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Por qué soy cristiano


ENSAYO

Según el autor, el cristianismo está a punto de cambiar de modelo. “La divinización del ser humano consiste en convertirse en la providencia de Dios”

POR QUÉ SOY CRISTIANO

Autor: José Antonio Marina

Editorial: Anagrama

Páginas: 223 pp.

Lugar y año: Barcelona, tercera edición 2016

Creer, ¡hoy!

José Antonio Marina, filósofo, educador, escritor, a sus 79 años se pregunta sobre las razones que tiene para ser cristiano y así se enfrenta a un tema esencial no como apologista, ni como propagandista, ni como predicador. Con honestidad y conocimiento de filósofo explora en una abundante bibliografía, para saber a qué atenerse.

Recuerda y admite que el título de su libro se inspiró en el de Bertrand Russell, quien escribió Por qué no soy cristiano; y, como él, acomete la empresa de hallar sus razones de ser cristiano, sin prisas ni prejuicios, de modo transparente. Y comienza por ver a Jesús como un enigmático judío en cuya imagen han trabajado miles de personajes que combinan la experiencia personal, la investigación histórica, los recuerdos y las tradiciones más variadas, hasta llegar a la situación de hoy, con su “supermercado espirituoso bien surtido”, en el que encuentra “una indigesta mezcla de esoterismo, timos, técnicas de meditación, ejercicios físicos, drogas entero-génicas y dietas milagro. Todo ello, síntoma de una época anhelante de emociones espiritistas”.

En medio de todo ese alboroto, uno encuentra lógico que el autor quiera escribir un libro que “es un breve tratado sobre la verdad y las pretensiones de verdad que tienen las religiones” en las que encuentra dos verdades: la individual y la universal.

Lo que sigue es una apasionante búsqueda. La experiencia, la inteligencia, los obstáculos para hallar la verdad, las evidencias, el dogma y las verdades absolutas. Por entre una enmarañada selva de opiniones, teorías, hallazgos y desvíos, van apareciendo como hitos, los claros del bosque. Uno de ellos, la noción de verdad iluminada por el Evangelio: “yo soy el camino, la verdad y la vida”. Y comenta Marina: “relacionar camino y verdad es más adecuado que relacionar verdad y dogma. Vivir en la verdad no significa conocer un credo científico o religioso, sino mantener una actitud de continua verificación”.

Más adelante este pensamiento tiene un desarrollo: “hay dos maneras de escribir la historia del cristianismo. Una se interesa por la evolución de los dogmas; es la historia de la ortodoxia. La otra atiende al despliegue del agapé, la construcción del Reino de Dios por la caridad”.

De Jesús “primero dijeron que Dios le había exaltado poniéndolo a su diestra; después, que era hijo de Dios por adopción; más tarde, Dios mismo; y en los siglos IV y V que era de la misma esencia del Padre. En Calcedonia el concilio definió que en Jesús había dos naturalezas, pero solo una persona.

Casi se disculpa el autor ante los lectores por toda esta confusión que muestra una Iglesia de la gnosis, o del conocimiento, en detrimento de la Iglesia del agapé. Pero es un inevitable recorrido para llegar adonde la teología de hoy ha podido llegar, no sin esfuerzo.

El autor comparte con los lectores ese progreso cuando sentencia: “Dios es el bien y lo importante es realizarlo”. “No es obedecer los mandatos divinos, es mucho más. Se trata de considerar la buena acción como una encarnación, como un despliegue del poder divino”. “Amar no es un sentimiento, es una acción, una acción creadora de lo bueno”.

“‘Dios es amor’ no se refiere a un corazón derretido sino a un comportamiento amoroso, a una actividad. Si les costó a los físicos reconocer que la materia era energía, a los creyentes les cuesta pensar que Dios es acción. Dios tenía que ser un motor inmóvil (porque así lo exigían los razonamientos, digo yo). Jesús en cambio dijo: ‘Mi Padre obra siempre’.”

Marina sacude un polvo de siglos cuando, refiriéndose al concepto tradicional de verdad afirma: “Lo contrario a la verdad no es el error, sino la maldad; lo contrario a esta fe no es la incredulidad, sino el mal obrar, la mala fe”.

No lo dice así, pero para Marina hay una gran debilidad en la Iglesia: que cree más en el derecho canónico que en las bienaventuranzas. Cita a san Pablo: “marchad por el camino de la caridad imitando a Cristo que amó con caridad” (Ef 5,2).

Las aplicaciones son abrumadoras. “Todo hombre con su caridad se convierte en providencia divina. Se acabó el detestable Dios de los ejércitos y entra en escena un increíble Dios de los tazones de comida para los pobres”. “La inteligencia y el amor humano son la presencia emergente de la divinidad en el mundo”.

Ha sido un recorrido productivo, ha encontrado el fundamento de su cristianismo: “Creo que el cristianismo está a punto de cambiar de modelo. La divinización del ser humano consiste en convertirse en la providencia de Dios”. Como si lo hubiera dicho Francisco.

Javier Darío Restrepo

Actualizado
05/02/2017 | 00:00
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