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Metáfora y Misión


Metáfora y Misión.

Monseñor Luis Augusto Castro Q.

Editorial Paulinas

342 páginas

Usted lo lee sonriendo porque el ingenio y el buen humor aparecen página tras página: la traductora de alemán que dando cuenta de lo que aparecía en un telescopio, habló del camino lechero y no de la vía láctea, le sirve de amable preámbulo para un tema serio: los problemas que se presentan al traducir la palabra de Dios, con sensibilidad por lo vernáculo.

Al contrario de otras religiones que se expanden difundiendo un mensaje, “el cristianismo no sigue el camino de la difusión sino el de la traducción del mensaje”.

El libro está dedicado al jesuita Mateo Ricci, al cumplirse 400 años de su muerte. El padre Ricci aparece como un claro ejemplo de traductor del evangelio al chino. Dicho así parece fácil, pero en la realidad Ricci necesitó una variedad de instrumentos para llevar el evangelio a la vieja cultura china: “no era solamente la lengua, sino la manera gentil y afable de relacionarse con todos, y la capacidad de ser acogido por ellos…empezó a vivir a la manera enseñada por Confucio y decidió que Confucio era una tierra buena en la que podía sembrar la semilla del Evangelio”. Monseñor Luis Augusto Castro, autor de Metáfora y Misión, en los 17 capítulos de su libro profundiza en un tema que fue central en Aparecida. Allí los obispos de América Latina optaron por una nueva evangelización y un sentido de misión que desborda  el discurso.

Entre chanza y chanza, porque el lenguaje es así, chispeante, provocador, sincero y sencillo, el autor abarca temas que los especialistas se han encargado de enredar y que monseñor Castro, con paciencia de tejedor de redes, va desenredando sin dejar de sonreir.

A lo largo del libro desfilan las metáforas con la misma simplicidad amable con que en el evangelio pasan, arrojando luz, la semilla, la sal, la levadura, la antorcha en lo alto de la montaña, las aves, los jazmines, el agua, el trigo, el pan, el vino o el aceite.

Para monseñor cumplen esa función de metáforas la locomotora que decora la portada del libro y que se mueve con una fuerza motriz interna, como el cristiano movido por el Espíritu Santo. En un capítulo lleno de vida recibe a los lectores afirmando que “el mundo se parece a un racimo de bananos”. La cáscara y la pulpa, como partes de la metáfora, no parecen tener mucha relación con la cultura o la inculturación, pero cuando menos lo piensa, el lector resulta inmerso en el tema del encuentro entre culturas, necesario para la comunicación del mensaje de Jesús. Tan necesario que fue una equivocación garrafal la de los misioneros que creyeron y siguen creyendo que puede haber pueblos sin cultura. “Esa forma de comunicar el evangelio fue rechazada porque era un irrespeto”, concluye.

Pero si el mensaje de Jesús (la pulpa del banano) se cubre con la cáscara de otra cultura, es decir, si se cubre con un lenguaje y una apariencia locales, “se ha tenido en cuenta la cáscara pero no la pulpa. La traducción literal no basta, se requiere la traducción de sentido… No basta saber la lengua, hay que estar metido en la cultura, ayudar a que se percaten de lo que llevan consigo y activar cambios en su historia, como pasos previos al hecho de la inculturación, esa integración de la fe con la cultura”.

Cada capítulo concluye con unos ejercicios pedagógicamente pensados para volver sobre las principales ideas expuestas. No se trata, en algunos casos, de ideas fáciles, pero la metáfora hace que “lo que es poco familiar se vuelva familiar y probablemente llegue al corazón”.

Monseñor Castro, sigue el camino de las persistentes metáforas bíblicas -la lluvia y la nieve que empapan la tierra y la hacen germinar, la madre que nunca olvida ni deja de amar a sus hijos, pero es más fácil el olvido de la madre que el olvido de Dios-; son imágenes que unidas a las del evangelio, le han formado al autor un estilo, y un talante de pastor que no desaparece en ninguna de las 342 páginas del libro.

Usted termina de leerlo  y constata que ha reído con los chistes buenos y malos, y que  ha visto con claridad todas las implicaciones de la acción evangelizadora de la Iglesia. Además, descubrirá que ha encontrado un amigo, porque leyó un libro escrito de comienzo a fin con un inmenso amor por los lectores.

VNC

Actualizado
12/03/2011 | 00:00
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