Benedicto XVI en Portugal: estímulo para creyentes y no creyentes

Los abusos, el diálogo con la cultura y el llamamiento al compromiso con el Evangelio, ejes del 15º viaje apostólico

(María GómezEnviada especial a Portugal) El viaje apostólico de cuatro días que Benedicto XVI ha realizado a Portugal esta semana (del 11 al 14 de mayo) pasará a la historia como aquel en el que el Papa admitió que la Iglesia sufre por el pecado que nace dentro de ella misma. Con todo, no es, ni mucho menos, lo único que ha pasado en esta visita. El Papa alemán ha sabido insuflar ánimos renovados a los católicos portugueses, y su imagen se ha reforzado también para todos los demás.

El primer y gran titular se produjo incluso antes de aterrizar en el país luso, en el avión que le llevaba de Roma a Lisboa en la mañana del martes 11 de mayo. A preguntas de los periodistas que viajaban con él, el Papa habló de los escándalos de la pederastia clerical: “Los ataques al Papa y a la Iglesia no vienen sólo de fuera. Los sufrimientos de la Iglesia vienen de su propio interior, del pecado que existe en la Iglesia”, declaró Benedicto XVI.

Ante la situación “verdaderamente aterradora” que están suponiendo los casos de abusos sexuales a menores por parte de sacerdotes, el Papa ha asegurado que la Iglesia “tiene una profunda necesidad de reaprender la penitencia, de aceptar la purificación, de implorar perdón, pero también necesidad de justicia. El perdón no sustituye a la justicia”.

Para cuando el Pontífice y su séquito llegaban al aeropuerto militar de Portela, sus valientes declaraciones ya estaban dando la vuelta al mundo.

Colaboración Iglesia-Estado

En su 15º viaje apostólico, Benedicto XVI se ha presentado como un “peregrino de la Virgen de Fátima”. Tras las reiteradas invitaciones del presidente de la República, Aníbal Cavaco Silva, y del Episcopado portugués, la visita del Papa ha coincidido con el décimo aniversario de la beatificación de Francisco y Jacinta, dos de los tres niños videntes de Fátima.

Pero también Portugal está celebrando este año el centenario de la proclamación de la República. Y a él se refirió Joseph Ratzinger todavía en el aeropuerto de Portela, durante su primer discurso oficial.

La Iglesia está abierta a colaborar con quien no margina ni reduce al ámbito privado la consideración esencial del sentido humano de la vida –explicó-. No se trata de un enfrentamiento ético entre un sistema laico y un sistema religioso, sino más bien de una cuestión de sentido a la que se confía la propia libertad”.

Y todavía añadió: “Vivir en la pluralidad de sistemas de valores y de cuadros éticos requiere un viaje al centro del propio yo y al núcleo del cristianismo para reforzar la calidad del testimonio hasta la santidad”.

Deseosos de un mensaje de esperanza

Por su parte, el presidente Cavaco Silva habló “con profundo regocijo” y “sentida emoción” en nombre de los portugueses, asegurándole al Papa que éstos necesitan “quien les traiga un mensaje de esperanza” para su “sed de justicia y solidaridad”, en estos “tiempos de incertidumbre” por los que atraviesa el país.

Actualmente, Portugal tiene una de las tasas de desempleo más altas de la Unión Europea, más del 10%, y dos millones de personas -el 20% de la población- vive por debajo del umbral de la pobreza.

Luego el Papa se dio su primer baño de masas en el Monasterio de los Jerónimos, en Belén, donde realizó una breve parada para rezar ante el Santísimo y, posteriormente, visitar al presidente de la República junto a toda su familia en el Palacio de Belén.

Prácticamente en todas las ocasiones en que se ha dirigido a los portugueses en estos días, el Papa ha subrayado la contribución de este país a la historia de la humanidad y de la Iglesia. Ha rememorado la epopeya de los descubrimientos y la fe “inteligente y creativa” exportada “con coraje” más allá de las propias fronteras.

Compromiso con el Evangelio en medio del mundo

Y es que uno de los leit-motiv de la visita apostólica ha sido el llamamiento al compromiso de los creyentes. Lo hizo esa misma tarde, en el auténtico primer acto multitudinario del viaje, durante la misa en Terreiro do Paço, en la Plaza del Comercio, antes cerca de 200.000 personas.

Con el río Tajo al fondo, en una postal espectacular, Benedicto XVI ha animado a todos los cristianos a comprometerse con el Evangelio en medio del mundo, “en la familia, en la cultura, en la economía, en la política”.

