Drogas, armas y dinero fácil, tres “fenómenos perversos”

Esmeraldas acogió el XIX Encuentro de Pastoral Fronteriza Colombo-Ecuatoriana

(J. L. Celada) Lograr “que el mensaje de fe, esperanza y amor que Cristo nos dejó al morir y resucitar por nosotros anime la vida de nuestros pueblos fronterizos, desgarrados desde hace años por los conflictos y luchas que han conmocionado nuestra región”. Éste es el deber que, en el marco de la “Misión Continental” impulsada por la Conferencia de Aparecida (2007), se han impuesto los participantes en el XIX Encuentro de Pastoral Fronteriza Colombo-Ecuatoriana, reunidos en Esmeraldas (Ecuador) entre el 26 y el 29 de abril.

Obispos, directores de Pastoral Social y representantes de las Iglesias de Esmeraldas, Tumaco, Tulcán, Ibarra, Ipiales, Mocoa-Sibundoy, Puerto Leguízamo y Sucumbíos, así como las comisiones de la propia Pastoral Fronteriza y varias organizaciones de apoyo, hicieron balance del proceso de cooperación pastoral iniciado hace casi dos décadas y, guiados por las orientaciones de aquella cita episcopal en tierras brasileñas, examinaron la situación actual de las poblaciones fronterizas.

En este camino de integración, los firmantes del comunicado final constatan con alegría cómo se va aceptando la movilidad humana como “un bien que nos enriquece mutuamente y no sólo como un peligro y una amenaza”, y se felicitan por “el anhelo más y más extendido de reconciliación y de paz”. Asimismo, al tiempo que destacan la necesaria predicación en sus comunidades de “la exigencia evangélica de la no violencia”, instan a que “la atención de los migrantes, desplazados y refugiados no sea sólo una pastoral sectorial, sino que penetre transversalmente toda nuestra acción evangelizadora”.

El texto subraya también los “avances” protagonizados por los gobiernos y la sociedad civil de ambos países. Así, se le reconocen a Colombia “mayores esfuerzos por controlar la violencia en su frontera sur” o la renuncia al cultivo de la coca en ciertas comunidades. En cuanto a Ecuador, se agradece el Registro Ampliado de Refugiados y varias iniciativas del Ministerio de Educación, así como “el esfuerzo de moralización del personal militar y de policía que sirve en la frontera norte”.

Una esperanzadora perspectiva que, sin embargo, no oculta el gran desafío que suponen los “gravísimos problemas estructurales que atentan contra la justicia y la paz, los derechos humanos y la convivencia solidaria en ambos lados de la frontera”: miseria, atraso, abandono, falta de respeto por el medio ambiente, mal uso de la ayuda internacional… Factores todos ellos que acrecientan las secuelas de la violencia, la discriminación, la explotación laboral y hasta cierta xenofobia, con el consiguiente  “desaliento y cansancio entre los agentes de pastoral y de acción comunitaria”.

Integración y legalidad

Ahora bien, hay tres “fenómenos perversos” que los representantes de la Pastoral Fronteriza quieren denunciar especialmente: la “alianza pragmática” de los diversos grupos armados de Colombia y sus aliados en Ecuador en torno a la producción y tráfico de droga, “la idolatría del dinero fácil” y “una renacida carrera armamentista” que ya condenó Pablo VI en 1968. Ante tales amenazas, el documento conclusivo exhorta a los pueblos de la zona a seguir “construyendo este proceso de integración, hermandad y solidaridad”; y a los respectivos gobiernos, a que garanticen “el cumplimiento de los marcos legales”, eliminen las restricciones a la entrada y permanencia de colombianos en Ecuador y den cumplimiento a las disposiciones de la Corte Constitucional colombiana a favor de “la protección de las personas afectadas por el conflicto”, sobre todo, afrodescendientes, indígenas y mujeres. Las autoridades son llamadas también a “favorecer relaciones respetuosas y constructivas que permitan adoptar políticas de integración y desarrollo sostenible en la zona del corredor fronterizo a favor de las comunidades más vulnerables”.

El llamamiento se extiende a todos los fieles de la Iglesia, a quienes se exhorta a “fortalecer desde la Fe en el Señor Resucitado este proceso común de solidaridad y fraternidad”, y se reitera la necesidad de respaldar iniciativas civiles como la próxima Conferencia Regional y Humanitaria sobre refugio y desplazamiento (Quito, 24-25 de agosto de 2010).

Finalmente, y a propósito de las celebraciones del Bicentenario de la independencia, los prelados firmantes animan a sus pueblos de Colombia y Ecuador a “trabajar unidos en la lucha común contra todo lo que genera esclavitud, explotación e inequidad, a fin de fortalecer nuestra identidad de pueblos hermanos, libres, soberanos y solidarios”.

En el nº 2.706 de Vida Nueva.

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