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María Isabel Serrano: “Los derechos humanos no deben ser nunca objeto de mercadeo”


Autora de ‘Estrellas sin pan en la noche de África’

JOSÉ LUIS CELADA | María Isabel Serrano estuvo varias semanas recorriendo Benín en proyectos de cooperación. A su vuelta, escribió este libro, Estrellas sin pan en la noche de África, (Umoya-alezeia), que recoge, a modo de diario y de reflexión personal, su experiencia.

– Este libro narra sus 40 días en Benin de Cooperación, pero ¿se trata de un diario, una crónica de viaje o un desahogo necesario tras encontrarse con la realidad de África?

Cubierta del libro 'Estrellas sin pan en la noche de África'

– La idea era escribir un diario, pero la riquísima experiencia vivida y el sufrimiento y el fraude que descubrimos me fueron convirtiendo en testigo, transformando mi forma de mirar y de escribir. Es más que un diario, porque me fue conduciendo, desde mi propia raíz personal, a las raíces de los problemas en África y a toda su riqueza humana, para poder ser voz y parte de ellos. Por lo que en él confluyen experiencias, crónica y mis emociones y reflexiones sobre muchos problemas importantes.

– ¿Por qué una médica rural de Segovia decide irse a echar una mano a Benin?

– Una de mis poesías dice: “Yo soy muchas mujeres”. A Benin fui como ciudadana del mundo, médica, educadora, creyente y seguidora de Jesús de Nazaret; y como colofón a una llamada al compromiso con los más pobres que viene de lejos, en un proyecto con siete médicas de Cambiar consumo por solidaridad. Había tenido oportunidad de trabajar sobre los Objetivos del Milenio de la ONU y, conocido su fracaso y los indicadores engañosos que ofrecen, quería tener una idea desde una experiencia de campo de lo que se cuece con la Ayuda al Desarrollo en el tema de la salud de la mujer y la mortalidad infantil.

– ¿Qué le ha supuesto este contacto con las gentes africanas?

– El haber tenido la oportunidad de ser querida y de querer a muchas personas allí ya es un tesoro. También el poder vivir en diálogo con la cultura que me acoge y las distintas religiones y personas. Tuvimos que ser ayudados por los africanos, nos dieron de comer… Vivir esa ayuda mutua, con la gratuidad como gran protagonista, no solo fue una experiencia educativa para nosotros, sino una experiencia moral que nos ha ido transformando. También el conocimiento de un mundo con un contenido emocional riquísimo, y con el reto de transformarse luchando contra muchos atavismos que agravan la miseria, sobre todo de las mujeres.

– Si la salud es un bien, la sanidad debería ser un derecho. ¿Por qué se convierte con tanta frecuencia en un privilegio?

– Los derechos humanos no deben ser nunca objeto de mercadeo. La salud se ha convertido en un bien de consumo, que produce mucho dinero y genera riqueza, el santo y seña del fundamentalismo económico; y se rige por las leyes de mercado, por lo que genera una gran exclusión. La Ayuda al Desarrollo, incluso bien intencionada, puede ser un mecanismo perverso, pues se puede construir un hospital sobre la dignidad de las víctimas del subdesarrollo. Tenemos un problema: para que ellos crezcan, nosotros tenemos que bajar nuestro nivel de vida y cambiar las relaciones con los pueblos en desarrollo. La experiencia con África no puede seguir siendo de colonización. Nuestra colaboración no puede separarse de la ayuda y el compromiso para que en sus sociedades haya cauces y recursos estables con los que ejercer estos derechos, y que nuestra sociedad cambie en una dirección de respeto mutuo.

En el nº 2.769 de Vida Nueva.

Actualizado
23/09/2011 | 14:51
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