Libros

Sólidos argumentos y un problema candente


Esta obra recoge el informe que el papa Francisco le encargó al autor como dossier de estudio para los participantes en el próximo Sínodo de la Familia

L_ST_Evangelio

Título: El Evangelio de la familia

Autor: Walter Kasper

Editorial: Sal Terrae, 2014

Ciudad: Santander

Páginas: 104

ANTONIO Mª CALERO (SDB) | Hay autores que en muchas páginas dicen relativamente poco. Otros, por el contrario, en pocas páginas dicen mucho. Es el caso que nos ocupa. Estamos ante una obra ciertamente pequeña (“librito” la llama el propio autor): un volumen de 104 páginas, de una densidad notable y, sobre todo, de una indudable actualidad tanto por el argumento en sí mismo como por los serios problemas pastorales que plantea a la Iglesia y, en definitiva, a la misma sociedad. El autor es suficientemente conocido: Walter Kasper, gran teólogo y cardenal de la Iglesia católica. Su solo nombre es ya garantía de seriedad en el tratamiento del tema. El interés le viene a la obra del propio argumento. Se trata del informe preparado por el autor, a petición del papa Francisco, como dossier de estudio para los miembros del Sínodo sobre la Familia previsto para el año 2015, que va a tener su antecedente en una sesión previa que se celebrará en el otoño de este mismo año.

Walter Kasper.

Walter Kasper.

Desde el punto de vista formal, esta pequeña obra, editada por Sal Terrae, se estructura en un prólogo, una introducción, cinco breves capítulos, una conclusión, dos anexos, unas consideraciones conclusivas sobre el debate y, finalmente, un sugerente epílogo con el título ¿Qué podemos hacer?.

A nuestro juicio, habría que hacer una distinción neta en los capítulos que forman el cuerpo doctrinal del informe: los cuatro primeros presentan una fundamentación y una teología positiva del matrimonio y la familia, estudiados sucesivamente desde el punto de vista de la Creación, de la misteriosa presencia del pecado en el seno de la familia, de la familia en el orden de la Redención y de la Iglesia percibida y vivida como Iglesia doméstica. A estos cuatro capítulos, y sin solución de continuidad, añade el autor un quinto capítulo con el título El problema de los divorciados y vueltos a casar. Es este, a todas luces, el problema candente que deberá afrontar el Sínodo de los Obispos en sus dos convocatorias de 2014 y 2015. Con todo, siendo un problema tan específico –por importante que sea–, nos parece extraño que forme parte del cuerpo del informe al mismo nivel que los cuatro primeros capítulos, de naturaleza positiva en la teología del matrimonio cristiano.

En el problema de los católicos divorciados y vueltos a casar, constata el autor que el Magisterio eclesial ha dado “pasos importantes” de naturaleza pastoral: se percibe un tono distinto desde el Catecismo de la Iglesia Católica (CIC) de 1917 hasta la exhortación apostólica Sacramentum Caritatis (n. 29) de Benedicto XVI, pasando por el CIC de 1984 y por la exhortación apostólica Familiaris Consortio (n. 84) de Juan Pablo II. Se observa una progresiva comprensión y subsiguiente misericordia frente a situaciones con frecuencia dolorosas.
 

Matrimonio

Hace el autor una afirmación que, a nuestro juicio, sería absolutamente necesario matizar o completar:

Nadie pone en entredicho la indisolubilidad de un matrimonio sacramentalmente rato y consumado (p. 87).

Creo que habría que matizar diciendo: ‘Si se dan las condiciones subjetivas (de serio conocimiento y voluntariedad) de los contrayentes’. Los sacramentos, en efecto, también el del Matrimonio, no funcionan de forma automática, es decir, con el solo ex opere operato. Requieren, siempre, el ex opere operantis subiecti, al igual que el ex opere operantis Ecclesiae. De hecho, en el mismo rito del Matrimonio se les pregunta a los contrayentes si vienen a contraer matrimonio ‘sin ser coaccionados, libre y voluntariamente’.

Pues bien, a la luz de los informes incluso de la Santa Sede, hay que preguntarse con valentía y realismo pastoral: ¿cómo puede decir alguien que viene libremente si con frecuencia falta la inteligencia seria de la naturaleza del sacramento y la aceptación firme de lo que promete? Es el propio autor el que hace esta constatación:

De hecho, numerosos pastores de almas están convencidos de que muchos matrimonios celebrados de forma religiosa no han sido contraídos de manera válida (p. 62).

Surge una pregunta: ¿cómo es posible entonces que se sigan celebrando bodas en la Iglesia con una alegría y una ligereza rayanas en la insensatez? Y, en todo caso, ¿cómo no se aborda de una vez por todas, y completamente en serio, la preparación responsable, prolongada y profunda al sacramento del Matrimonio, semejante, al menos, a la que se hace para la Primera Comunión, para la Confirmación y, sobre todo, para el sacramento del Orden? ¿Es más fácil en la actualidad vivir como un verdadero matrimonio cristiano que como un presbítero responsable o un simple fiel comprometido?

Por otra parte, a lo largo de la exposición del cardenal Kasper se descubren algunas intuiciones de largo alcance pastoral, como pueden ser: la ley de la gradualidad en la pastoral matrimonial y familiar; la comprensión de la familia como ‘Iglesia doméstica’ para el futuro de la Iglesia y de la evangelización; redescubrir y anunciar el evangelio de la familia en toda su belleza; entender el matrimonio terreno como anticipación escatológica y, por consiguiente, como una realidad relativa; la necesidad de un cambio de paradigma ante el creciente número de familias disgregadas; admitir que, en la problemática referente al matrimonio, no hay recetas simples.

La obra (el informe) concluye con un epílogo en forma de pregunta: ¿Qué podemos hacer?. A la que responde el propio autor sugiriendo cuatro interesantes pasos, gracias a los cuales sería posible superar la aporía en que parece encallar necesariamente el problema de los cristianos divorciados y vueltos a casar civilmente.

En el nº 2.906 de Vida Nueva

Actualizado
29/08/2014 | 07:00
Compartir