“Vengo sin consignas y sin estrategias torcidas”

Cálida acogida a Jesús Sanz Montes en su toma de posesión como nuevo arzobispo de Oviedo

Toma-posesión-Jesús-Sanz(José Lorenzo) La “hermana lluvia” acompañó la entrada en Asturias del nuevo arzobispo de Oviedo, el pasado día 29, y le acompañó durante la jornada siguiente, cuando, en la abarrotada catedral del El Salvador, acompañado por una cuarentena de obispos, autoridades, familiares y amigos llegados desde Alemania o Italia, pero también de las diócesis que hasta ahora había pastoreado, Huesca y Jaca, tomó posesión como cabeza visible de aquella “tierra cristiana astur”.

Pero Jesús Sanz Montes acogió las inclemencias meteorológicas con franciscana sensibilidad, la misma con la que impregnó el trato con sus nuevos diocesanos desde que puso el pie en la “tierrina”. “Si la primera impresión es lo que cuenta, el nuevo arzobispo tiene desde ayer mucho terreno ganado. Porque, con un discurso sencillo y directo, supo meterse en el bolsillo a los aproximadamente cien fieles que acudieron a su primera comparecencia en Asturias, en la iglesia de Colombres. Hasta los más exigentes, que haberlos haylos, le dieron al nuevo jefe de la Iglesia de Asturias un voto de confianza”. Así describía La Nueva España la acogida al arzobispo más joven de España.

La misma afabilidad desplegó ya en la ceremonia de su toma de posesión, con una homilía de nuevo trufada de espiritualidad franciscana y sin eludir ninguna cuestión de las que se han puesto en el tapete de la especulación desde que fue nombrado hace algo más de dos meses. Y los fieles supieron valorárselo, y se lo agradecieron con salvas de aplausos.

Así, de frente, recordó que “vengo sin consignas, sin planes conspirados y sin estrategias torcidas. Amo al Señor sobre todas las cosas, amo a la Iglesia con toda mi alma como hijo de San Francisco, amo el tiempo de mi época y a la gente de esta generación que se me confía. Vengo en el nombre del Señor, y no soy ni tan santo ni tan temible como algunos han querido presentarme”, señaló.

De esta manera, se reivindicó a sí mismo, y a quien verdaderamente le envía, y quiso sacudirse las etiquetas con las que emprendió el camino desde los Pirineos hasta los Picos de Europa: “Con el perfil más deseado o el perfil más temido de este Arzobispo que llega, me he visto obligado a mirarme en demasiados espejos como me ponían delante”.

Libre para servir a Dios

Así pues, extraño al etiquetaje, y “porque no busco la lisonja de los aplausos ni tengo miedo al chantaje de la impopularidad, me siento libre de veras, para servir a Dios, a la Iglesia y a mis hermanos, saliendo al paso con voz clara y compromiso cristiano cuando la vida sea puesta en entredicho, la vida en todos sus tramos: la del niño no nacido, la del enfermo o anciano terminal, y la de quienes estando en el medio se quedan sin trabajo, sin libertad o sin dignidad”.

Consciente de las peculiaridades de la Iglesia asturiana, tuvo palabras de reconocimiento para rica tradición. Y no olvidó la sensibilidad social que se suele atribuir a sus gentes, sacerdotes y pastores, por lo que se mostró él mismo conmovido por “los avatares de las gentes del mar; e igualmente el mundo de las minas con sudores y fatigas para sacar una familia adelante con enorme y duro trabajo; las industrias y grandes empresas de esta región con sus momentos estelares y sus momentos de honda crisis; me sobrecogen las cifras tremendas de más de setenta mil parados con todo lo que supone para cada persona y para cada familia”.

No dejó a nadie sin una palabra de reconocimiento. Incluso para los voluntarios de la organización. Y para los periodistas, con quienes se muestra cercano. Por eso, en la catedral volvió a ganarse a los asistentes. Y, como han reconocido a esta revista, encendió la esperanza.

 

COMUNIÓN Y COLABORACIÓN ASEGURADA

Jesús Sanz Montes llega a Asturias para ser “un buen cristiano con vosotros y para vosotros un buen Obispo”. Y los cristianos de aquellas tierras le acogen brindándole desde el primer momento su “comunión y colaboración más leal”. Así se lo aseguró el hasta ahora obispo administrador diocesano, Raúl Berzosa, el cual, en una carta con motivo de la entrada en Asturias del nuevo pastor, le presentó distintos aspectos de relevancia de la esencia de esa diócesis, “una Iglesia ejemplar que hay que saber mirar sin prejuicios, sin tópicos y sin visiones distorsionadas”. Y le aseguró que “desde el primer momento tiene abiertos los brazos y el corazón de los consagrados, de los laicos más comprometidos, de muchas gentes de bien y, cómo no, de sus presbíteros”. Y, por supuesto, también del arzobispo emérito Don Gabino Díaz Merchán, quien le estrechó sentidamente en un abrazo que no pasó desapercibido en la archidiócesis.

En el nº 2.694 de Vida Nueva.

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