“Nos duelen en el alma estos graves pecados y delitos”

Rouco condena los abusos sexuales y afirma que la CEE pondrá “los medios adecuados para corregir casos de ese tipo”

(J. Lorenzo) Tal y como se esperaba, el presidente de la Conferencia Episcopal Española (CEE) abordó en su discurso de apertura de la Asamblea Plenaria, el pasado día 19, el tema de los abusos sexuales en la Iglesia, que condenó con energía. “Nos duelen en el alma los graves pecados y delitos cometidos por algunos hermanos en el sacerdocio y por algunos religiosos que han abusado de menores traicionando la confianza depositada en ellos por la Iglesia y por la sociedad. También han actuado así algunos laicos con cargos eclesiales. Deben ciertamente responder de sus actos ante Dios y ante la justicia humana”, leyó el cardenal arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela. “Nosotros, como otros episcopados, hemos puesto, y según las necesidades, pondremos con más cuidado los medios adecuados para corregir casos de ese tipo, de modo que nadie pueda pensar que sea compatible el servicio sacerdotal o la vida consagrada con la comisión de tales crímenes. Es intolerable faltar tan gravemente a la castidad, a la justicia y a la caridad”.

El remedio a estos hechos hay que buscarlo, según el presidente del Episcopado, “en medidas preventivas, disciplinares y penales, pero sobre todo en el cultivo de la santidad”. Y la consagración a Dios en el celibato libremente asumido, añadió, “es un medio excelente de santificación que ha de ser cultivado con las condiciones y medios señalados por la Iglesia, más, si cabe, en un contexto en que es puesto en cuestión no sólo por un modo de vida hedonista y relativista, bastante generalizado, sino también por una crítica teórica, sin fundamento, que se opone a la experiencia contrastada de la Iglesia”.

Junto a esta denuncia, Rouco hizo una cerrada defensa –rubricada con una ovación del hemiciclo episcopal– de Benedicto XVI, cuando se cumplen cinco años de su pontificado y varias semanas de zarandeo mediático a cuenta de los abusos en la Iglesia. Así, el purpurado le puso también entre las víctimas cuando, con firmeza, leyó: “Ya es demasiado que se haya abusado de un solo niño. No puede ser. No puede ser la omisión de las actuaciones disciplinarias debidas o de la atención que merecen quienes han sufrido tales desmanes. Pero tampoco podemos admitir que acusaciones insidiosas sean divulgadas como descalificaciones contra los sacerdotes y los religiosos en general y, por extensión, contra el mismo Papa”.

Visita del Papa

Fuera de estos temas, el discurso inaugural de esta Plenaria (que se prologó hasta el día 23) se detuvo a destacar la visita en noviembre del Papa a Santiago de Compostela y a Barcelona, y su significación tanto para recordar las raíces cristianas como para la defensa y promoción de la concepción cristiana de la familia. Asimismo, destacó –para ofrecer la otra cara de los sacerdotes y religiosos– que este curso pastoral habrá siete nuevos beatos españoles. Y, para finalizar, aludió a los trabajos que se iban a desarrollar en esta XCV Asamblea, entre ellos, la elaboración de una exhortación ante el Congreso Eucarístico de Toledo (que hubo de ser reelaborada), la revisión de la situación de la enseñanza de la Religión (y del profesorado, pues escasea) o la reflexión sobre un documento sobre el magisterio y acompañamiento pastoral ante la crisis económica, texto que, dos años y medio después del crack mundial, llegó a esta Plenaria mucho más verde que los brotes económicos del Gobierno.

Tras el discurso de Rouco tomó la palabra el nuncio Renzo Fratini. Era la segunda vez que se dirigía a todos los obispos desde su llegada en octubre y abordó temas de calado, como la necesaria atención a la pastoral vocacional y la formación en los seminarios; el “insustituible” papel de los padres en la educación de sus hijos; la urgencia de la formación cristiana en escuelas y familias; el papel que se espera de los profesores de Religión; o su apuesta por un Pacto educativo. Pero lo que más eco encontró, por inesperado, fue su afirmación de que “la Iglesia, Cuerpo de Cristo, está perseguida hoy”. Hablaba de manera genérica, pero retumbó en un momento en que el Gobierno de Zapatero ha optado por un perfil suave en sus relaciones con la Iglesia.

En el nº 2.704 de Vida Nueva.

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