Además, ha advertido contra la confianza “excesiva en las estructuras y en los programas eclesiales” y ha demandado “anunciar de nuevo con vigor y alegría el acontecimiento de la muerte y resurrección de Cristo, corazón del cristianismo, fundamento y apoyo de nuestra fe”.

‘No os avergoncéis’ ha sido otra idea constante en sus palabras, llamada hecha de manera particular a los jóvenes.

Empeño en el diálogo fe-cultura

En un gesto muy saludado por creyentes y no creyentes, el Papa se ha reunido con unas 1.500 personalidades del mundo de la cultura, a los que aseguró el empeño de la Iglesia en el diálogo fe-arte.

El encuentro tuvo lugar el miércoles 12 en el Centro Cultural de Belén. Allí lamentó que el conflicto entre “presente y tradición” en la sociedad actual ha llevado a una “crisis de verdad”, pero ha asegurado el esfuerzo “irrenunciable” de la Iglesia para con el “servicio a la verdad”.

Hay todo un aprendizaje que hacer en cuanto a la forma de la Iglesia de estar en el mundo, llevando a la sociedad a que perciba que proclamar la verdad es un servicio que la Iglesia le presta, abriendo horizontes nuevos de futuro, de grandeza y dignidad”, dijo el Papa, en un ejercicio de sinceridad similar al de los casos de abusos.

A los presentes les tocó de modo especial la solicitud que les hizo hacia el final, similar al que hizo a los artistas en el Vaticano el pasado noviembre: “Haced cosas bellas, pero sobre todo convertid vuestras vidas en lugares de belleza”.

Fátima, intensidad espiritual

El eje de la visita ha estado, no obstante, en Fátima. Allí llegó en la tarde del miércoles 12, siendo la oración en la Capilla de las Apariciones uno de los momentos más intensos espiritualmente, como confirmó después el portavoz de la Santa Sede, P. Federico Lombardi.

A continuación, Benedicto XVI celebró las vísperas en la cercana Iglesia de la Santísima Trinidad, con sacerdotes, religiosos, diáconos y seminaristas.

A todos dirigió un mensaje común, en la línea del llamamiento al compromiso: “¡Qué grande es hoy la necesidad de testimonio!”. Subrayó la necesidad de “fidelidad” y “lealtad a la propia vocación” y la importancia de la “solidaridad profunda” entre todos los miembros de la Iglesia.

“Particular atención -ha advertido el Santo Padre- merecen las situaciones de un cierto debilitamiento de los ideales sacerdotales o la dedicación a actividades que no concuerden integralmente con lo que es propio de un ministro de Jesucristo. Así pues, es hora de asumir, junto con el calor de la fraternidad, la actitud firme del hermano que ayuda a su hermano a mantenerse en pie”.

Al término de este encuentro, Benedicto XVI realizó un significativo acto de “entrega y consagración” de los sacerdotes al Inmaculado Corazón de María, rezando para que resistan “a las tentaciones del Maligno”.

Esa noche, ya mientras el Papa descansaba, el cardenal secretario de Estado, Tarcisio Bertone, presidió la cada vez más habitual bendición de las velas, en la vigilia del 12 al 13 de mayo.

“He venido a rezar por nuestra humanidad abatida”

Eran miles los participantes, pero aún serían más los que acudieron al santuario mariano más importante del país a la mañana siguiente. Según las cifras oficiales, 400.000 peregrinos tomaron parte en la misa solemne del 13 de mayo, que comenzó a las 10:00 h. de la mañana.

En medio del clamor de la plaza y un incesante ondear de banderas de todos los colores, Benedicto XVI manifestó el objeto de su viaje: “He venido a Fátima para rezar, con María y tantos peregrinos, por nuestra humanidad abatida por miserias y sufrimientos”, y para confesar que “la Iglesia, los sacerdotes, ‘aman’ a Jesús y en Él desean mantener fijos los ojos al terminar este Año Sacerdotal”, añadió.

Su homilía se ha centrado en el “ejemplo de estímulo” que para el creyente deben ser Jacinta y Francisco.

Después indicó que la “misión profética de Fátima” no ha concluido: “El hombre ha podido desencadenar un ciclo de muerte y terror, pero no consigue interrumpirlo”. Sin embargo, “la fe en Dios abre al hombre el horizonte de una esperanza cierta que no desilusiona, indica un sólido fundamento en el que apoyar, sin miedo, la propia vida”.

