El Vaticano publica una Guía ante los casos de abusos

Benedicto XVI podría reunirse con alguna víctima durante su visita a Malta

La isla mediterránea se prepara para recibir al Papa el 17 de abril

(Antonio Pelayo– Roma) He visto y hablado con el Papa sobre el escándalo de la pederastia el pasado viernes (9 de abril) y le he encontrado sereno y tranquilo. Está muy informado de todo a través de la prensa, de lo que le transmiten sus colaboradores y de conversaciones que mantiene con obispos y otras personas. Hablar de un complot contra la Iglesia es una tontería, pero sí es verdad que hay una campaña basada en la necesidad que tienen los medios de comunicación de vender mejor y más sus noticias, así como en la permanente actitud anticatólica de algunos sectores de la sociedad en diversos países”. Son, en síntesis, algunas de las afirmaciones hechas por el director de L’Osservatore Romano ante sus colegas de la Asociación de la Prensa Extranjera en Roma.

El arzobispo de Malta, Paul Cremona

“En la reciente historia de la Iglesia –añadió Gian María Vian– ya ha habido otras campañas de igual e incluso mayor intensidad que ésta. Basta recordar la que suscitó en su día la publicación, por Pablo VI, de la encíclica Humanae Vitae, o la desencadenada contra Juan Pablo II en los primeros años de su pontificado, que culminó con el atentado de 1981”.

Estas reflexiones contrastan con las de quienes estos días ofrecen la imagen de la Santa Sede como de una fortaleza asediada, cuyos habitantes sólo piensan en defenderse lo mejor que saben de sus agresores o adoptan una actitud numantina. Ni el Papa ni sus colaboradores han perdido los nervios, y buena prueba de ello es que el secretario de Estado, cardenal Tarcisio Bertone, se ha permitido un viaje y estancia de nueve días en Chile (ver pp. 36-37) para asistir a una serie de actos que festejan el bicentenario de la independencia del país latinoamericano, que acaba de salir, por otra parte, de un terrible terremoto (dicho sea de paso, este viaje ha sido objeto de algunas críticas y sarcasmos dentro de los muros vaticanos).

Benedicto XVI ha pasado más de una semana de reposo en Castelgandolfo, desde donde regresaba al Vaticano el miércoles 14 para prepararse para su ya inminente viaje a la isla de Malta, adonde llegará a las 17:00 h. del sábado 17 de abril, hasta últimas horas de la tarde del domingo 18. El motivo de este primer desplazamiento internacional del Pontífice en 2010 (seguirán Chipre, Portugal, Inglaterra-Escocia y España) es conmemorar el 1950º aniversario del naufragio de san Pablo. Están previstos una visita a la llamada Gruta de San Pablo en Rabat, una misa solemne en Floriana y un encuentro con los jóvenes en el Puerto Grande de La Valletta.

Tercera visita papal

Será la tercera visita de un papa a Malta. Las dos primeras las realizó Juan Pablo II en 1990 y 2001, ambas en olor de multitudes y revestidas con los colores y la cordialidad de esta isla mediterránea, que en su larga historia estuvo bajo la dominación inglesa, francesa, española y musulmana antes de alcanzar la independencia. De su población –que no llega al medio millón de habitantes– hoy se declaran católicos el 94,4% de sus habitantes.

La visita, que debería discurrir sin mayores incidencias, ha conocido en los últimos días algún sobresalto, debido al escándalo de pederastia de que han sido acusados algunos miembros del clero maltés responsables de un orfanato. A este propósito, el arzobispo de Malta, Paul Cremona, y el de Gozo, Mario Grech, han hecho público un mensaje donde, tras expresar su solidaridad al Papa y a las víctimas, recuerdan que la Iglesia de Malta fue una de las primeras en adoptar medidas contra estos crímenes, creando en 1999 un Response Team, un comité presidido por un magistrado para investigar las acusaciones de abusos sexuales de menores cometidos por sacerdotes o religiosos.

