Rafael Alfaro: “La Palabra de Dios está llena de lírica poética”

Salesiano y poeta

(Texto y foto: Jaime Vázquez Allegue) Rafael Alfaro es un salesiano poeta –todos los salesianos tienen algo de poetas como buenos herederos de san Juan Bosco, que también escribía poesía para los niños de todas las edades–. Ha publicado más de 25 libros de poesía y está a punto de sacar a la luz en Calima Ediciones Mi fe de vida, una antología de los 12 últimos libros publicados en el que se dan cita los mejores versos de sus últimos años.

Cuando lo visitamos en la residencia de su comunidad salesiana de Granada, lo primero que ­hizo fue ofrecernos un café, enseñarnos las dependencias de la comunidad, el colegio salesiano y la parroquia. Su carácter bondadoso y su estilo conciliador convirtió la entrevista en un café literario que me recordó aquellas célebres tertulias poéticas de principios del siglo XX, con café aromático del bueno, papeles por escribir, lápices de carboncillo y unas gafas que se cuelgan y descuelgan de la cara. La tertulia bien podría haber sido la de un club de poetas que viven la Pascua a la luz de la Resurrección de Cristo.

Religioso polifacético

Alfaro es uno de los poetas más galardonados de la poesía española contemporánea. Se codea con los mejores de la lírica y la métrica actual. Es un religioso polifacético que se define como un “poeta para los curas y un cura para los poetas” lo cual, afirma con discreción, resulta paradójico en muchas ocasiones. Considera que la Sagrada Escritura es la Biblia en verso. La Palabra de Dios está llena de lírica poética. Los profetas de Israel eran, en el fondo, estupendos poetas. Las palabras de Isaías y Jeremías, las narraciones metafóricas de Daniel, la historia de Susana, por no mencionar el libro de los Salmos en donde la poesía se vuelve liturgia y la liturgia la mejor forma de alabar a Dios. El Cantar de los Cantares contiene la erótica más sugerente que una persona puede imaginar. En la poesía del Antiguo Testamento se refleja el amor de Dios a su pueblo, un amor que se mantiene en los escritos bíblicos como tónica dominante (véase Vamos Jonás). Rafael Alfaro sostiene que la Biblia es poesía aunque no somos capaces de percibir su sonoridad por culpa de las versiones y de las traducciones de los originales. Define la literatura evangélica como una colección de libros poéticos cargados de un enorme contenido metafórico que se actualiza en todos los tiempos. Todo el Nuevo Testamento está lleno de fuerza poética, aunque ­muchas veces la sonoridad poética parezca que se oculta detrás de la prosa narrativa como objeto de contemplación. El libro del Apocalipsis de Juan, por ejemplo, y toda la literatura apocalíptica, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento, están llenos de imágenes poéticas en las que se mezcla la luz, el sonido, la música y la esperanza.

Rafael Alfaro es poeta y crítico de poetas. Durante 12 años fue crítico en la revista Reseña y ha publicado cientos de recensiones de los poemarios de sus colegas del mundo de la literatura en verso. Dice que le gusta la poesía de Wislawa Szymborska. Buen amigo de Claudio Rodríguez, Francisco Brines, Eladio Cabañero, Ángel García López, Manolo Ríos y Antonio Hernández, Rafael Alfaro se considera parte de ese grupo de poetas que los críticos llaman Generación de los 50. Yo lo sitúo de la mano de José Luis Martín Descalzo, Pedro Casaldáliga, Carlos de la Rica, Pedro Miguel Lamet, Miguel de Santiago y de su buen amigo Valentín Arteaga.

En nuestra tertulia poética hablamos también de música y de Música callada. Rafael Alfaro estudió canto gregoriano y fue profesor de música en San Salvador (América Central). Una música que está muy presente en la sonoridad de sus versos. Porque, aunque él sólo lo diga como en voz interior, su poesía, además de lírica, es sonora, con una sonoridad que se oye –en realidad se escucha– desde el primer hasta el último verso. Será esa la razón por la que disfruta escuchando la música clásica de sus autores favoritos Bela Bartók, Stravinsky, Mussorgsky y los maestros Mozart, Vivaldi y Bach. Y es que escribir poesía es una forma de componer música en el pentagrama de las letras del alfabeto.

Después de la tertulia poética salimos al jardín de la comunidad y paseando entre los árboles seguimos hablando de los romances de san Juan de la Cruz, de los años en los que dirigió el Boletín Salesiano, de que Dios habla en verso, de sus destinos en América y de otras literaturas, pero ésa es otra historia que dejamos tal vez para mañana, ya que los pájaros regresan a la tarde.

En esencia

Película: Morte a Venecia, de Luchino Visconti.

Libro: Alianza y condena, de Claudio Rodríguez.

Canción: Volare, de Domenico Modugno.

Deporte: fútbol.

Deseo frustrado: ser un hábil pianista.

Recuerdo de la infancia: el final de la Guerra del 36.

Una aspiración: estar unido a Dios.

Una persona: mi madre.

Una alegría: la vida.

La mayor tristeza: la muerte de mis padres.

Un sueño: que los jóvenes se realicen como personas.

Un regalo: un libro.

Un valor: la amistad.

Que me recuerden: por ser una persona buena.

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