Los peregrinos se dispersaron inmediatamente en cuanto terminó la procesión de Nuestra Señora y el Papa desapareció incluso de las pantallas gigantes de televisión. El santuario intentaba volver a su rutina: oraciones ante la Capilla de las Apariciones, ofrendas en forma de velas, devotos que llegan a la Basílica de rodillas… Prácticamente sólo los españoles (el segundo grupo más numeroso de los que han estado aquí, que en su mayoría pertenecen al Camino Neocatecumenal) rompían el ambiente de serenidad con sus cantos y danzas…

Aborto y matrimonios gays, “desafíos al bien común”

Por la tarde siguieron dos encuentros al menos tan importantes como el del día anterior con la cultura. A las 17:00 h., en la Iglesia de la Santísima Trinidad, el Papa se reunía con los agentes de Pastoral Social, a los que pide una clara identidad católica desligada de “toda ideología y toda política”.

Es durante este discurso cuando el Ratzinger pronuncia otro gran titular, muy esperado por lo que toca a la actualidad política en Portugal. El Papa ha expresado “mi profundo aprecio a todas aquellas iniciativas sociales y pastorales que buscan luchar contra los mecanismos socioeconómicos y culturales que llevan a aborto y que ponen la vista en la defensa de la vida y la reconciliación y la cura de las personas heridas por el drama del aborto”.

En ese momento, el auditorio estalló en aplausos. Y volvió a hacerlo cuando se refirió, sin citarlo expresamente, al matrimonio entre homosexuales: “Las iniciativas que buscan tutelar los valores esenciales y primarios de la vida, desde su concepción, y de la familia, fundada sobre el matrimonio indisoluble de un hombre y una mujer, ayudan a responder a algunos de los más insidiosos y peligrosos desafíos que hoy se hacen al bien común”.

Posteriormente, a las 18:45 h., en la Casa Nuestra Señora del Carmen, el Papa se encontró con el Episcopado portugués, que le ha solicitado “palabras orientadoras” para la “urgente evangelización” que necesita un país aquejado de “factores de perturbación”, como “el ateísmo”, así como “atropellos a la vida y a la institución familiar”, “desnorte en el plano ético” y “miseria social”.

Benedicto XVI ha sido muy claro cuando exhortó a los obispos que estimulen a los fieles en su compromiso, con la vista puesta en un “laicado maduro, identificado con la Iglesia, solidario con la compleja transformación del mundo”.

Creyentes avergonzados

El Papa echa de menos “verdaderos testigos de Jesucristo”, sobre todo en los ambientes donde “el silencio de la fe es más amplio y profundo: políticos, intelectuales, profesionales de la comunicación que profesan y promueven una propuesta monocultural con un menosprecio a la dimensión religiosa y contemplativa de la vida -dijo, y lamentó-: En tales ámbitos no faltan creyentes avergonzados que dan la mano al secularismo, constructor de barreras a la inspiración cristiana”.

Como ejemplo de que este perfil del cristiano es posible, Benedicto XVI ha saludado especialmente a los movimientos y nuevas comunidades eclesiales, y a la “nueva primavera” que viene con ellos.

No obstante, ha aclarado: “Condición necesaria, naturalmente, es que estas nuevas realidades quieran vivir en la Iglesia común” y que su vida “se vuelva fecunda para todos los demás”.

En este sentido, los nuevos movimientos “deben someterse a la guía de los pastores”, que “no son sólo personas que ocupan un cargo”.

Oporto, última etapa

Portugal parece haber vuelto a la “calma”: acabados los días festivos, la ciudad de Lisboa y la localidad de Fátima intentan recuperar la rutina. Mientras, Oporto ha vivido también con intensidad el ser la última etapa de ‘peregrino Ratzinger’, en la “gran celebración” en la Avenida de los Aliados, el viernes 14.

Poco antes, el obispo de Oporto, Manuel Clemente, aseguraba que el Papa ha sido “muy inspirador y un gran estímulo”.

“Es necesario que os hagáis, conmigo, testigos de la resurrección de Jesús” . (…) Si no fuérais vosotros sus testigos en vuestro propio ambiente, ¿quién lo sería en vuestro lugar?”, ha reclamado Benedicto XVI durante la homilía.

Y añadió: “Nos esperan no sólo los pueblos no cristianos y las tierras distantes, sino también los ámbitos socioculturales y, sobre todo, los corazones, que son los verderos destinatarios de la actividad misionera del pueblo de Dios”.

Las últimas y agradecidas palabras a los portugueses, “fieles católicos o no”, las pronunció el Papa en la ceremonia de despedida, en el aeropuerto de Sá Carneiro: “Llevo guardada en el alma la cordialidad de vuestra acogida afectuosa”.

“En Fátima he rezado por el mundo entero pidiendo que el futuro traiga mayor fraternidad y solidaridad, un mayor respeto recíproco y una renovada confianza en Dios”, y deseó: “Que mi visita se vuelva incentivo para un renovado impulso espiritual y apostólico”.

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