Una Argentina agitada se prepara para su fiesta patria

La Asamblea de la CEA habla del ‘Tedeum’ del 25 de mayo y los matrimonios gays

(Washington Uranga– Buenos Aires) En medio de un ambiente político agitado, en el que la propia jerarquía católica se ha visto implicada, los obispos argentinos se reunieron para su primera Asamblea del año, dando comienzo a las celebraciones del Bicentenario de la independencia. Emitieron una declaración reafirmando “el bien inalterable del matrimonio y la familia” frente a las iniciativas de legalizar las uniones entre personas del mismo sexo, y expresaron su respaldo a Benedicto XVI ante los casos de abusos sexuales por parte de ministros de la Iglesia. Los obispos recibieron, además, un informe de la Comisión Nacional de Justicia y Paz acerca de un documento sobre la pobreza elaborado por ese organismo, y escucharon aportes sobre el Bicentenario de parte del sacerdote Guillermo Durán y de José Ignacio López, periodista y colaborador de Vida Nueva.

La Plenaria se abrió con una misa concelebrada por todos los obispos en la catedral de Buenos Aires, porque –según el cardenal Jorge Bergoglio, presidente de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA)– quisieron comenzar allí “para rezar por la Patria en el comienzo de estos seis años de conmemoración del Bicentenario de la independencia”. Así, Bergoglio y sus hermanos intentaron salir al cruce de un debate en el que la propia Iglesia quedará atravesada por las disputas políticas. El 25 de mayo, fecha en la que se conmemora la independencia, se celebrarán actos de acción de gracias (Tedeum) en todas las catedrales del país, pero las miradas se centrarán en la Basílica de Luján (a 70 kilómetros de Buenos Aires), donde se venera a la patrona nacional, y en la catedral de Buenos Aires. En la primera, el Tedeum será presidido por el arzobispo local, Agustín Radrizzani, y allí asistirá la presidenta, Cristina Fernández, y las máximas autoridades nacionales. La ceremonia en Buenos Aires estará encabezada por Bergoglio, y se da por descontado que allí estarán presentes el vicepresidente, Julio Cobos –enfrentado con la presidenta–, y las principales figuras de la oposición.

Aunque no hubo información oficial, se sabe que en la Asamblea varios obispos criticaron severamente esta situación y hubo intentos –que no llegaron a buen puerto– de unificar los gestos. Algunos de los presentes consideraron “perjudicial” para la Iglesia que los obispos se involucren, utilizando ámbitos y símbolos religiosos, en las disputas políticas del país.

A día de hoy, por otro lado, hay en Argentina fuertes corrientes de opinión favorables a la legalización de las uniones entre personas del mismo sexo y se impulsan iniciativas parlamentarias con apoyo de un número importante de legisladores.

Rechazo episcopal

Mientras tanto, varios obispos, a título individual, manifestaron su rechazo a la legalización de tales uniones, pero ahora ha sido la Asamblea la que ha emitido un documento señalando que “si se otorgase un reconocimiento legal a la unión entre personas del mismo sexo, o se las pusiera en un plano jurídico igual al del matrimonio y la familia, el Estado actuaría erróneamente y entraría en contradicción con sus propios deberes al alterar los principios de la ley natural y del ordenamiento público de la ley argentina”.

Argumentan los prelados que “la unión de personas del mismo sexo carece de los elementos biológicos y antropológicos propios del matrimonio y de la familia”, porque “está ausente de ella la dimensión conyugal y la apertura a la transmisión de la vida”. Y agregan que “constatar una diferencia real no es discriminar”, porque “la naturaleza no discrimina cuando nos hace varón o mujer”, y “nuestro Código Civil no discrimina cuando exige el requisito de ser varón y mujer para contraer matrimonio, sólo reconoce una realidad natural”. Admiten, sin embargo, que “las situaciones jurídicas de interés recíproco entre personas del mismo sexo pueden ser suficientemente tuteladas por el derecho común” y que sería “una discriminación injusta contra el matrimonio y la familia otorgar al hecho privado de la unión entre personas del mismo sexo un estatuto de derecho público”.

La declaración de la CEA fue rechazada de inmediato por organizaciones de gays y lesbianas, que reclaman la igualdad de derechos con el matrimonio. Los obispos, por su parte, señalan que “corresponde a la autoridad pública tutelar al matrimonio entre el varón y la mujer con la protección de las leyes, para asegurar y favorecer su función irreemplazable y su contribución al bien común de la sociedad”.

El Episcopado argentino aprovechó también su reunión para dirigirse por segunda vez al Papa mediante una carta en la que le expresa su apoyo ante las acusaciones que recibe por los casos de abusos sexuales cometidos en la Iglesia por algunos miembros del clero. Una situación ante la que “nos sentimos interpelados a crecer en fidelidad a los dones recibidos y al compromiso de ser ejemplo de vida evangélica en medio del pueblo de Dios”.

En otro momento de su Asamblea, los pastores analizaron la marcha de las Comunidades Eclesiales de Base (CEBs), consideradas un actor esencial dentro de su estrategia pastoral. En esta reflexión colaboró el obispo auxiliar de Santa Cruz de la Sierra (Bolivia), Sergio Gualberti, responsable del tema en el Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM).

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HUMAHUACA ALZA LA VOZ CONTRA LA POBREZA


El obispo de la prelatura de Humahuaca, Pedro Olmedo, junto con todo su equipo de Pastoral Social, ha emitido un documento en el que analiza la situación social en esa región del país, en el que se pone en evidencia la grave situación que viven los habitantes más pobres de esa zona, en particular las poblaciones indígenas.

Humahuaca, en la provincia de Jujuy, situada al Norte de Argentina y en el límite con Bolivia, es una de las regiones que presenta los mayores índices de pobreza de todo el país. En el diagnóstico se denuncia que “la inflación nos está afectando duramente” y, “otra vez, entre los más pobres es donde está impactando de manera impresionante el aumento de la canasta familiar”.

En virtud de lo anterior, el documento de esta Iglesia norteña asegura que “cada vez se hace más difícil que los chicos puedan ir a la escuela” y que muy pocos egresados de la escuela secundaria tienen posibilidades de continuar con sus estudios porque las familias no pueden costear una carrera universitaria.

Se señala, además, que, “frente a las necesidades de trabajo”, se “juega con las esperanzas” de la población “impulsando la fantasía del desarrollo minero, un desarrollo sin ningún tipo de participación ni control de parte de la sociedad ni de las Comunidades, donde prima el espíritu de lucro por encima del medio ambiente y de la cultura ancestral de las comunidades que son corrompidas por migajas”.

Frente a la celebración del Bicentenario de la independencia argentina, Olmedo y su equipo hacen una firme reivindicación de los pueblos aborígenes, “preexistentes y sujetos de derecho”, tal como lo reconoce la Constitución del país, pero hasta hoy “objeto de políticas sociales y no protagonistas de políticas de desarrollo”.

Finalmente, se pide, entre otras demandas, “refundar la Patria” sobre la base de la “equidad, justicia e inclusión social, con distribución equitativa de los recursos y con igualdad de oportunidades para todos” y con “trabajo para todos, pero con sueldos que no marquen distancias siderales”.

wuranga@vidanueva.es

En el nº 2.705 de Vida Nueva.

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