El Papa nombra a Blázquez nuevo arzobispo de Valladolid

El hasta ahora obispo de Bilbao tomará posesión el próximo 17 de abril de la sede pucelana

Ricardo-BlázquezG(J. Lorenzo) Entró como “un tal Blázquez” y sale como “Don Ricardo”. En los catorce años que median entre ambos saludos –de bienvenida y de despedida en la diócesis de Bilbao– Ricardo Blázquez ha pastoreado con los sentidos del tacto, la vista y el oído una sede con fuerte compromiso evangélico, pero también con otras acendradas convicciones más terrenales que, en alguna ocasión, le pusieron contra la espada y la pared. Pero todo lo ha dado por bueno. De ahí que, nada más conocerse oficialmente el pasado día 13 (oficiosamente era un grito a voces desde hacía semanas) que el Papa le había desingado nuevo arzobispo de Valladolid, Ricardo Blázquez señalase que “pasar de Bilbao a Valladolid no es un simple traslado de lugar; lo siento más como un trasplante con un desarraigo doloroso y un nuevo enraizamiento”.

Aunque, en resumidas cuentas, los 67 años de edad de este abulense de Villanueva del Campillo, hoy vicepresidente episcopal, puede decirse que han sido un continuo trasplante, desde su querido pueblo, a donde le gustaba volver, pasando por la Ávila de sus tiempos de seminarista, la Roma de sus años de formación teológica en la Gregoriana, la Salamanca de la Pontificia, donde fue profesor, decano y a la que ha vuelto hace pocas fechas como hijo pródigo, pasando por su bautismo episcopal en Santiago en 1988, como auxiliar del entonces arzobispo compostelano, Antonio María Rouco Varela, o la breve estancia en Palencia (1992-1995) para sustituir a un atípico Nicolás Castellanos. El desarraigo seguro que fue más doloroso en Madrid, donde lo vivió de continuo cuando ejerció, de 2005 a 2008, como presidente de la Conferencia Episcopal, en una tarea muy valorada dados los tiempos difíciles que le tocaron, y sin dejar nunca de atender pastoralmente a Bilbao, aunque no contase entoces con la asistencia de ningún auxiliar. Fueron tiempos de carretera y soledad. Y de esperaza, a la que siempre se aferra, como acaba de señalar tras su nombramiento: “La esperanza en Dios nunca defrauda; aunque sea probada mil veces, brota incesantemente”.

Ahora, vuelve a su tierra castellana, a una Iglesia, como él mismo ha dicho, “que tiene rica solera”, y en la que, como en sus anteriores destinos, va dispuesto a “gastar y desgastar” su vida al servicio del Evangelio. Llega justo para que la beatificación del jesuita P. Hoyos, el 18 de abril en Valladolid, tenga presente ya en la ceremonia al que será su nuevo arzobispo titular. Será la víspera, el 17, cuando “Don Ricardo” abra una nueva etapa de “esperanza serena e ilusionada” en su ministerio episcopal.

En el nº 2.700 de Vida Nueva.

 

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