El futuro de Cuba pasa por el diálogo

El arzobispo Mamberti abre la X Semana Social durante su visita al país, en el 75º aniversario de las relaciones con la Santa Sede

Rueda de prensa del obispo Emilio Aranguren en la Semana Social

(Araceli Cantero Guibert– Miami) La visita del secretario vaticano para las Relaciones con los Estados, el arzobispo Dominique Mamberti, a la Iglesia en Cuba, del 16 al 20 de junio, ha servido para reafirmar la distinción –muchas veces expresada por la Santa Sede y por los obispos cubanos– sobre laicidad y laicismo y su aplicación a la situación cubana. Porque, aunque en 1992 Cuba cambió su Constitución para declararse como Estado laico, mantiene el control sobre la actividad y las expresiones religiosas de la Iglesia en el ámbito público.

En su intervención en la Universidad de La Habana sobre La laicidad del Estado, Mamberti explicó que ésta, “lejos de ser marginación de la dimensión religiosa y de la comunidad de los creyentes de la vida social en todos sus componentes (laicidad en el sentido de laicismo), pasa (hoy) a ser respeto y colaboración entre la sociedad civil y la eclesial para el verdadero bien del hombre y de la familia humana (sana laicidad positiva)”. Y, por tanto, “los Estados tienen que actuar como garantía de la libertad religiosa”.

La visita del prelado ha tenido lugar en el marco de la X Semana Social Católica, organizada por la Comisión Nacional Justicia y Paz que preside el obispo de Holguín, Emilio Aranguren, y coincidiendo con el 75º aniversario de las relaciones de Cuba con la Santa Sede. A ello hizo referencia el enviado papal durante una Eucaristía en la Catedral de La Habana, en la que resaltó que “la comunidad política y la Iglesia son independientes y autónomas, cada una en su propio terreno. Ambas, sin embargo, aunque por diverso título, están al servicio de la vocación personal y social del hombre”.

Caminos de actuación

Mamberti asistió en La Habana a los trabajos de la X Semana Social que, bajo el tema Testigos de la Esperanza y promotores de la Paz, y centrando la mirada en la encíclica Caritas in veritate de Benedicto XVI, mostró que la Iglesia cubana lleva años planteando temas que afectan al presente y al futuro de la nación y marcan caminos para la actuación cristiana.

En esta ocasión, unos 20 expertos cubanos de la Isla y del exterior han presentado ponencias y participado en debates en torno a cuatro paneles sobre: Diálogo entre cubanos, Los espacios públicos de la Iglesia, Economía y sociedad y Reconciliación entre cubanos.

La letra de lo acontecido ha quedado plasmada en documentos disponibles en la web de la Conferencia de Obispos (www.iglesiacubana.org), para consulta de quienes no viven en Cuba, dadas las restricciones del acceso a Internet para la ciudadanía.

El espíritu vivido, a juzgar por las expresiones en las ruedas de prensa y el resumen presentado al final del encuentro por el P. Jorge Cela, SJ, ha sido de diálogo y de búsqueda en común. Así lo propuso el cardenal Jaime Ortega Alamino, arzobispo de La Habana, en unas palabras de saludo que invitaban a un “diálogo que acerca, que crea puentes…, imprescindible para mirar hacia el futuro…”.

Al final de la Semana, el sociólogo Cela señaló que la experiencia había sido “espiritual y cultural; de diálogo, participación y fraternidad y también esperanzadora”; y apuntó que “los trabajos han contribuido a dos grandes aprendizajes: ‘Cómo ser Iglesia en nuestro mundo’ y ‘cómo aprender a dialogar’”.

El cardenal Jaime Ortega, Dominique Mamberti y Bruno Rodríguez

Pero el ‘ser Iglesia’ no se limitó a temas pastorales. Planteó, entre otros, el de la economía, que, según los ponentes, sufre una grave crisis que repercute en la población. “Cuba se encuentra en un proceso de desaceleración continua de los ritmos de crecimiento, por las mismas dificultades estructurales que siempre ha tenido”, afirmó Everleny Pérez Villanueva, del Centro de Estudios de la Economía Cubana de la Universidad de La Habana, para quien “hacen falta reformas estructurales con especial énfasis en la descentralización que le permitan al Estado concentrarse en su función de control, en vez de desgastarse en la complicada tarea de gestionarlo todo”.

El cubano Carmelo Mesa Lago, catedrático de Economía de la Universidad de Pittsburgh, por su parte, afirmó que, después de Uruguay, Cuba tiene la población más envejecida de América Latina, y  que “el costo de las pensiones continuará aumentando y se hará insostenible”. Para resolverlo, dijo, hay que realizar cambios que serán imposibles sin reformas económicas estructurales que aumenten la producción y la productividad.

