Blázquez llega a Valladolid con una “esperanza fresca”

Al día siguiente de su toma de posesión, participó en la beatificación del P. Hoyos

(M. Gómez) El sábado 17 de abril, a las 12:30 h., la Catedral Metropolitana de Valladolid acogió la toma de posesión de Ricardo Blázquez como nuevo arzobispo. Tres mil fieles le recibieron entre aplausos, en una ceremonia presidida por el nuncio Renzo Fratini y concelebrada por unos cuarenta prelados (incluidos los cardenales Lluís Martínez Sistach, Carlos Amigo y Agustín García-Gasco).

El que fue obispo de Bilbao durante los últimos 15 años, ha regresado a Castilla y León (nació en Villanueva de Campillo, Ávila, el 13 de abril de 1942, y fue obispo de Palencia entre 1992 y 1995), en sustitución de Braulio Rodríguez, actual arzobispo primado de Toledo.

Blázquez, también vicepresidente de la Conferencia Episcopal Española, no pronunció una homilía programática, sino que se limitó a saludar a sus nuevos diocesanos, a los que pidió no tener miedo: “En nuestro tiempo, sentimos los cristianos, la Iglesia, con particular incidencia, tanto la magnitud de los desafíos que nos acechan como la fuerza del Señor, que nos conforta y consuela diariamente. Pero las dificultades no nos paralizan; más bien, nos impulsan a poner en el Señor nuestra confianza, a redoblar los esfuerzos y así llegará la barca a la otra orilla”.

Sí tuvo palabras de agradecimiento para Benedicto XVI, a quien le manifestó su “apoyo por las decisiones tan valientes, humildes y luminosas que ha tomado en cuestiones muy delicadas”.

Caridad y formación

Blázquez inicia esta etapa “con una esperanza fresca e ilusionada” y un llamamiento a la caridad y a la necesidad de una sólida formación cristiana. A los presbíteros, además, les recordó que este Año Sacerdotal es “una oportunidad para renovarnos interiormente”.

Al día siguiente, Blázquez participó en la multitudinaria beatificación del P. Bernardo de Hoyos, cuya memoria se celebrará el 29 de noviembre. Unas 20.000 personas asistieron a la ceremonia, presidida por Angelo Amato, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, quien recordó que todos los bautizados están “llamados a la santidad”, que no es “exclusiva de los sacerdotes y de los consagrados”.

En el nº 2.704 de Vida Nueva.

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