Sobre el medio centenar de casos denunciados, la justicia civil no ha pronunciado condena alguna. “Volvemos a decir –insisten los obispos– lo que ya afirmamos en 1999: los cristianos están obligados a cooperar con la Iglesia sin ocultar los hechos o permanecer en silencio, a fin de que esta herida pueda ser curada de una vez para siempre”. No se excluía, al cierre de esta información, que el Santo Padre recibiera a algún representante de las víctimas, como ya hizo en los Estados Unidos y Australia. Uno de los portavoces de los afectados, Lawrence Grech, ha dicho: “Debería reconocer que estas cosas también pasaron en Malta y pedir formalmente perdón por ello”.

El director de la Sala de Prensa de la Santa Sede, en un comentario leído el 9 de abril en Radio Vaticano, anunciaba que “el Papa ha escrito que está dispuesto a nuevos encuentros con las víctimas comprometiéndose en el camino de toda la comunidad cristiana. Pero es un camino que, para conseguir efectos profundos, debe desarrollarse con el respeto a las personas y a la búsqueda de la paz”. “Una de las cosas que más impresiona –dijo el P. Federico Lombardi– es que están saliendo a la luz tantas heridas internas que se remontan a muchos años atrás –a veces decenios–, pero evidentemente aún abiertas. Muchas víctimas no buscan compensaciones económicas, sino una ayuda interior en su dolorosa experiencia personal”.

En otro punto de su reflexión (que, siendo personal, refleja sin duda opiniones de los círculos vaticanos que frecuenta, incluido el Papa), el jesuita afirma: “Es necesario continuar y llevar a la práctica con decisión y veracidad los correctos procedimientos del juicio canónico de los culpables y de la colaboración con las autoridades civiles por lo que toca a su competencias judiciales y penales, teniendo en cuenta la especificidad  de las normativas y de las situaciones en los diversos países… Se ha dado el caso de que diversos responsables de comunidades o instituciones, por inexperiencia y falta de preparación, no han tenido presentes ni prontos los criterios que puedan ayudarles a intervenir con determinación, aun cuando puede ser para ellos muy difícil y doloroso”.

Para facilitar esta labor, la web de la Santa Sede hizo pública el lunes 12 una Guía para comprender los procedimientos básicos de la Congregación para la Doctrina de la Fe en los casos de abusos de menores. No hay novedades; se trata de una sistematización de las normas contenidas en el Motu Proprio Sacramentorum sanctitatis tutela–MP SST (30-4-2001) y en el Código de Derecho Canónico de 1983 (ver recuadro).

El vicedirector de la Sala de Prensa, Ciro Benedettini, precisó que esta Guía no es nueva (fue redactada en el 2003), pero ha sido publicada “en nombre de la absoluta transparencia impuesta por el Papa”.

En ella es categórica la obligación de denunciar “siempre” a la autoridad civil los casos de pederastia clerical; y, por otra parte, en los casos más graves, el Papa puede reducir al culpable al estado laical sin pasar por un proceso canónico.

Como la “lluvia” de acusaciones al Papa ni ha cesado ni cesará de inmediato, la Santa Sede ha dejado de desmentir una a una todas las que aparecen en la prensa. Ha sucedido en el “caso Kiesle” (sacerdote de la Diócesis de Oackland, California, al que se le concedió la reducción al estado laical, no cuando la pidió, sino dos años después, al cumplir los 40 años, en 1987, como era norma en aquella época y sigue siéndolo hoy, aunque está a punto de ser abandonada).

Discreción en el ‘caso Maciel’

El P. Maciel, con Juan Pablo II en el 2000

En este contexto de la pederastia, el caso del padre Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo, es realmente una historia aparte, por las consecuencias que puede tener en el rumbo de esta congregación. Es un tema que la Santa Sede está tratando con rigor y discreción suma. Así, no se ha confirmado que el 30 de abril los cinco visitadores apostólicos nombrados en julio de 2009 (entre ellos, Ricardo Blázquez, arzobispo de Valladolid) serán recibidos en la Secretaría de Estado para discutir sus conclusiones con los cardenales Bertone, Levada y Rodé.

