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Servir como pastores. Claves de la espiritualidad sacerdotal


Un libro de Juan María Uriarte (Sal Terrae, 2011). La recensión es de Alfonso Crespo Hidalgo

Servir como pastores, Juan María Uriarte, Sal Terrae

Servir como pastores. Claves de la espiritualidad sacerdotal

Autor: Juan María Uriarte

Editorial: Sal Terrae, 2011

Ciudad: Santander

Páginas: 168

ALFONSO CRESPO HIDALGO | “El haz luminoso de la espiritualidad cristiana se refracta en diferentes espiritualidades inspiradas por las diversas formas de existencia cristiana y sus distintas misiones específicas. Todas tienen un sólido fondo común. Todas tienen asimismo su específica singularidad”, nos dice el prólogo del libro que presentamos.

Sobre la espiritualidad específica del presbítero reflexiona Juan María Uriarte. Señala el autor que un presbítero secular no es un monje ni un religioso ni un laico. Menos aún “un religioso rebajado” o un “laico promocionado”.

Conviene, pues, fijar las coordenadas en las que se apoya lo “específico” de la espiritualidad propia del pastor. La pieza clave que diseña un rostro armónico es la “caridad pastoral”: el amor al estilo del Buen Pastor, que reviste al ejercicio del ministerio de una fuente inagotable de gracia para el propio pastor y para la comunidad confiada.

Monseñor Uriarte se apoya en una sólida formación, tanto teológica como psicológica, y en una rica biografía acumulada en tres frentes: su propia experiencia del ministerio pastoral como sacerdote y obispo; un fecundo trabajo al frente de la Comisión Episcopal del Clero, prolongando y animando una rica reflexión sobre la espiritualidad específica del presbítero, iniciada en el Simposio y Congreso de espiritualidad sacerdotal y enriquecida con la recepción fecunda de Pastores dabo vobis; y, por último, su asiduidad en tandas de ejercicios espirituales, conferencias, retiros y diálogos personales con sacerdotes.

Todo ello, adornado de una especial empatía y disponibilidad que favorece el encuentro y el diálogo abierto y profundo, que toca “lo vivo del ministerio”.

Este libro, que sugerimos tomar en nuestras manos, provocará con facilidad la oración espontánea y el interrogante sobre la calidad del ejercicio de nuestro ministerio. Consta de cinco capítulos, que tienen un eje común: la vida del presbítero y su ministerio.

Proceso biográfico

En el ejercicio de su propio ministerio, fuente de espiritualidad, el sacerdote es siempre un ser sensible a la coyuntura en la que se desenvuelve su labor pastoral. Junto a ello, es preciso prestar atención, también, al propio proceso biográfico: “la trayectoria de la vida de un sacerdote se despliega en diversas etapas, cada una de las cuales comporta posibilidades y dificultades, oportunidades y tentaciones”.

A tan sugerente tema está dedicado el capítulo primero, que se complementa con el capítulo tercero, en el que el autor reflexiona sobre la fidelidad, partiendo de sus mismas estructuras antropológicas y alertando sobre el riesgo de sus caricaturas.

El capítulo segundo toca la relación del presbítero con la Palabra de Dios: “La especial afinidad para con la Palabra de Dios, de la que el presbítero es testigo público cualificado y autorizado, constituye uno de los caracteres mayores de su espiritualidad”.

Los capítulos cuarto y quinto pretenden iluminar y enriquecer dos áreas prioritarias de la práctica pastoral de los sacerdotes: el acompañamiento espiritual personalizado a los creyentes y la pastoral vocacional.

Sobre el acompañamiento, señala el autor: “Muchos necesitan este servicio para discernir lo genuino de lo espurio, la llamada de Dios de las voces predominantes de nuestra cultura, y para consolidar su entrega generosa al Señor y a su comunidad y su servicio cristiano abnegado a la sociedad”.

A su vez, la escasez de vocaciones reclama reflexiones y sugerencias para que los sacerdotes realicen con lucidez y valentía el delicado encargo de promover sobre todo las vocaciones al ministerio presbiteral.

Según su autor, un clásico en el tema, “iluminar y confortar la vida de los presbíteros es la intención última de este libro”.

En el nº 2.804 de Vida Nueva.

Actualizado
07/06/2012 | 22:22
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