Con la llegada de la Revolución, y a partir de 1961, la Iglesia en Cuba perdió sus centros de enseñanza y el acceso a los medios de comunicación y quedó reducida a la vida en los templos. Progresivamente, ha recuperado algunos “espacios públicos”, tema de otro panel que dejó planteadas múltiples preguntas. “De cara al futuro, una vez abiertas las puertas al pluralismo educativo, ¿en qué debería invertir la Iglesia: en tener instituciones o en formar personas que sean fermento de valores cristianos en los espacios públicos?”, se cuestionó María Caridad Campistrous.

“Los laicos en Cuba, ¿cristianos de presencia, confesionalmente identificados; o cristianos de mediación como fermento y levadura en medio de la sociedad?”, planteó Gustavo Andújar. Sergio Lázaro Cabarroig se refirió al reto de la progresiva participación de los católicos en los espacios de comunicación estatales y, al mismo tiempo, al hecho de cómo sostener, transformar y crear espacios propios.

Gradualmente, el Estado va reconociendo la labor de Cáritas: no en competencia con el Estado, sino inherente a su misión, desveló Maritza Sánchez, directora de Cáritas.

Desde el mundo de la cultura, Roberto Méndez aclaró que la pregunta hoy no es el diálogo entre cristianos y marxistas, sino cómo anunciar el Evangelio a los intelectuales neopaganos que creen que toda verdad termina en los extremos de su cuerpo, o quienes sostienen que el creer (en lo que sea) está divorciado del ser (porque soy lo que me dé la gana).

Jorge Domínguez, de la Universidad de Harvard, reconoció que, “durante el pasado medio siglo, han sido infrecuentes los diálogos entre cubanos que discrepen”. Como atisbo de esperanza, citó discursos de Raúl Castro en los que éste insta a dirigentes y funcionarios a que respeten la libre expresión de opiniones, porque “del intercambio profundo de opiniones divergentes salen las mejores soluciones”.

El diálogo ha sido un hilo conductor de esta cita como experiencia y propuesta. Un diálogo, según el P. Cela, que “ha de pasar por el corazón y la vida, desechando miedos y prejuicios, venciendo la desconfianza acumulada y superando el desencanto”. Un diálogo en la verdad y el amor, “sabiendo que diálogo no es necesariamente consenso ni se orienta únicamente a lograrlo, sino comunicación entre dos sujetos que se aceptan en su diversidad”.

Y no es un diálogo Iglesia y Estado sólo, sino también entre cubanos en Cuba, entre cubanos en la diáspora y entre cubanos en Cuba y en la diáspora. Ha de empezar por la familia y seguir con el barrio, la calle, los foros de pensamiento, los medios de comunicación, los espacios formativos y las instancias de construcción de la sociedad. Para Cela, este diálogo debe tener contenidos y metodología y es un proceso que no puede saltar ni forzar etapas. Porque este diálogo “es el camino a la reconciliación”.

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UNA APRETADA AGENDA

El arzobispo Mamberti en su encuentro con Raúl Castro

La visita de Mamberti a Cuba se hizo presente en la prensa del país con fotografías que mostraron su encuentro con el ministro de Relaciones Exteriores, Bruno Rodríguez Parrilla, y recorrido por la ciudad: en la Plaza de la Revolución, honrando a José Martí, y sobre el trasfondo de la imagen del Che Guevara. El arzobispo visitó la escuela ‘Solidaridad con Panamá’, fundada en 1989 por Fidel Castro, y la Escuela Latinoamericana de Medicina de La Habana.

No hubo encuentro con la disidencia ni con las Damas de Blanco, pero su líder, Laura Pollán, confía en que “muchas veces después que suceden las conversaciones es que vienen los resultados”. En respuesta a declaraciones de Oswaldo Payá, fundador del Movimiento Cristiano Liberación, el obispo Emilio Aranguren afirmó en rueda de prensa que el Episcopado no ha tenido una “intención de exclusión”. Aclaró que “la disidencia es mucho más que una temática…” y reiteró que “el papel de la Iglesia es de servicio…”. Y si se puede evitar “que nosotros seamos los que prestemos ese servicio porque ya todos tienen posibilidad de participar en este tipo de conversación, bendito sea”.

Mamberti fue recibido el domingo 20 por el presidente cubano, Raúl Castro. Según el comunicado de la televisión estatal, certificó que las relaciones entre la Iglesia y el Estado son “cordiales, respetuosas, continuas y en ascenso”. Estuvieron presentes el ministro Bruno Rodríguez y el nuncio, Angelo Becciu, que acompañó al enviado papal.

Mamberti recibió del cardenal Jaime Ortega una invitación a Benedicto XVI para que visite la Isla con motivo del 400º aniversario del hallazgo de la imagen de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre, patrona de Cuba.

En el nº 2.713 de Vida Nueva.

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