Javier Elzo: “El País Vasco está ya en la era postsecular”

Javier Elzo, sociólogo

Los jóvenes tienen muy bajo el referente eclesial, según el sociólogo

(Miguel Ángel Malavia) “El País Vasco está ya en la era postsecular”. Ésta es la conclusión que el sociólogo Javier Elzo extrae para Vida Nueva a la hora de trazar un mapa de la secularización en España. Así, cree que ésta tocó techo en Euskadi “a finales del siglo XX”, iniciándose tal proceso entre los años 60-70. Algo parecido sucedería en Cataluña, donde el retroceso de lo religioso alcanza ya “hasta a los abuelos de los jóvenes, comprendiendo un total de tres generaciones”. En otras regiones, como Galicia o las dos Castillas, “es ahora cuando se está llegando a la fase final de la que será su etapa secular”. Por este motivo, al haberse iniciado antes y al estar por encima de la media nacional, aunque en la última década se han mantenido estables los índices –que sí han crecido en el conjunto de España–, el País Vasco sigue encabezando este fenómeno.

El sociólogo, que recientemente presentó en la Universidad de Deusto la IV Encuesta Europea de Valores aplicada a España –comparado con el anterior estudio, de 1999, se comprueba cómo el secularismo se ha generalizado en todo el país desde el fin del nacional-catolicismo–, centra gran parte de sus análisis en la juventud. Así, considera que los jóvenes vascos, como en toda España, tienen muy bajo el referente eclesial. A la hora de buscar causas, concretando la situación vasca, apunta a un doble motivo: “La influencia de ETA en la sociedad y la cercanía de Francia”, estando más prontamente arraigado en el país vecino el peso de la secularización. En cuanto a la banda terrorista, Elzo considera que su influencia social está en retroceso. Y es que, en contraposición, “está aumentando el peso de movimientos cívicos como Gesto por la Paz, cuyo origen es en parte eclesial”.

Es precisamente este hecho el que le lleva a abordar la cuestión de los nuevos movimientos seglares surgidos en la Iglesia: “Muchos compañeros ven en esto un retorno de lo religioso. Yo no lo creo así, pues mantengo que estamos en la era postsecular en zonas como Euskadi. Eso sí, es muy de destacar la incidencia de estos grupos, minoritarios pero potentes”. Aunque en el caso del País Vasco son de otro signo al imperante en otras comunidades: “Aquí no dominan los neocatecumenales, como sí lo hacen en Madrid o Valencia. En nuestro territorio son de un sesgo cívico, apostado por otras cuestiones más allá de lo estrictamente eclesial, como la defensa de los derechos humanos”. Muestra de ello sería el ya citado de Gesto por la Paz. Ante tal diversidad, el profesor aprovecha para hacer hincapié en que es necesario discernir las diferencias territoriales, no pudiéndose hacer un análisis simple y unitario a la hora de hablar de la secularización en España: “Un claro ejemplo es el de la vecina Navarra, que es un caso aparte, pues en esta comunidad se da la mayor polarización de España. Así, la sociedad va desde un segmento claramente ateo hasta otro dominado por católicos tradicionales”.

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APUESTA POR LO ESENCIAL

Es un hecho que muchos jóvenes se comprometen hoy en tareas de voluntariado. Algunas voces apuestan por que en la Iglesia se dé esa inicial plataforma de compromiso social, pudiendo salir de ella una oportunidad de evangelización. Javier Elzo no comparte ese camino: “La Iglesia debe apostar por lo esencial, que no es otra cosa que anunciar a Jesucristo. No puede contentarse en exclusiva con la propuesta de la acción social. Debe plantearles preguntas existenciales, y dar a su vez respuestas. Ellos deben cuestionarse sobre el sentido de la vida. Se trata de un diálogo, sin demonizar nada”. A su juicio, existen dos maneras principales de dirigirse a los jóvenes: “Una es la tradicional, que es por la que apuestan algunos movimientos, como los neocatecumenales, y que consiste en una postura cerrada sobre sí misma, hermética. La otra es la de mostrar a una Iglesia inculturada en la sociedad, formando parte de la misma con naturalidad. En esa línea están los movimientos cívicos de raíz eclesial, en los que también ha de predominar la vida de oración. Para mí, ése es el camino, conjugar lo espiritual con el arraigo en el mundo”.

En el nº 2.711 de Vida Nueva.

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