Miles de personas asisten a la beatificación de Lolo

La Iglesia propone al periodista seglar como modelo para afrontar con alegría el dolor

(Jesús Vicioso– Linares) Manuel Lozano Garrido, Lolo, el periodista seglar inválido y miembro de Acción Católica de Linares (Jaén), fue beatificado en su ciudad natal, el pasado sábado 12 de junio, ante la presencia de más de 18.000 personas, una veintena de obispos (entre ellos Antonio Montero, el único de los prelados allí presentes que conoció en vida al nuevo beato) y doscientos sacerdotes. Treinta y nueve años después de su fallecimiento, la Iglesia ha proclamado como modelo para afrontar con alegría hasta el más profundo dolor a este testigo ejemplar de Cristo, que padeció una larga y aguda enfermedad que le unió a un sillón de ruedas durante la segunda mitad de su vida.

La intensa lluvia que cayó durante la tarde sobre la ciudad jiennense no impidió que perdiese ni un ápice de emotividad la ceremonia, presidida por el arzobispo prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, Angelo Amato. Las gotas dieron algo de tregua, desde justo unos minutos antes de empezar la celebración y hasta poco después de la proclamación apostólica. El rito de beatificación comenzó con la petición formal de que se procediese a la beatificación del linarense realizada por el obispo de Jaén, Ramón del Hoyo, acompañado por el postulador de la causa, Rafael Higueras. El responsable de la diócesis dio cuenta de algunos de los datos biográficos de Lolo: “Los rasgos de su identidad como joven seglar de Acción Católica; como enfermo que acepta los planes de Dios sobre él; como periodista y escritor al servicio de la verdad convierten a este hombre de Dios en una figura de máxima actualidad y en faro luminoso para este momento de la historia de la Iglesia y de la humanidad”.

Poco después llegó el momento cumbre del acto, cuando Amato leyó, en latín, la Carta Apostólica con la que Benedicto XVI proclamaba “la inscripción del Venerable Siervo de Dios en el número de los Beatos de la Iglesia”. En ella, el Papa afirmaba del periodista: “Fiel cristiano laico, que ejerció infatigablemente el apostolado y asumió con ánimo sereno y alegre su parálisis y ceguera, como escritor y periodista propagó las verdades evangélicas y sostuvo la fe de los demás con la oración, el amor a la Eucaristía y la filial devoción a la Virgen María”. La misma misiva declaraba el 3 de noviembre, fecha del fallecimiento de Lolo, el día en el que se celebrará la fiesta anual para rendir culto al nuevo beato.

Amigos de Lolo portan las reliquias del nuevo beato

Concluida la lectura del documento, los aplausos de los asistentes se sucedieron tanto para agradecer al Pontífice sus palabras como también al desplegarse una gran fotografía de Lolo en el altar, en donde además había una gran cruz y las imágenes de san Pedro Poveda –el otro santo linarense–, y la Virgen de Linarejos, patrona de la ciudad. Estaba previsto que sonase en ese instante el Aleluya de Haendel, pero los micrófonos se habían mojado con la lluvia antes de empezar la ceremonia y los coros no pudieron poner la música preparada para ese momento. Pero este contratiempo no deslució el espíritu alegre de esta fiesta de la Iglesia. Posteriormente, un grupo de amigos de Lolo procesionaron la urna con las reliquias del nuevo beato hasta la sede presidencial, donde fue incensada mientras sonaron las campanas de todas las iglesias de Linares.

Tras el rito de beatificación, prosiguió la Eucaristía, repleta de guiños hacia Lozano Garrido. Una persona ciega –Lolo perdió la vista durante los últimos años de su vida— fue la encargada de leer la primera lectura de la liturgia de la Palabra. Un discapacitado en silla de ruedas participó en la presentación del ofertorio.

Esta jornada histórica quedará grabada en los corazones de los miles de asistentes que quisieron presenciar la subida de Lolo a los altares, entre los que se encontraban el nuncio Renzo Fratini; los cardenales Carlos Amigo y Antonio Mª Rouco Varela, y el arzobispo Santiago García Aracil, quien inició, en 1994, el proceso diocesano de beatificación. También acudió el director general de Relaciones con las Confesiones, José María Contreras. Pero las presencias más destacadas fueron las de su hermana Lucía, fiel compañera durante todos sus años de sufrimiento, y la del hombre que de niño fue curado por la intercesión de Lolo.

En el nº 2.712 de Vida Nueva.

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