Libros

El alma al calor en días recios


Una obra de Juan Martín Velasco (Narcea, 2013). La recensión es de José María Avendaño Perea.

Título: Vivir la fe a la intemperie

Autor: Juan Martín Velasco

Editorial: Narcea, 2013

Ciudad: Madrid

Páginas: 208

JOSÉ MARÍA AVENDAÑO PEREA | Ser creyente hace posible a la persona decir como Pablo: ‘Yo vivo de la fe en el Hijo de Dios’; efectivamente, la fe hace vivir a los hombres… El libro no pretende ser un tratado, ni siquiera mínimo, de teología de la fe; sino narrar, sobre todo, cómo intentan vivirla los grupos de cristianos entre los que ha discurrido la vida del aprendiz de creyente que ha sido y sigue siendo su autor… Que ser creyente ha bañado, a pesar de todo, sus vidas en un clima de verdadera alegría; que les ha ayudado a vivir como hermanos en fraternidades… y que les permite enfrentarse a la muerte sostenidos por la esperanza”. De este modo tan transparente se retrata el sacerdote y profesor Juan Martín Velasco.

Los pastores estaban a la intemperie cuidando el ganado, como nos habla el Evangelio; personas quizá marginales, sin ningún valor para gran parte de sus contemporáneos; personas que se sentían descartadas, pero necesarias en la urdimbre social de su época. Y fue precisamente a ellos, los limpios de corazón, a los que se les anunció el nacimiento del Salvador. A la intemperie fueron y encontraron a María, a José y a Jesús, la fragilidad de un niño.

Allí, sus ojos contemplaron con admiración el gran signo de la pobreza y humildad de Dios. No necesitaron más. Se volvieron alegres, discípulos misioneros alegres. Ellos irradiaban “el fervor de quienes han recibido, ante todo en sí mismos, la alegría de Cristo”, nos exhorta el papa Francisco en Evangelii gaudium.

De ahí que debamos agradecerle al autor esa metáfora de la intemperie, porque, en medio de las vicisitudes de la vida, en las que “creer cristianamente puede convertirse en tarea aparentemente irrealizable”, sin embargo, tiene “resonancias favorables para el desarrollo de la vida cristiana… El desierto no deja de ser también el lugar donde Dios lleva a los suyos para hablarles al corazón”.
 

Espesura y belleza

A través de dos grandes bloques: Dimensión teologal de la vida cristiana (la fe como opción fundamental, diferentes rostros de la fe a través de una generación de creyentes, la alegría de creer, la esperanza en tiempos de crisis y la invitación a la experiencia del amor de Dios) y Tres vicisitudes de la vida humana (el cansancio espiritual, la vejez y la experiencia de la soledad), nos adentra en la espesura y la belleza del don de la fe.

Pienso en los hombres y mujeres con los que hacemos el camino de la vida y cómo se sitúan y viven la presencia de Dios en sus vidas. Meses atrás, Rosa, Víctor y Javier me hablaron del bien que les estaba haciendo la lectura de este libro. Fue su compañero de meditación en los días de Navidad, y me apuntaban la belleza de capítulos como La invitación a la experiencia de Dios, donde el autor escribe: “La proclamación del amor de Dios como mandamiento de la vida cristiana constituye una maravilla única, una fuente inagotable de asombro para la persona”, y en La esperanza en tiempos de crisis, nos recuerda que, “en un tiempo de crisis como el nuestro, es posible la esperanza cristiana… La esperanza cristiana es esperanza en Dios, sean cuales sean las condiciones de nuestra vida”. ¡Cuánto realismo y ánimo desprenden estas páginas!

Alienta el seguimiento de Jesucristo, día a día, en la fe, la esperanza y el amor, y el poder transformador en la existencia de las personas, capacitando la vocación cristiana en medio de los sufrimientos, sin desfallecer.

Gracias, Juan, porque con honestidad has puesto al descubierto lo que vamos barruntando los que te conocemos desde hace años: que eres un cristiano, un sacerdote de Jesucristo en el corazón de su Iglesia, que siempre has buscado y buscas dejarte iluminar por su luz y hacer su voluntad, y te has mantenido, en tus horas y días de intemperie, con raíces profundas en Él. Gracias por este libro para el “espesor de lo real”, en palabras de tu amigo Fernando Urbina.

La intemperie posibilita vivir la fe de forma más personalizada, comunitaria y resistente. Y este libro caldea el alma en “tiempos recios”.
 
En el nº 2.890 de Vida Nueva

Actualizado
11/04/2014 | 09:23
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