La noticia la ha dado el periodista italiano Sandro Magister, habitualmente bien informado, pero nadie parece poder confirmarla. No, desde luego, los Legionarios, que hicieron público el pasado 25 de marzo un comunicado en el que reconocían como verdaderas las acusaciones contra su fundador (“entre las cuales se incluían actos de abusos sexuales a seminaristas menores”) y afirmaban: “Participamos del sufrimiento que este escándalo ha causado a la Iglesia y nos aflige y apena profundamente”.

La Santa Sede no puede no actuar con firmeza. La hipótesis más probable es que se nombre un “comisario” general para regir la Legión. Por otra parte, nadie ha desmentido las noticias de que el P. Maciel hubiera podido “comprar” el silencio vaticano inundando con dinero a altos cargos de la Curia romana y del entorno de Juan Pablo II. Lo ha afirmado el National Catholic Report, pero sin pruebas… por ahora.

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Denunciar “siempre” a la autoridad civil


Creo útil para nuestros lectores presentar las normas de la Guía ante los casos de abusos, que comienzan con los siguientes procedimientos preliminares:

“La diócesis local indaga cualquier acusación de abuso sexual de un menor por parte de un clérigo. Si la acusación presenta signos de veracidad, el caso es trasladado a la Congregación para la Doctrina de la Fe [CDF]. El obispo local transmite todas las informaciones necesarias a la CDF y expresa su parecer sobre el procedimiento a seguir y las medidas que deben adoptarse a corto y largo plazo. La ley civil, en materia de señalización de delitos a las autoridades competentes, debe ser seguida siempre”.

“Durante la fase preliminar y hasta que el caso esté concluido, el obispo puede imponer medidas de precaución para proteger a la comunidad, incluidas las víctimas. De hecho, el obispo local mantiene siempre el poder de proteger a los niños, limitando la actividad de cualquier sacerdote en su diócesis. Esto forma parte de su autoridad ordinaria, que es exhortado a ejercer de todos los modos que sean necesarios para asegurar que los niños no sean dañados, y este poder el obispo puede ejercerlo a discreción antes, durante y después de cualquier procedimiento canónico”.

Los procedimientos autorizados por la CDF u opciones de que dispone una vez que el caso le haya sido presentado por el obispo local son de tres tipos:

“1. Procesos penales. La CDF puede autorizar al obispo local a llevar a cabo un proceso judicial penal ante un tribunal local de la Iglesia. En tal caso, cabe presentar a la CDF un recurso. La CDF puede autorizar al obispo local a llevar a cabo un proceso penal administrativo ante un delegado suyo asistido por dos asesores. El sacerdote acusado es llamado a responder a las acusaciones y a examinar las pruebas. El imputado tiene derecho a presentar recurso ante la CDF contra un decreto que le condena a una pena canónica. La decisión de la comisión cardenalicia de la CDF es inapelable. Si el clérigo fuese juzgado culpable, los procesos penales judiciales o administrativos pueden condenar al clérigo a una serie de sanciones canónicas, la más grave de las cuales es la dimisión del estado clerical. La cuestión de los daños puede ser tratada directamente en el curso de este procedimiento”.

“2. Las causas que van directamente al Papa”. Son las reservadas a casos muy graves; el Papa puede emitir un decreto de dimisión del estado clerical que es definitivo. “La CDF lleva también al Santo Padre las peticiones de los sacerdotes acusados que, conscientes de sus crímenes, piden ser dispensados de sus obligaciones como sacerdotes y desean regresar al estado laical. El Papa accede a estas peticiones por el bien de la Iglesia”.

“3. Medidas disciplinarias. En los casos en los que el sacerdote acusado haya admitido sus crímenes y haya aceptado vivir una vida de oración y de penitencia, la CDF autoriza al obispo local a emitir un decreto que prohíba o limite el ministerio público de dicho sacerdote”.


Esta información aclara que la CDF está estudiando la revisión de algunos artículos del MP SST para adaptarlos a las “especiales facultades conferidas a la CDF por los papas Juan Pablo II y Benedicto XVI. Las modificaciones propuestas que están siendo discutidas no cambiarán los procedimientos antes expuestos”.

apelayo@vidanueva.es

En el nº 2.703 de Vida Nueva.

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