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Una amistad como ninguna


Esta obra del jesuita William A. Barry (Sal Terrae, 2009) es recensionada por Jesús Sastre García.

Libro-amistad

 

Una amistad como ninguna. Sentir el abrazo de Dios

Autor: William A. Barry, SJ

Editorial: Sal Terrae

Ciudad: Santander

Páginas: 192


(Jesús Sastre García) El título del libro (Una amistad como ninguna) expresa con mucha precisión la intencionalidad de su autor y el contenido central de sus páginas. Una temática, la que nos ofrece, que puede fundamentar y dar sentido a la espiritualidad cristiana. Parte W. A. Barry de una constatación personal: “Cuando hacemos silencio interior, surgen interrogantes abrumadores”, entre ellos, la necesidad de encontrar sentido a la vida. El cristiano reformula este interrogante de la siguiente manera: “¿Qué pretende Dios al crearnos? Mi respuesta es que lo que Dios quiere es nuestra amistad” (p. 12). De esta experiencia personal arranca todo lo que se expone. El “abrazo de Dios” encuentra en la experiencia de Jesús su expresión más plena y acertada.

Lo más sugerente del libro no son los contenidos, sino la propuesta práctica que le hace al lector entrar en una relación de amistad con Dios. Barry parte de la experiencia humana de amistad como la mejor analogía para hablar de la amistad de Dios y con Dios. Después comenta las dificultades y objeciones para la vivencia de esta amistad. La tercera parte aborda dónde encontrar a Dios y cómo apreciar la acción del Espíritu en lo que vivimos y sentimos.

El tema de fondo, la estructura de la obra y los ejercicios propuestos tienen que ver con la experiencia de san Ignacio, que él plasmó en las anotaciones de sus Ejercicios Espirituales. El autor apela constantemente a las tres instancias de la vida espiritual: la imaginación, el corazón y la mente del que se adentra en la amistad con Dios. Poco a poco, a través de la lectura y de los ejercicios, el lector es invitado a considerar lo que siente, y se le proponen para su interpretación algunas reglas sencillas extraídas de dichos Ejercicios.

El libro se lee bien y es de fácil comprensión para quienes andan iniciándose en los “caminos del Señor”. Los ejercicios son muy útiles, pues permiten poner en práctica lo expuesto. Acostumbrados en la vida pastoral a libros de contenido o de recursos, este texto aporta una nueva perspectiva metodológica: acompaña a quien lo lee en la experiencia que le propone. Por esta razón, me parece útil para los animadores de grupos de jóvenes y de adultos, así como para principiantes en el acompañamiento personal.

Quizás le falta al libro haber desarrollado un poco más la perspectiva de compromiso social de la amistad con Dios; en dos ocasiones, el autor alude a esta objeción, pero la resuelve de una forma demasiado genérica y con pocas referencias.

En el nº 2.688 de Vida Nueva.

Actualizado
18/12/2009 | 08:32
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