Editorial

Nuevos pobres tras la crisis

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Publicado en el nº 2.711 de Vida Nueva (del 12 al 18 de junio de 2010).

Cáritas no sólo da pan, como se demuestra en las estadísticas recientemente presentadas. También ayuda a pescar. En el Congreso sobre Pobreza y Exclusión Social, celebrado en Madrid estos primeros días de junio, se ha evidenciado de forma clara que el análisis es una de las misiones de la Iglesia. Acertar en el diagnóstico es importante de cara a la solución de los problemas.

Y los datos muestran una Europa con una pobreza acentuada por el impacto de la crisis. Mujeres, inmigrantes, hogares con personas dependientes y núcleos familiares en lugares geográficos o urbanos más deteriorados, están siendo el blanco de la debacle económica. Ha aumentado la exclusión social y, paralelamente, la ayuda de la Iglesia, a través de Cáritas o de otras organizaciones relacionadas con ella.

Ahora hay que ayudar a salir de esta situación. Es la hora de la solidaridad y de una mayor política social en la agenda de los dirigentes europeos que, por otra parte, están siendo sometidos a las presiones de los países ricos, que solicitan recortes en algunas de las prestaciones sociales, como es el caso de las jubilaciones. Con ello, otro colectivo más, en este caso el de los ancianos, aumentaría el número de pobres de forma alarmante. También sucede con los jóvenes sin empleo.

La Iglesia pretende ayudar a erradicar las manifestaciones más graves de exclusión y pobreza, a frenar la espiral que genera vulnerabilidad, a fomentar la integración y ayudar a mejorar las políticas sociales.

Es tarea importante, necesaria y profética. Es la mejor forma de frenar los efectos de la crisis y de colaborar para su fin. Son los pobres, bien definidos en estas jornadas, los que están pagando los platos rotos de la misma. Por otro lado, se aprecia un mayor enriquecimiento de los potentados que en estos momentos de crisis abultan sus resultados. También aquí la Iglesia tiene una palabra para solicitar su ayuda y fraterna solidaridad.

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