que les acoge. Sin embargo, el drama que se vive actualmente pone al descubierto cómo se tambalea la ya lograda integración de muchos latinoamericanos por la falta de empleo.

Enrique Baz, técnico del CITE

Enrique Baz, técnico del CITE

La acogida por parte de la Iglesia en Zamora no es sólo asistencial. Se van dando pequeños pasos hacia la integración normal en las parroquias, con la participación e incluso la asunción de responsabilidades. Es el caso de María García, natural de República Dominicana, que forma parte del equipo diocesano de Celebrantes de la Palabra. Mientras trabajaba atendiendo a un matrimonio anciano en la localidad de Valdeperdices, ha servido a su comunidad dirigiendo las celebraciones dominicales, a la espera de presbítero.

Catolicismo profundo

El gran paso a nivel diocesano tuvo lugar el pasado 12 de diciembre, cuando se celebró en la Catedral, por primera vez, la Fiesta de los Hispanos, organizada conjuntamente por las Delegaciones de Religiosidad Popular y de Liturgia. Según señaló el sacerdote Javier Fresno, delegado diocesano de Religiosidad Popular, “ante una sociedad española que avanza hacia el laicismo, la comunidad hispana hunde sus raíces en un catolicismo profundo donde la fe sencilla y fervorosa, la familia, las manifestaciones públicas de piedad, todo eso, son parte de su vida diaria. Pero estos valores, llanos y hondos, corren también el riesgo de difuminarse en medio del secularismo dominante en occidente”. En otro momento de la celebración, el obispo diocesano, Gregorio Martínez Sacristán, llamó a “erradicar el racismo, que todavía sigue vigente”.

Es un desafío al que habrá que hacer frente en los próximos años. La religiosidad de los latinoamericanos tiene sus peculiaridades, que se recuerdan el 7 de marzo, Día de Hispanoamérica, y que la Iglesia católica tendrá que asumir. La intención de ir más allá del asistencialismo nace de la certeza de saber que los inmigrantes son personas con las que se comparte algo tan importante como la fe en Jesucristo, en una larga tradición que, hace ya mucho tiempo, nosotros llevamos allí.

 

Luchando por un proyecto de vida

Familia Ramos Rezavala

Familia Ramos Rezavala

La familia ecuatoriana Ramos Rezavala llegó en 2002 a la capital zamorana y actualmente se resiste a abandonarla, pues han forjado su proyecto de vida aquí. Wendy Rezavala llegó porque a su esposo Stanlin le ofrecieron trabajo en Zamora. Trajeron a su hija Nataly, de apenas 6 años, y luego vino su hermana Fany, que tuvo a sus dos hijos en Zamora, y a la que, al enviudar, la Parroquia de Cristo Rey la apoyó moral y económicamente. Wendy recuerda cómo tuvo que luchar para integrarse en una sociedad reservada, pero que vio en ella sus ganas de trabajar, y eso bastó para que paulatinamente fueran acogidos. Hoy considera que su hija y sus sobrinos están prácticamente integrados en la cultura española. Las hermanas Rezavala se encuentran en el paro actualmente, Fany ha optado por estudiar y está tramitando su nacionalidad española. Ambas deben pagar la hipoteca de su casa y mantienen la esperanza de que pasen estos tiempos de crisis.

Oscar Alegre, originario de Perú, obtuvo una de las últimas residencias de trabajo temporal que se dieron en Zamora, por ser veterinario. Fue Cáritas Diocesana de Zamora quien le recomendó homologar sus estudios para poder acceder a otras ofertas de empleo en caso de que se terminara su contrato con la empresa que le ofreció trabajo.

Fany Rezavala

Fany Rezavala

Audrie Sevilla, venezolana con dos hijos, vive una realidad más dura. Cuando llegó a Zamora, tuvo que vivir en un hostal por la falta de papeles para alquilar un piso. La posibilidad de un contrato en un restaurante de la capital se esfumó cuando presentó su documentación en la Subdelegación del Gobierno con un día de retraso. Vino hace más de tres años, y aunque ahora ya puede arreglar sus papeles, no consigue un empleo. Su parroquia y Cáritas le han ofrecido apoyo en materia de alimentación, pero no han podido conseguirle un puesto de trabajo. La opción de regresar a su país es inminente, aunque se resiste a volver a una tierra que, considera, vive una realidad dictatorial con el gobierno de Chávez.

En el nº 2.697 de Vida Nueva.

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