Un proyecto de evangelización en la estela de la Madre Bonifacia

Las Siervas de San José de Madrid gestionan una lavandería que contrata a mujeres en riesgo

MARINA DE MIGUEL | El 23 de octubre, Benedicto XVI canonizará, en Roma, a Bonifacia Rodríguez, fiel seguidora de Jesús en los años de Nazaret al hermanar la oración con el trabajo, especialmente para la protección de la mujer trabajadora. Muchos años después, sus seguidoras, las Siervas de San José, han actualizado sus enseñanzas para mostrar cómo la fe y la vida cotidiana están indisolublemente unidas.

Ubicada en el madrileño barrio de Puerta del Ángel, la Comunidad Los Olivos –una de las seis que la congregación tiene en la capital– es buena prueba de ello. Cuenta con una lavandería-tintorería en la que se procura la inserción en el mundo laboral de mujeres en riesgo de exclusión social.

“Nuestra congregación nace en Salamanca, a finales del siglo XIX, en el taller de pasamanería y cordonería que tenían Bonifacia y su madre. Cuando se despierta en Bonifacia la vocación religiosa, el jesuita Francisco Butinyà i Hospital, también fundador, le pide que la desarrolle allí mismo”, explica la hermana Susana de Andrés, para indicar que la creación de esta empresa es una adaptación de aquellos tiempos.

La principal misión del Instituto recién fundado fue recoger a las muchachas que llegaban de los pueblos a Salamanca y darles un oficio gracias al que salir adelante. O, formulado según la época, “preservar del peligro de perderse las jóvenes que carecen de trabajo”. Hacer presente el Evangelio en el mundo laboral y tener experiencia de Dios en este ámbito era otro de los fines. “No son dimensiones separadas. En el trabajo se puede rezar, es un lugar concreto de encuentro con Dios y, al mismo tiempo, este se puede llevar a la oración”, apostilla.

Los propósitos fundacionales también contemplaban el fomento de la industria cristiana y de la educación, ya que a las jóvenes que acudían al taller se les enseñaba el catecismo, además de a leer y escribir. “Gracias, Señor, por el don de la vida. Te ofrecemos el trabajo de hoy unido al de todos los trabajadores del mundo, bajo la mirada de Jesús, María y José, trabajadores de Nazaret. Queremos ponerlo al servicio de todos los derechos humanos”, es la oración que preside la humilde empresa, especializada primordialmente en colegios mayores, aunque también realizan cualquier tipo de encargo, ya sea particular, de restaurantes, residencias, etc.

Cuando, en 1995, la Comunidad Los Olivos se planteó emprender un proyecto que, a pesar de estar inmerso en la época actual, resumiera fielmente los orígenes de la congregación, pensaron en una lavandería-tintorería, cuya finalidad no sería tanto la obtención del beneficio económico, sino la promoción de jóvenes en situación frágil.

“Los comienzos fueron difíciles. Además de dificultades económicas y de trabajo, se añadía el poder sustentar un proyecto social de calidad. Es entonces cuando nos decantamos por ser una empresa de inserción y trabajamos para cumplir todos los requisitos exigidos”, recuerda Susana de Andrés, que ejerce de gerente.

Integración sociolaboral

En 2008 obtuvieron la calificación de empresa de inserción (dependen de la Consejería de Empleo, Mujer e Inmigración de la Comunidad de Madrid), pero desde 2003 ya contrataban a personas procedentes de Servicios Sociales. En la actualidad, tienen una plantilla de nueve personas, de las que tres –dos chicas y un chico– son de inserción.

Durante el tiempo en que las personas derivadas de los Servicios Sociales están la lavandería-tintorería de las Siervas de San José, desarrollan un itinerario de inserción sociolaboral en el que están englobados diversos aspectos, como el crecer en hábitos laborales o potenciar las habilidades sociales, además de aprender un oficio. “Es la gran peculiaridad de este tipo de empresa: el trabajo supone un elemento clave para lograr la inserción”, afirma.

En el número 2.751 de Vida Nueva (reportaje completo para suscriptores).

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