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‘Una renovación divina’


Una obra de James Mallon (BAC) La recensión es de Jesús Sastre García

Una renovación divina, libro de James Mallon, BAC

Título: Una renovación divina. De una parroquia de mantenimiento a una parroquia misionera

Autor: James Mallon

Editorial: BAC

Ciudad: Madrid, 2016

Páginas: 367

JESÚS SASTRE GARCÍA | El título de este libro me llamó la atención al leer su subtítulo, porque el paso de una parroquia de mantenimiento a una parroquia misionera es, sobre todo, una renovación de la eclesiología pastoral. Antes del índice, una cita recoge el hilo conductor de estas páginas según el Documento de Aparecida: la misión de la parroquia consiste en formar “discípulos misioneros”, que es la identidad del cristiano. “La misión en el corazón del pueblo no es una parte de mi vida, o un adorno que me puedo quitar; no es un apéndice o un momento más de la existencia. Es algo que yo no puedo arrancar de mi ser, si no quiero destruirme. Yo soy una misión en esta tierra, y para eso estoy en este mundo” (EG 273).

James Mallon, sacerdote canadiense, habla desde su experiencia: lo que ha encontrado en las parroquias donde ha estado, cómo ha analizado los retos y qué proyectos ha intentado plasmar para llevar adelante la corresponsabilidad ministerial. Aquí reside una de las mayores virtudes de la obra: la competencia experiencial.

Una cosa es tener años de experiencia pastoral, y otra atesorar la competencia pastoral que esa experiencia ha ido dejando en el pastor. Hay competencia cuando hay lucidez y acierto en el análisis de la realidad y capacidad para proyectar la transformación de esa realidad parroquial a través de procesos con una meta definida y clara.

Este modo de hacer supone un enfoque teológico y una manera de proceder según los postulados de la teología pastoral, cualidades que hacen que estas páginas sean actuales, sugerentes y creíbles.

En un momento dado, el autor se confiesa frustrado como sacerdote de la ‘generación de Juan Pablo II’, al reconocer que él y sus compañeros seminaristas habían vivido un “momento fuerte de conversión” y que fueron formados en la importancia de la ortodoxia. Pero que, pasados los años, viven el presente con dolor y cierta frustración, porque la cultura eclesial sigue sin potenciar la conversión y porque el choque con la cultura actual ha cambiado mucho y no cuentan con herramientas adecuadas para ubicarse en ella. Las cosas no han ido como esperaban, y sigue habiendo una Iglesia de mantenimiento (cf. pp. 47-49).

Problemas pastorales

Los cuatro primeros capítulos establecen el marco de análisis necesario para saber “cómo transformar la cultura de la comunidad parroquial”. Los dos siguientes son aplicaciones prácticas de gran alcance: los sacramentos como la mayor oportunidad pastoral y el papel esencial del liderazgo en las comunidades. Aquí aparecen los problemas pastorales que oiríamos en cualquier reunión pastoral, pero su gran aportación consiste en ver cómo los ha analizado Mallon y qué pasos concretos ha dado, respondiendo a un proceso, para transformar cualitativamente las situaciones de partida.

Los ejemplos propuestos y la terminología empleada en algunos momentos son más propios de los ámbitos culturales donde se mueve el autor. Con todo, contiene aportaciones apenas desarrolladas en nuestro ámbito eclesial. Así por ejemplo, las herramientas que Gallup ha elaborado para evaluar la salud de la iglesias y la formación para manejar las estrategias más adecuadas: declaración de visión y de propósito, análisis de valores, sistemas de análisis, análisis DAFO (debilidades, amenazas, fortalezas y oportunidades), cómo elaborar un plan de medio alcance y ejecución del mismo por el equipo ministerial…

Mallon reconoce que estos aspectos de renovación parroquial los ha aprendido en algunas parroquias reformadas, y que estas, por su modo de organización interna, los tienen más incorporados y mejor elaborados. Personalmente, echo en falta dos temas importantes: la referencia al Reino como horizonte de las acciones eclesiales y el tema del compromiso socio-político en las comunidades parroquiales.

El libro se lee bien y brinda muchas sugerencias de análisis y actuación. Ojalá en nuestros ámbitos eclesiales encontráramos más publicaciones prácticas, hechas desde la competencia experiencial –no solo teórica– del que escribe. También sería necesario que los seminaristas, cuando van a las parroquias para el año de pastoral, encontraran presbíteros que les aportaran sabiduría pastoral y un buen hacer renovador y eficaz aprendido en los años de ministerio. Solo así saldríamos de unas parroquias de mantenimiento para ser parroquias misioneras. En esta “conversión pastoral” nos jugamos el futuro.

El autor llega a la conclusión de que la renovación parroquial pasa por renovar la confianza en el Señor y vivir con “pasión” la tarea evangelizadora: formar “discípulos misioneros”.

En el nº 2.988 de Vida Nueva

Actualizado
13/05/2016 | 00:27
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