Benedicto XVI en Fátima: “He venido a rezar por nuestra humanidad abatida”

“La fe en Dios abre una esperanza cierta que no desilusiona”, dice el Papa ante 400.000 peregrinos

(María GómezEnviada especial) Fátima, eje de la visita apostólica de Benedicto XVI a Portugal, ha amanecido este jueves 13 de mayo llena de peregrinos procedentes de una treintena de países. La explanada del santuario mariano más importante del país está, hoy sí, abarrotada; las cifras oficiales hablan de 400.000 participantes.

La misa solemne, que ha comenzado a las 10:00 h. (hora local), ha sido el momento más importante del día de hoy. Si bien se espera que las palabras más destacadas, sobre el aborto y los matrimonios homosexuales, las pronuncie el Papa durante su encuentro con los agentes de Pastoral Social, a las 17:00 h., y en la posterior reunión con el Episcopado.

A las 9:50 h., en medio del clamor de la plaza y un incesante ondear de banderas de todos los colores, Benedicto XVI se ha dirigido en el papamóvil, desde la contigua Casa de Nuestra Señora del Carmen, donde ha pasado la noche, hasta la Capilla de las Apariciones, para sumarse a la procesión hacia el altar.

Una vez allí, el obispo de Leiria-Fátima, Antonio Marto, le ha dado la bienvenida “a tan ilustre y amado peregrino”.

Después de recordar la ofrenda de la Rosa de Oro que Benedicto XVI le brindó ayer por la tarde al santuario (convirtiéndose en el primer papa que lo hace en persona en Portugal), Marto le ha agradecido también “esta extraordinaria experiencia de belleza de la comunión que constituye la Iglesia vuelta hacia su Pastor universal”. “Ha venido a confirmarnos en la fe”, le ha dicho.

El pueblo católico, con el Papa

Pero más importante ha sido el mensaje de apoyo que el obispo ha hecho explícito al Santo Padre: “En este momento quiero asegurarle la profunda comunión y el sincero afecto de todo nuestro pueblo católico a su persona y a su ministerio en la Iglesia y en la humanidad”.

La misa ha sido concelebrada por Marto y por el cardenal Bertone, así como por cuatro cardenales, 77 obispos y 1.442 sacerdotes.

El Pontífice se ha presentado como “peregrino” en una “‘casa’ que María escogió para hablarnos en los tiempos modernos”. “He venido a Fátima para rezar, con María y tantos peregrinos, por nuestra humanidad abatida por miserias y sufrimientos” y para confesar que “la Iglesia, los sacerdotes, ‘aman’ a Jesús y en Él desean mantener fijos los ojos al terminar este Año Sacerdotal”, añadió.

Su homilía se ha centrado en el “ejemplo de estímulo” que para el creyente deben ser Jacinta y Francisco (dos de los tres videntes de Fátima), precisamente cuando se cumplen diez años de su beatificación en esta misma plaza por Juan Pablo II.

‘Fuerte presión de las realidades externas’

Benedicto XVI reza ante la tumba de los niños videntes Lucía, Jacinta y Francisco

En una alusión indirecta a la cuestión de la veracidad de las apariciones de 1917, Benedicto XVI defendió que Dios “tiene el poder de llegar hasta nosotros particularmente a través de los sentidos interiores”, pero “eso exige una vigilancia interior del corazón que, la mayor parte del tiempo, no tenemos por causa de la fuerte presión de las realidades externas y de las imágenes y preocupaciones que llenan el alma”.

El Papa citó las memorias de Lucía, la tercera y más importante vidente de Fátima, quien relató que la experiencia de las apariciones les volvió “enamorados de Dios en Jesús, hasta el punto de que Jacinta explicó: ‘Me gusta tanto decirle a Jesús que le amo. Cuando se lo digo muchas veces, parece que tengo un fuego en el pecho, pero no me quemo'”.

“Al oír estos inocentes y profundos desahogos místicos de los pastorinhos –continuaba el Papa-, alguien podría mirarlos con un poco de envidia por haber visto, o con la resignación desilusionada de quien no ha tenido esa suerte pero insiste en ver. A esas personas, el Papa les dice, como Jesús: ‘¿No estaréis engañados, ignorando las Escrituras y el poder de Dios?’“.

La misión de Fátima no ha concluido

Después indicó que la “misión profética de Fátima” no ha concluido: “El hombre ha podido desencadenar un ciclo de muerte y terror, pero no consigue interrumpirlo”.

Sin embargo, “la fe en Dios abre al hombre el horizonte de una esperanza cierta que no desilusiona, indica un sólido fundamento en el que apoyar, sin miedo, la propia vida”.

“Con la familia humana preparada para sacrificar sus lazos más sagrados en el altar de los mezquinos egoísmos de nación, raza, ideología, ha venido del Cielo nuestra Madre bendita ofreciéndose para trasplantar en el corazón de cuantos se le confían el Amor de Dios que arde en el suyo”, remató.

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